François Cluzet protagoniza este complejo entramado político competente pero falto de garra.
La primera película de Thomas Kruithof es un film de suspense que, a pesar de no ser carente de virtudes, no consigue destacar entre la montaña de películas de su mismo género y que otros directores más consagrados han conseguido convertir en un arte. «Testigo» parte de una premisa muy interesante y que consigue atraparar con facilidad, pero poco a poco éste interés se va diluyendo en la mente del espectador a causa de la falta de información y de garra que predomina en el resto del metraje.
Un enigmático hombre de negocios en nombre de una misteriosa organización se pone en contacto con Duval (François Cluzet) para ofrecerle un trabajo sencillo y bien remunerado: transcribir escuchas telefónicas interceptadas. Duval, económicamente desesperado, acepta sin preguntar sobre la finalidad de la empresa que lo contrata. De pronto, envuelto en un complot político, debe afrontar la brutal mecánica del mundo oculto de los servicios secretos.
Lo mejor, su protagonista
«Testigo» es una película que puede recordar, tanto por su premisa como en su tono, a la estupenda «La vida de los otros» (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006). Pero donde ésta conseguía salir victoriosa, dándonos una trama adictiva y unas escenas cargadas de tensión, «Testigo» no consigue ponerse a su altura. El primer acto sabe presentar exitosamente a su protagonista, Duval, un hombre de mediana edad que pasa por una crisis laboral y personal. Kruithof se preocupa porque veamos al inicio cómo ha llegado Duval a esta situación y así entendamos por qué aceptaría un trabajo de tan dudosa moralidad y sin hacer preguntas previas. François Cluzet nos da una actuación sobresaliente, por lo que en seguida nos olvidaremos de que fue el protagonista de «Intocable» (Olivier Nakache y Eric Toledano, 2011) y veremos a su personaje en todo momento.
Cluzet se mantiene a flote mientras poco a poco la estructura del guion va siendo cada vez menos consistente, en gran parte debido a que se mantiene siempre en el punto de vista de su protagonista, favoreciendo que apreciemos la espiral de locura y paranoia por la que va pasando el personaje, pero al mismo tiempo no recibamos mucha información sobre el entramado que hay detrás de su trabajo. Esto no debería ser algo malo, ya que da lugar a la sorpresa, pero la tensión y la dosificación de la información no está muy bien planteada, lo que provoca que la escasa hora y media que dura la película parezca más larga y cuando se desvela algún momento importante de la trama éste sea recibido con indiferencia.
Un guion por debajo de sus posibilidades
Yann Gozlan es el responsable junto con el director de escribir este thriller y por desgracia no sabe manejar el misterio que rodea a lo que hay detrás de los hombres que contrataron a Duval. No faltan las ocasiones en las que habrá momentos que sonarán a ya visto, al igual que de otros personajes que consigan destacar tanto como Duval, a excepción quizás de Gerfaut, interpretado por Simon Abkarian y que consigue una actuación con bastante garra a pesar de sus pocos minutos de metraje. También es una lástima ver cómo el único personaje femenino de la película, Sara (Alba Rohrwacher), acaba relegado a una sub-trama que sólo sirve para rellenar minutos de metraje, porque nunca llega a ser especialmente relevante ni para la historia principal ni para añadir momentos emotivos; es un añadido que no necesita su protagonista y que no hace más que lastrar el desarrollo de los acontecimientos.
La película se queda en una opera prima correcta, con unos valores de producción muy sólidos y un reparto más que cumplidor. Apenas durará en la memoria del espectador, lo cual es una lástima, porque su planteamiento auguraba algo muy interesante.
Frases destacadas de «Testigo»:
- Clément: «Dirijo un organismo de vigilancia y control que defiende los intereses de nuestro país.»
- Clément: «La teconología va contra nuestros objetivos, por eso siempre he preferido el papel y la máquina de escribir.»
- Sara: «No sé nada de tí, ni siquiera sé en qué trabajas.»
- Duval: «¿Seguro que no nos está escuchando?»
- Clément: «Aquellos que no conocen sus límites siempre acaban creando problemas. ¿Y usted, Duval? ¿Conoce sus límites?»