El nuevo proyecto de Sofia Coppola no convence a nuestros redactores en esta sesión doble a cargo de Silvia Navarro y Diego Montes.
Sinopsis:
Un grupo de adolescentes de Los Ángeles, obsesionados con la fama, busca la manera de conseguir las direcciones de diversas personalidades de la farándula para acceder a sus mansiones de lujo. Tras una primera tentativa, las visitas comienzan a hacerse más habituales y los robos más cuantiosos.
Argumento:
Diego Montes: Las atronadoras palabras “basado en un hecho real” utilizadas como motivo de atención al principio de una película resultan cada vez más rancias, o quizá sería más correcto decir endomingadas, de sobremesa poco exigente. Si además la fuente primigenia de un proyecto es un artículo de la sección rosa de la “prestigiosa” revista Vanity Fair, uno puede que tuerza el gesto y desvíe la mirada. Bien, salvamos el primer escollo pues se espera de un crítico cierta falta de prejuicios y no conviene desechar el trabajo de una directora relativamente reconocida a las primeras de cambio. No obstante, a los veinte minutos, los adolescentes cuya única aspiración es parecerse a Paris Hilton, ya han irrumpido en las casas de las celebridades cuatro veces y han aparecido pasados de rosca empolvándose la nariz en otras tantas ocasiones. El resto del metraje enaltece la cultura de la ostentación a través de una serie de piezas musicales que resultan una mezcla entre la decadencia del rap más gangsta y un anuncio de perfume. Y de fondo, la mirada de una Sofia Coppola que parece no saber de qué lado está, aunque, desde luego, da la impresión de sentirse más atraída que repudiada por un contexto que decididamente conoce.
Silvia Navarro: La ciudad más frívola y superficial del mundo alberga a unos jóvenes de bien que aspiran a serlo un poquito más, que -sin intención de spolier-, tienen bastantes pocas luces y su vocabulario se resume en cute, cool y amazing. Historia sobre adolescentes contada para adultos que finalmente albergará a un público adolescente, he aquí mi apuesta. Lo que aquí nos ha traído Coppola no es más que un primer borrador que genera mucho desconcierto y fruncimiento de ceño. No entraré en el hecho de si basar un film en un artículo titulado “Los sospechosos vestían Louboutins” despierta interés o no, simplemente en cómo lo trabaja. Si hay mensaje, crítica, enaltecimiento o trasfondo moralizante lo desconozco por completo. La cámara simplemente ejerce como espía de estos pijos aspirantes a repijos, sin saber qué les ha llevado a ello, cuál es su motivación o su escala de valores, si es que tienen.
Personajes:
Diego Montes: La interpretación de su protagonista, el desconocido Israel Broussard, alcanza cotas ridículas cuando con unos ademanes exageradamente amanerados se enfunda unos zapatos de tacón rosa o se menea de forma obscena delante de su web-cam. El reparto es inexperto a excepción de Emma Watson cuyo papel es un intento de parodia de sí misma que solo consigue la atención libidinosa del espectador gracias a una interesante colección de prendas excesivamente cortas y contoneos en los que saca la lengua con mucha más sensualidad que Miley Cyrus.
Silvia Navarro: Los personajes, como todo lo que conforma este engranaje, no generan simpatía alguna. Israel Broussard, el protagonista de este predecible despropósito, tiene un desarrollo muy irregular. Presentan a este muchacho como alguien de baja autoestima, una víctima fácil de la presión social y que se verá seducido por las mieles del “éxito”, pero detrás de todo eso no hay nada, es vacío y aséptico.
El resto de actores dan más frío que calor y los cameos de Paris Hilton, Lindsay Lohan, etc. no aportan nada, a excepción de Kirsten Dunst, que siendo musa de Coppola no podía faltar su segundo de gloria. Se echa de menos el talento de Emma Watson, completamente desaprovechado.
Plano:
Diego Montes: Al margen de la escasa profundidad de la película, hay dos planos aislados que merecen atención. Uno de ellos, muestra un accidente de coche tras varios jump-cuts con un realismo similar al que tiene lugar en Pequeñas mentiras sin importancia de Guillaume Canet. El otro es un plano general de un chalet diáfano en el que vemos transitar a los personajes de una habitación a otra gracias a una iluminación que hace la escena más que interesante.
Silvia Navarro: La escena del juicio está tratada de forma interesante, me resultó un acierto que no se focalice la atención en el proceso penal. Si el metraje está narrado en clave superficial que así sea hasta el final. El plano al que hago alusión muestra las puertas de la sala del estrado, donde se ve que entran y salen en un segundo cortando todo lo acontecido allí dentro, pero que a tenor de las expresiones de los acusados, entiendes perfectamente lo que ha ocurrido allí dentro.
Secuencia:
Diego Montes: Coppola coquetea con la indecencia en la parte final de su relato. Me explico. Si durante la mayor parte del metraje utiliza a la cámara como mero testigo de las ambiciones de una serie de niños ricos jugando a ser ladrones, en el epílogo se atreve a mostrar su lado más moralizante. Esto es, filosofía de almacén, consejos de profesor de instituto. Las malas acciones tienen consecuencias y mientras un día estás en el garito más cool de Los Ángeles chateando con Jude Law junto a una corte de admiradores que piden detalles de cómo ha ido el último asalto a la casa de no se qué modelo famosa, al día siguiente puedes verte con un buzo naranja y grilletes en manos y pies de camino al talego. Y he aquí lo peligroso de la película, la decisión de no tomar parte y mostrar los hechos despojándose de cualquier crítica u opinión para acabar incurriendo en la forma más chabacana de evangelización.
Silvia Navarro: Sofia Coppola comienza a perfilarse como una directora francamente impredecible. Adolescencia y hedonismo suelen ser ingredientes muy recurrentes en sus obras pero trabajadas de una forma muy peculiar. La música que acompaña las escenas alcanzan unas cotas muy ridículas; sabemos que intenta intensificar los roles de los personajes, pero suele caer en los tópicos y eso juega en contra de la veracidad. Al menos no nos hemos encontrado con los anacronismos melódicos de Maria Antonieta.
La película transcurre en la desidia y las historias de los personajes no avanzan a ninguna parte. Coppola no toma parte en el entramado, y, aunque lo banalice, parece sentirse bastante a gusto con ese mundo.
Como incorporación novedosa de la directora yo destacaría el uso de la filmación digital, una elección que a tenor de la estética del metraje se antoja bastante acertada.
Lo mejor:
Diego Montes: Si retiramos la banda sonora del contexto que le otorga Sofia Coppola queda una colección de hits más que interesante para un sábado por la noche en la que uno se vea con el derecho de permitirse ciertas licencias.
Silvia Navarro: La película cuenta con planos muy salvables de los que se destila talento y vislumbramos el gen de los Coppola. Por otro lado, genera cierto grado de satisfacción que las “víctimas” sean celebrities como Paris Hilton o Lindsay Lohan, que no es que yo vaya a defender el allanamiento y robo, pero lo que es lástima tampoco transmiten.
Lo peor:
Diego Montes: La caída de Sofia Coppola que, como siga trabajando en esta línea le quedara para la posteridad el único y dudoso honor de ser hija del orondo Francis. Su película recuerda, por cierto, al primer trabajo de Kirsten Sheridan, cuyo padre es el director de la sobrecogedora En el nombre de padre. En Dollhouse también se trata la adolescencia y, como en The bling ring, de forma fallida.
Silvia Navarro: La línea argumental es completamente insustancial y un rotundo fracaso. La directora no se posiciona en absoluto y deja 90 minutos sin mensaje alguno. Sales con la impotencia de querer extraer una crítica a la sociedad del consumo, de la imagen y de lo que esto es capaz de llegarnos a hacer. Y puestos a que no haya nada de eso, incluso que lo ensalzara, que dijera “aquí estoy yo y amo la farándula y el celuloide”, eso ya sería algo más que sentir que estás pasando las páginas del Cuore.
Frases destacadas:
Nicki: «Quiero liderar un país algún día»
Madre de Nicki: «¡Chicas! Hora de vuestro Adderall»
La he visto dos veces y es una lástima que Coppola que con su primera obra «Las Vírgenes Suicidas», para mi su mejor película, y posteriormente con «Lost in Translation» nos descubrió a una directora prometedora, se deje llevar por una manera de rodar indolente y falta de interés en aquello que cuenta.
Supongo que debe pesar mucho el apellido y el hastío es hasta cierto punto entendible.
Juanvi, coincido plenamente contigo que su mejor obra es «las vírgenes suicidas», luego vendría «María Antonieta» que nos sorprendió el barniz de modernidad de la propuesta, y con «lost in traslation» nos dejó con un sabor agridulce, que a pesar de los aciertos de la película y la gran labor de sus actores, nos dejaba todo abierto a verla madurar con su siguiente proyecto, y mira tu por donde que nos acaba defraudando esta vez de lleno. Ahora es cuando empezamos a pensar que ese magnífico largometraje que es «las vírgenes» puede que se lo hicieran, creo que estoy siendo muy malo, esperaremos a ver qué hace en su siguiente trabajo para terminar de ser malos o de arrepentirme de lo que acabo de escribir.