Caradog W. James regresa con “The Machine”, un filme de ciencia-ficción de caríz independiente donde fusiona temas tan diversos como el ciberpunk y la singularidad.
Los inventos y el azar
Caradog W. James se hizo muy famoso en nuestro país por haber dirigido “Little White Lies” (2006). Este filme se convirtió en todo un fenómeno indie y se alzó con dos premios BAFTA en su momento. Hemos tenido que esperar un poco, pero esta semana llega a las pantallas su nuevo trabajo titulado “The machine”, que pudo verse en competición en la sección Panorama de la 46 edición del Festival Internacional de cine Fantástico de Cataluña- Sitges 2013.
El doctor Vincent McCarthy es una mente brillante, pero tiene un grave problema en la vida: su única hija que posee una enfermedad que afecta al sistema nervioso central y posee un carácter degenerativo. Por ese motivo se ha entregado en cuerpo y alma al estudio del campo de los implantes neuronales. Como no encuentra financiación en el campo de las empresas privadas, no duda en pactar con el diablo, por eso acaba trabajando para el ejército y conseguir desarrollar sus investigaciones. En las fuerzas armadas están muy interesados en sus avances porque el mundo está inmerso en una II Guerra Fría entre China y Occidente. Thomson, el Ministerio de defensa Británico busca el arma definitiva que le permita ganar la batalla: la creación de un soldado androide. Como todo en la ciencia, un descubrimiento azaroso te lleva a otro. De esta manera Vincent acaba encontrando a otra mente brillante la de Ava, entre ambos conseguirán crear algo que está más allá de lo que McCarthy o Thomson hubieran podido imaginar.
El moderno Prometeo
El realizador y guionista británico consigue cautivar rápidamente al espectador porque crea un complejo guión lleno de subtramas, que le sirven para explorar diversos territorios del campo de la ciencia-ficción. De esta manera, “The machine” se convierte en un viaje donde se fusiona el universo ciberpunk, la búsqueda de la identidad, la inteligencia artificial y temas más complejos como la singularidad o el espionaje industrial. Esa densidad de líneas argumentales también se convierte en cierta manera en su debilidad, porque su desarrollo es un tanto irregular y unas están mejor cerradas que otras.
Caradog no duda tampoco en adentrarse en la búsqueda de los límites morales y éticos de la ciencia, la creación y destrucción de vida, en virtud de qué intereses. De esta manera emparenta las figuras de McCarthy o Ava a Tyrell o al Doctor Frankenstein. Todos juegan a ser dioses. En este caso la búsqueda del moderno Prometeo bélico que nos defienda o que nos saque de las tinieblas del autismo y nos vuelva a relacionar con el mundo. Tyrell se jactaba de haber creado seres “más humanos que los humanos”, porque ese era el lema de su corporación. El problema de los Nexus 6 de Tyrell es que no eran capaces de empatizar con los sujetos. Por eso cuando Decard les sometía al test Voight-Kampff o test de empatía, apreciaba que los robots no poseían o tardaban en tener variaciones en las funciones corporales tales como la respiración, el rubor, el ritmo cardíaco y dilatación de las pupilas al responder a la serie de preguntas. Este test es una creación a partir del test de Turing, que sí existe en la realidad y que McCarthy lo usa para evaluar los progresos de sus creaciones, y que básicamente sirve para demostrar la existencia de inteligencia en una máquina. El tema de fondo para nuestro científico es si será capaz de reconocer que lo ha conseguido, superando sus miedos más inconscientes, porque puede que su creación, a diferencia de los Nexus, empatice más allá de lo que el investigador pueda llegar a imaginar o pensar, puede que sea mucho más inteligente de lo que esperaba.
Entre los intereses de la ciencia y los armamentísticos
Las relaciones entre los humanos y los robots en el cine siempre han poseído un cariz tenso. Los ejemplos son diversos, desde el paranoico HAL 9000 de “2001, Una odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1967) al mítico Robby de “Planeta prohibido” (Fred McLeod Wilcox, 1956), sin olvidar al violador Proteus de “El engendro mecánico” (Donald Cammell, 1977) o los carismáticos androides de “Blade Runner”. En este caso la confrontación viene determinada por los intereses opuestos entre los líderes de la industria armamentística y los científicos. Para ser más exactos en la tipología de máquina que precisa realmente un gobierno como arma de defensa. Ahí es donde nos topamos con la gran ironía de la trama: los militares precisan seres con una inteligencia limitada. El perfecto soldado no debe pensar por si mismo, sólo debe acatar órdenes de manera precisa y carecer de la menor brizna de iniciativa. Por eso, acabaran chocando los intereses de los científicos y de los militares. Eso llevará a la rebelión de las criaturas de McCarthy y Ava, de esta manera Caradog W. James, va un paso más allá de largometrajes como “Soldado Universal” (Roland Emmerich, 1992) y de “Cyborg” (Albert Pyum, 1989), donde los androides no dejan de ser auténticas armas de matar.
Encontrando la singularidad
Recientemente, tanto en la literatura como en el cine de género nos encontramos por parte de los autores un interés creciente por el tema de la singularidad. Es decir, qué pasa cuando la inteligencia de la maquina que el ser humano crea le sobrepasa. ¿Cómo es la relación entre esa super inteligencia y el ser humano? La verdad es que es tan inquietante como atrayente. De ahí el éxito de propuestas como “Her” (Spike Jonze, 2013) o “Trascendence” (Wally Pfister, 2013). El problema es que el guionista y realizador británico nos enuncia el tema, pero para gran sorpresa del espectador no acaba de desarrollarlo. La posible explicación es que el guión ya posee muchas líneas argumentales y que además, puede ser que tenga en mente realizar una segunda parte de este proyecto, y la verdad es que en bandeja lo tiene.
Frases destacadas “The machine”:
Paul Dawson: “Los hechos son los hechos”
Ava: “No está programado, es autodidacta”.
Ordenador Verde: “Desde las ventanas se ve el mundo. Son bonitas y te hacen sentir menos solo”.
Vincent: “Aún no entendemos por qué. A los pocos meses de la operación pierden la capacidad del habla”.
Ava: “Electrones flotando en helio supefluido”
Vincent: “No mates a nadie más. ¿Lo entiendes Maquina?”
Máquina: “Los sentimientos me ayudan a imaginarme la situación”
Vincent: “¿Cómo sé si estás viva o sólo eres una imitación inteligente de la vida?”
Máquina: “¿Cuándo veré un amanecer de verdad Vincent?”
Vincent: “¡Información integrada espontánea! ¡Conciencia!”
Thomson: “Las máquinas conscientes son lo último que necesitamos. ¿Te haces idea de lo peligroso que puede ser?”