«Tiburón», la joya de Steven Spielberg, marcó un antes y un después en la historia del cine gracias a una cuidada dirección y una increible labor de montaje.
La película “Tiburón” llegó a nuestras pantallas en 1975, y, desde entonces, no ha dejado de fascinar a los seguidores del séptimo arte. Desde el primer minuto un joven Steven Spielberg logra enganchar al espectador por la maestría con la que conjuga los elementos artísticos y literarios. Basada en la novela de Peter Benchley, «Jaws«, el director de “Parque Jurásico” creó, con esta obra de arte, el género conocido como Blockbuster.
“Tiburón” es algo más que la historia de un escualo que devora hombres, es la vida de un pequeño pueblo de la costa de Nueva Inglaterra, Amity, cuyo principal modo de subsistir no es otro que el turismo, un motor que se verá amenazado por el gran temido rey del mar. Por otro lado, está la relación padre e hijos del capitán de policía Brody, y su lucha por combatir contra la falsedad y la corrupción de unos políticos que están dispuestos a arriesgar vidas con tal de no perder los beneficios económicos que les reporta una playa abarrotada de turistas.
El argumento se divide en dos grandes partes. En la primera, Spielberg desmenuza con mimo la vida e historia de los personajes así como la del pueblo en el que habitan, e, inmediatamente después, asistimos a la trepidante caza del gran protagonista.
Con cada plano y cada fotograma que pasa te enamoras aún más de esta excelente cinta. Spielberg sabe, como nadie, dotar de la medida justa de suspense a cada secuencia que gana más por lo que no se ve que por lo que muestra. Nadie ha podido lograr lo que el director de «ET» consiguió con «Tiburón», construir una Monster Movie sin causar risa o aburrimiento, una tarea prácticamente imposible en nuestros días. “Jaws” demuestra que no es necesario regar de sangre cada acontecimiento para aterrorizar al espectador, basta con saber hacer las cosas bien. Y es que todo fluye con maestría en esta cinta.
Pese a lo rudimentario del momento, el tiburón de Spielberg se impone a los avanzados escualos digitales de la actualidad creando una mayor sensación de realidad.
La interpretación de los ya fallecidos Robert Shaw y Roy Scheider y del veterano Richard Dreyfuss es más que notable. Su aventura y conversación en la segunda mitad del largometraje son una de las más interesantes de la historia del cine, en la que cada personaje aporta la dosis perfecta de drama al filme. Robert Shaw logra revolver al espectador en su asiento con el formidable y escalofriante relato sobre lo ocurrido con el USS Indianápolis el 30 de julio de 1945.
Una banda sonora eterna
¿Qué decir de la mítica música de John Williams? Solo él supo crear un personaje más sin el que «Tiburón» no tendría sentido. Sus acordes pusieron y aún ponen los pelos de puntas a millones de espectadores creando esa incómoda sensación de saber que no estás solo ni a salvo en las profundidades del océano, convirtiendolos así en una de las bandas sonoras por excelencia del séptimo arte.
¿Quién no mira atrás cuando se adentra en el mar? ¿Quién no nada con cierta tensión si nota algo cerca? El miedo al gran escualo surgió, sin duda, a partir de esta sintonía. Prueba de su grandeza es que cosechó grandes éxitos tanto en la taquilla como ante la crítica. John Williams hizo triplete y se alzó con el Globo de Oro, el BAFTA y el ansiado Oscar.
Poco más cabe decir sobre una de las películas que marcó un antes y un después en la historia del cine. Spielberg nos desmostró que, sin duda, está hecho para contar historias con las que entretener y sobrecoger al soberano público.
Frases destacadas de “Tiburón”
- “Esos ojos sin vida, de muñeca…cuando se acerca a uno, se diría que no tiene vida, hasta que le muerde”
- “Todo es cuestión de psicología. Si grutas ¡barracuda! Todos dicen ¿bueno y qué? Si gritas tiburón, cunde el pánico y adiós temporada de verano.”
- «Hay dos maneras de solucionar esto, o matas al animal o lo dejas sin comida.»
- “Necesitará otro barco más grande…”
- “¿Te gusta el pescado? Bueno a él también le gustas tú?”
- “Cuando empiece a correr, suelta esa soga o perderás las manos. He visto gente perder los dedos. El mar está lleno de ellos.”
- “¡En la ciudad hay un taxidermista que va a tener un ataque cardíaco cuando vea lo que le traigo!”