«Tímidos anónimos» es una comedia romántica que se deja caer por los tópicos del género con gracia y originalidad de la mano de un guión directo y divertido y una pareja protagonista entrañable e indudablemente simpática. Jean-Pierre Améris dirige esta pequeña joya dentro de un género tan sobado como la comedia romántica y consigue lo impensable: que sea apta para todos los públicos; tanto para los amantes del exceso de azúcar en el cine como para los que no han conseguido terminar de ver “Tienes un e-mail” por vergüenza ajena.
La culpa la tienen, en gran medida, un guión estupendamente construido, rápido y que no se detiene en demasiadas concesiones a la ñoñería en favor de la comedia, y una pareja de protagonistas soberbia en la que destaca solo un poquito por encima de su compañera el belga Benoît Poelvoorde, (“Ocurrió cerca de su casa”) que interpreta al desquiciante y desquiciado Jean-René Van Den Hugde, el director de una fábrica de chocolate incapaz de enfrentarse a una simple conversación con una mujer (y no digamos ya a una relación). Cierra el tándem Isabelle Carré dando vida a Angélique Delange, maestra chocolatera empleada del primero, con quien comparte también dificultades para relacionarse en el mundo exterior.
Ambos personajes luchan contra sus demonios interiores, su timidez y su emotividad excesiva en una historia que casi parece guiñarle un ojo a la famosísima “Amélie” con una estética que entronca con la de la película de Jean-Pierre Jeunet en momentos puntuales, como en la ropa de todos verdes y rojos que viste Carré a lo largo del film. Pero poco más tienen que ver ambas cintas, además de nacionalidad y personajes al borde del comportamiento patológico. Tímidos anónimos se mueve con soltura en la comedia y no deja que el romanticismo mal entendido le estropee unos buenos chistes y situaciones extravagantes como la cena en un restaurante que comparten los dos protagonistas en su primera salida juntos, una escena en la que se suceden los gags de forma inesperada y absolutamente efectiva (incluye entrada triunfal con el “You are my destiny” de Paul Anka).
You are my destiny- Paul Anka
Toda esta construcción romántico-humorística está recubierta por el chocolate que los protagonistas fabrican, comen y venden a lo largo de todo el metraje cuando tienen tiempo para sobre ponerse a sus fobias. Como dice el personaje de Isabelle Carré lo importante del chocolate es la amargura, y en esta película lo importante, lo que la hace única, es la acertada mezcla de dulzura y humor (una taza de dulzura, taza y media de humor).
Frases destacadas de «Tímidos anónimos»:
- Jean-René Van Den Hugde: «¿Damos un paseo?»
- Angélique Delange: «Lo importante en el chocolate es la amargura».
Calificación: 7