Stephen Daldry vuelve a hacer gala de su amor por las historias y contextos controvertidos con «Trash», aventura enmarcada en las favelas del Brasil más marginal.
El innegable atractivo audiovisual que derrochan, además de contrastar con su precariedad y la funesta realidad a la que envuelven, convierte a las favelas Brasileñas en el marco perfecto para una nueva pieza del cine comprometido al que el realizador británico Stephen Daldry nos tiene acostumbrados. Desde su emocionante y agridulce —en relación a su capacidad para dibujar sonrisas y exprimir los lacrimales del espectador— debut con la sobresaliente “Billy Elliot” (2000), todas y cada una de las cintas de Daldry han destacado, más allá de por su calidad, por lo delicado y arriesgado de unas temáticas que, de haber sido tratadas con un sólo ápice de amarillismo, o pretensión excesivamente lacrimógena, hubiesen convertido filmes brillantes en bochornosa porno grafía emocional. Prueba de ello es el, para el que suscribe, único desliz en la carrera del director que, bajo el título de “Tan fuerte, tan cerca” (2011), convirtió la tragedia del 11-S en un deleznable artificio recolector de lágrimas que diluyeron el recuerdo de la magnífica oda a la figura de la mujer de “Las horas” (2002), y la sensual controversia de “The Reader” (2008).
Por suerte, y pese a lo propicio del contexto socio-político y la premisa de “Trash” para caer en la sensiblería más chabacana, Stephen Daldry parece haber aprendido de sus errores, y ha sabido huir del melodrama de su último trabajo hasta la fecha para convertir la historia envuelta de pobreza y corrupción en un relato vigoroso, intenso y, contra todo pronóstico, incluso festivo, que huye del drama más sobrio para afrontar la dureza de su contenido con un inusitado humor rebosante de sorna. Gran parte del mérito a la hora de generar este tono, que tan especial hace a la cinta, recae sobre los hombros del irreverente trío protagonista que, como si de una versión marginal y tristemente realista de Los Goonies se tratase, se enfrenta a una aventura que les queda grande, y que consigue atrapar durante dos ajustadísimas horas en las que lo mejor de “Ciudad de Dios” (Fernando Meirelles, 2002) y “Slumdog Millionaire” (Danny Boyle, Loveleen Tandan, 2008) confluye dando lugar a una muestra del mejor entretenimiento-social “palomitero».
Del filme de Boyle, “Trash” recoge ese sentido del espectáculo y el júbilo que prevalecen sobre el mohíno entorno en el que se desarrolla la trama; de la obra magna de Meirelles, la violencia de a pie de calle que se vive en las zonas marginales de Brasil, y la capacidad para radiografiar con contundencia la vis más oscura de un país con contrastes tan extremos. Ayudado por este infalible cóctel referencial, Daldry da forma a un largometraje que, pese a no estar destinado a perdurar en la memoria del espectador una vez salga de la sala y comience a desleírse el mensaje esperanzador y vitalista que transmite, resulta una experiencia y absolutamente satisfactoria gracias a un sentido del ritmo y del montaje verdaderamente admirables, a unas secuencias de acción vibrantes, y a un elenco principal anglo-brasileiro que termina de dar el empaque y el carisma necesarios para convertir la película en un producto tan estimable.
“Trash” se sobrepone con creces a su planteamiento y da lugar a un ejercicio de entretenimiento de primera categoría en el que alma, mensaje, carisma, y un sentido del ritmo apabullante confluyen en un ensalzamiento de la amistad y el coraje, sin dejar de lado el cariz social que toda pieza de Stephen Daldry debe atesorar.
Frases destacadas
- Rafael: “My name is Rafael, I am 14, I work in the trash.”
- Father Julliard: “Wherever there is corruption and injustice, there are dollars.”
- Olivia: “Why are you doing this?”
- Gardo: “Because is right.”