«Turbo Kid» te enamora del mismo modo que la chica perfecta. Es dulce, tierna, está loca, y adora esos referentes que no todo el mundo se atreve a reivindicar.
Arranca el proyector. Las luces de la sala se apagan. La pantalla se ilumina, y lo primero que estimula mis retinas y, lo que es más importante, mi espíritu trasnochado y nostálgico de una época que no llegué a disfrutar plenamente —cosas de la edad—, pero que he terminado adoptando como propia, es una mención con una deliciosa obsolescencia gráfica al difunto LaserDisc. Instantes después, el logotipo de RKSS Films, emulando las formas del símbolo de la gloriosa Cannon, da paso a una introducción cuya voz en off arranca con un «Este es el futuro. Es el año 1997.» sobre una base de sintetizadores y la imagen de un páramo desolado.
Sin tan siquiera haber comenzado, “Turbo Kid” no sólo había puesto todas las cartas sobre la mesa, sino que también me había hecho sentir mariposas en el estómago que revolotearían con fuerza hasta el fundido a negro final.
Para un chaval perteneciente a la última generación analógica como el que suscribe, y para cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad que sepa captar el alma latente en largometrajes como este, “Turbo Kid” es un sueño húmedo en el que cada alusión a la cultura pop de los ochenta y noventa se transforma en una de esas cálidas miradas a los ojos que te enamoran poco a poco; y lo hace con una sinceridad aplastante, optando por el homenaje obvio y la falta de tapujos al ejecutarlo, y huyendo en todo momento de cualquier aproximación a la parodia que hubiese destruido toda la magia que envuelve al filme.
Sobre la base principal estética y de ambientación, edificada sobre universo creado por George Miller en “Mad Max” (1979) y salpimentada con las persecuciones a dos ruedas de “Los Bicivoladores” (Brian Trenchard-Smith, 1983), la retahíla de fuentes de las que bebe “Turbo Kid” y de referentes que se pueden encontrar en ella es abrumadora, y va desde el videojuego “Megaman”, del que se hereda el diseño del traje de Turbo Rider , hasta el necesario cubo de Rubik, pasando por flamencos rosas, walkmans, hogueras de cintas VHS, personajes que parecen salidos de un episodio de “Jem & The Holograms”, mil y un frases extraídas casi directamente de clásicos como “Cuando el destino nos alcance” (Richard Fleischer, 1973), y un arma con un sospechoso parecido al malogrado Power Glove de Nintendo, que ya hizo sus pinitos en pantalla en “El pequeño mago”. Por el amor de Dios, hasta la aparición de Michael Ironside como el villano Zeus podría considerarse como un homenaje por si mismo.
Pastiche referencial aparte, y dejando de lado las carencias narrativas que adolece, y que no influyen en absoluto para su disfrute, lo más destacable de “Turbo Kid” es su capacidad para no reducir su atractivo a una amalgama de iconos y a la nostalgia. El trío de directores y guionistas han dotado a su primer largo de un genial choque entre los momentos más dulces, fruto de la historia de amor entre el protagonista y la adorable Apple —que personifica la esencia del filme—, y la salvajada splatter ultra violenta, jaranera y artesanal que poco tiene que envidiar a clásicos como la “Braindead” de Peter Jackson. Dos caras de una misma moneda que, cuando coinciden en pantalla, regalan momentos memorables en los que el romance naíf y la casquería de primera categoría se abrazan para robarnos el corazón y recordarnos que, más que una película, “Turbo Kid” es una auténtica fiesta.
Por lo que a mi respecta, el cine, entre otros motivos, se creó para dar a luz productos como este. Para volcar las filias de cada uno en obras tan honestas y rebosantes de amor como “Turbo Kid”; una cinta que, al igual que la chica —o el chico— perfecta, te enamora por ese contraste entre su lado más sensible y su vis más demencial, y por profesar adoración por ciertos referentes culturales que muy pocos se atreven a pregonar tan a viva voz y sin prejuicio alguno.
Frases destacadas de «Turbo Kid»
- Apple: «This is my gnome stick.»
- Narrator: «This is the future. This is the year 1997.»
- The Kid: «I’m a superhero.»
- The Kid: «The water is people.»
- Apple: «You could totally be Turbo Kid.»