Una enfermedad incurable y la relación entre un doctor y su ayudante son los puntos clave de una cinta que destaca sólo por la actuación de sus protagonistas.
En su última película, “Hipócrates” (2014), Thomas Lilti nos invitó a una reflexión sobre el sistema médico actual. Ahora vuelve a adentrarse en ese mundo con su nueva película, “Un doctor en la campiña”, en la que vuelve a coincidir con Marianne Denicourt, dándole además un papel con mucha más presencia en la pantalla.
Una grave enfermedad
“Un doctor en la campiña” nos sitúa en una zona rural francesa. En ella reside Jean-Pierre Werner (François Cluzet), que lleva ejerciendo como médico en ese lugar durante 30 años. Su vida cambia repentinamente cuando el doctor Norés (Christophe Odent) le notifica que padece una grave enfermedad. A partir de ese momento Jean-Pierre tendrá que convivir con una ayudante enviada por el propio Norés, Nathalie Delezia (Marianne Denicourt). Pronto las diferencias entre ellos se hacen evidentes y tendrán que superarlas.
Si en “Hipócrates”, Lilti nos contaba la historia de un joven médico que comparte protagonismo con alguien mucho más experimentado que él, en “Un doctor en la campiña”, aunque con algunas diferencias, se repite esta historia. En este último caso se trata de una doctora experimentada en la gran ciudad pero con nulos conocimientos sobre cómo tratar pacientes en el entorno rural. Ya sabéis que no es igual la vida en el campo que en la ciudad, y los enfermos en el primer caso prefieren a veces ser tratados en casas, mostrando esta cuestión de una forma medianamente realista. Otra cosa que tienen ambas cintas en común es la presencia, directa o indirecta, de la muerte.
Ciñéndonos al caso que nos ocupa, desde los primeros momentos de la película se puede comprobar esta tesitura. Un tumor inoperable es detectado al doctor Werner y éste ve como su vida cambia completamente con la aparición de su nueva ayudante, quien poco a poco le hará ver las cosas de otro modo. Sin duda, las secuencias entre los dos médicos son de lo más destacado del largometraje.
Poco más que destacar
Es en esos momentos dónde el nivel del filme sube, porque tanto François Cluzet como Marianne Denicourt son dos actores con un recorrido amplio en su filmografía y que saben cómo desarrollar sus personajes. Se nota especialmente en la experiencia y temple de Cluzet y en cómo Denicourt está ya habituada a trabajar con Lilti, quien demuestra que tiene buena mano en lo que se refiere a todo lo relacionado con el mundo de la medicina debido a que fue médico .Este aspecto es el único destacable de “Un doctor en la campiña”, porque en el resto de los mismos está bastante por debajo. La historia en sí no resulta muy llamativa y se desarrolla de forma poco dinámica, sin terminar de atrapar en ningún momento al espectador. Tampoco tiene más alicientes que la hagan más atractiva.
Así pues, “Un doctor en la campiña” no tiene nada bueno que destacar a excepción de la actuación de los dos protagonistas y la decente recreación de la acción médica en el medio rural. Se podía haber sacado más partido de una cinta lastrada por una floja historia y que no termina de encontrar su sitio en ningún momento.
Frases destacadas de “Un doctor en la campiña”:
- Jean-Pierre: “Ser médico rural no se aprende. Se nace”
- Nathalie: “¿Por qué me trata mal?”
- Norés: “Sigue con los pacientes. Es lo mejor que puedes hacer”
- Jean-Pierre: “Respetamos las leyes de la naturaleza”
- Jean-Pierre: “Luchamos completamente contra una barbarie. Y al final ganará ella”.