Esta película lo tiene todo, un gran reparto, una formidable historia y una gran directora que sabe jugar sus bazas sabiamente.
Todo un mito
Ruth Bader Ginsburg es una de las figuras públicas, aún con vida, más importantes de la historia contemporánea estadounidense. Fundó la sección de derechos de la mujer en la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles y, en la actualidad, forma parte de la Corte Suprema. Daniel Stiepleman, guionista de “Una cuestión de género”, nos cuenta su trayectoria personal y profesional desde que comienza a estudiar derecho en la prestigiosa Universidad de Harvard hasta su famoso primer litigio contra el Supremo. Ginsburg es una mujer fuerte que lucha por la igualdad y los derechos de la mujer. La afortunada que ha tenido la suerte de darla vida en el celuloide es Felicity Jones. La actriz británica parece estar especializándose en biopics de mujeres fuertes, porque interpretó a Jane Hawking en “La teoría del todo”, Jill Barker en “Una historia real”. En este caso hace un estupendo trabajo lleno de matices al interpretar a esta mujer, que profesaba la religión judía, que estuvo felizmente casada con su único marido Martin. Juntos se enfrentaron a grandes retos personales y profesionales, haciendo un gran equipo en una relación donde la igualdad era el estandarte. Armie Hammer es el encargado de interpretar a Martin, esposo de Ruth. Ambos crean una pareja solida en la pantalla, que respira una profunda amistad y ternura, que acabará cautivando al espectador.
Mimi Leder tras su participación en una de las mejores series de los últimos años, “The leftovers”, regresa al campo del séptimo arte. La narración de la realizadora neoyorquina es ágil, cargada de emotividad, le dota de gran fuerza, aunque encontramos una cierta pérdida de objetividad al rendir una incontestable pleitesía. Ni Stiepleman ni Leder encuentran aristas o aspectos negativos en la personalidad de Ginsburg, o no se atreven a explorarlos. El motivo puede deberse a que es todo un icono pop, un símbolo de la resistencia pública. Ambos se centran más en la lucha de esta mujer contra el conservador sistema penal por un ideal, un sueño, que liberó a la sociedad estadounidense de las invisibles cadenas que la ataban a una férrea escala de valores y creencias dominadas por un conservadurismo rancio, haciéndola más igualitaria. “Una cuestión de género” es sumamente positivista. Encuentra en el amor, respeto y la colaboración las claves para una convivir en una sociedad igualitaria. También pone de relevancia que las Cartas Magnas envejecen con gran fragilidad, porque la sociedad evoluciona a gran velocidad mientras que la Ley de Leyes se va quedando obsoleta generación tras generación. De tal forma que el guionista del filme abre un interesante debate social de carácter universal, porque eso pasa en Estados Unidos y en España.
La herencia de Frank Capra
Leder equilibra todos estos elementos para hacer una maravillosa narración que acaba cautivando al espectador, a pesar de que este sepa que está ante un producto manufacturado y pensado para hacer una gran caja en la taquilla. Obviamente, este tipo de personajes públicos con gran fuerza son muy atractivos para la industria cinematográfica. Quién no recuerda a “Erin Brockovich” (Steven Soderbergh, 2000). Todos estos productos son iguales en el fondo y la forma. Pero no olvidemos que el objetivo de la industria cinematográfica hollywoodiense es entretener y hacer pasar un buen rato al espectador. Da igual que le cuenten la misma historia 100 veces. Quién no recuerda a los abogados Jefferson Smith de “Caballero sin espada” (Frank Capra, 1939) o Atticus Finch de “Matar a un ruiseñor” (Robert Mulligan, 1962), al que se le hace referencia explícita en el filme. Ruth Ginsburg conecta perfectamente con estos personajes más allá de la abogacía. Su nexo es la bondad inherente al género humano. Ella, al igual que Smith o Finch, se sustenta en el núcleo familiar, que la apoya, la sustenta y hace progresar. Le ayuda a ver como va cambiando la sociedad en la que ella está inmersa.
Ahora coinciden en la cartelera dos largometrajes de corte similar, hablamos de la exitosa y oscarizable “Green Book” y “Una cuestión de género”. La genialidad de Mimi Leder reside en dejarse llevar por la sabiduría de esos maestros que son Capra o Mulligan, y dar un paso adelante, al dar una vuelta de tuerca al introducir el feminismo, la lucha de la mujer por la igualdad en una sociedad dominada por el hombre. También, deja claro que la democracia no es un sistema perfecto, y que cada día Ginsburg, al igual que Arthur Kirkland, luchan por una “Justicia para todos” (Norman Jewison, 1979) para hacer de este mundo, un mundo mejor.
Frases destacadas:
- Erwin Griswold: “Vayamos de una a una para que todas ustedes nos digan de dónde vienen y por qué están ocupando una plaza en Harvard que podría haber sido para un hombre”
- Ruth Ginsburg: “La semana pasada me dijeron que las mujeres somos muy sentimentales para ser abogadas”
- Dorothy Kenyon: “Fíjese en su generación, está pidiendo el cambio”
- Mel Wulf: «La moral no gana los juicios. Mira a tu alrededor«
- Dorothy Kenyon: «John Adams se olvidó de las mujeres. Ya es hora de retomar la lucha«
- Jane Ginsburg: “No es un movimiento si os quedáis todos sentados. Es un grupo de apoyo”