Un nuevo intento de Arnold Schwarzenegger por demostrar al público que es algo más que una vieja gloria del cine de acción.
Viene siendo habitual que muchas estrellas del mundillo cinematográfico intenten cada vez que pueden evitar el encasillamiento en el que pueden encontrarse. No sólo para demostrar a la crítica o al público lo que valen, sino también para demostrarse a sí mismos que son capaces de mucho más que ser una cara bonita o caminar delante de explosiones sin pestañear. Arnold Schwarzenegger ya intentó demostrar eso en cintas como «Maggie» (Henry Hobson, 2015) y, aunque puede que tenga sus limitaciones como intérprete, está bastante claro que puede llegar a ser algo más que la sombra de lo que fue.
Un reparto por encima de lo esperado
Un padre de familia, Roman, (Arnold Schwarzenegger) buscará venganza contra el controlador del aeropuerto (Scoot McNairy) responsable del fallecimiento de su mujer e hija. Filme basado en hechos reales, en los que en julio de 2002 un avión se estrelló dejando numerosas víctimas mortales.
Javier Gullón firma el libreto de esta historia sobre la impotencia y el error humano, pero desgraciadamente no consigue destacar entre otras tantas películas que han tratado temas similares. «Una historia de venganza» se centra en los puntos de vista de dos personajes diametralmente opuestos a lo largo de su escasa e insuficiente hora y media. Durante gran parte del metraje veremos cómo sus protagonistas procesan la tragedia de forma distinta, siendo muchísimo más interesante la encabezada por Jake, el controlador aéreo. Él es el principal responsable del accidente pero no se lo trata como si fuera un villano. El arrepentimiento y el sentimiento de culpa es tal que las consecuencias en su vida personal son inevitables y se muestran con convicción y sensibilidad. Scott McNairy está totalmente comprometido con el papel y nos brinda una actuación sobresaliente, exprimiendo todo lo posible lo que su personaje puede ofrecer. Schwarzenegger sorprende positivamente en su papel de padre no sólo afectado por la pérdida de su familia sino también superado por las trabas que le ponen a la hora de intentar contactar con el responsable del accidente y obtener respuestas sobre lo que ocurrió.
Un director con limitaciones
Desgraciadamente, la dirección no consigue dar de sí lo que uno podría esperar de una historia, a priori, tan potencialmente interesante. Elliott Lester es el encargado de narrar los acontecimientos e intentar transmitir la emoción requerida, pero nada más lejos de la realidad. La película arranca de forma prometedora, nos pone en contexto rápidamente y consigue provocar la tensión necesaria cuando se nos muestra cómo el personaje de Jake pierde la comunicación con los dos aviones a los que estaba dando indicaciones. Lester sabe aprovechar los pocos recursos que tiene y decide no salir de la torre de control, dando como resultado la secuencia más destacable de todo el film. A partir de entonces, Lester se centra en mostrar las consecuencias del acontecimiento, pero pasa mucho tiempo hasta que el personaje de Roman decide tomar medidas poco ortodoxas, además de que Lester tiene algunas oportunidades a la hora de conseguir que empaticemos con él, pero no las llega a aprovechar tanto como uno desearía. Esas son las principales razones por las cuales uno llega a la conclusión de que unos minutos más de metraje para desarrollar mejor el desenlace de los acontecimientos habrían sido muy de agradecer. En su lugar tenemos un tercer acto demasiado breve, que decide apostar por sorprender al espectador, pero fracasa en el intento.
«Una historia de venganza» se desvanecerá entre los recuerdos de aquellos que, atraídos por la presencia de Arnold Schwarzenegger como cabeza de cartel, se topen con una película que poco la diferencia de un telefilm de sobremesa más que la labor de su reparto.
Frases destacadas de «Una historia de venganza»:
- Azafata: Voy a tener que pedirle que escuche con mucha atención lo que tengo que decirle.
- Roman: Lo que me gustaría es que alguien pidiera disculpas por matar a mi familia.
- Jake: No soy una mala persona. Sólo quiero que el dolor que llevo dentro desaparezca.
- Roman: No hay nadie que se haya disculpado. Nadie.