Comedia absurda que cierra la trilogía que aborda una reflexión sobre la existencia
Una trilogía y tres maneras de entender la muerte
El director sueco Roy Andersson cierra su trilogía sobre el absurdo existencial llevado a cabo durante los últimos 15 años mediante su abertura en “Canciones del segundo piso” (2000) y su continuación “La comedia de la vida” (2007), para cerrarla, llevándose con ello el León de Oro de Venecia del pasado año, con su broche más humorístico “Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia”.
El filme al que vamos a intentar abarcar, se abre con un divertido y la vez reflexivo juego en el que Andersson nos muestra tres maneras sociales de enfrentarse a la comicidad de la muerte como culminación de la comicidad de la vida. Para ello nos presenta la incomunicación marital fruto de los que han estado viviendo juntos durante años, las problemáticas fraternales que nacen del egoísmo y las rencillas personales por encima del amor familiar y por último, la respuesta de un entorno social a la pérdida de los bienes pagados por quien acaba de fallecer.
Frialdad nórdica
Al postrarnos ante el personal estilo, tanto temático como visual, de Roy Andersson, no podemos evitar distanciar la mirada y encontrar ciertas similitudes con el cine del finlandés Aki Kaurismaki, quien también se vale de una puesta en escena que evidencia la irrealidad de lo mostrado y cuya intención es valerse del artificio para hablar claro y tendido sobre una realidad social ambientada en su propio contexto histórico y cultural. Lo mismo hace el director sueco, tan solo que su puesta en escena podría ser incluso más radical. Comparte con Kaurismaki el gusto por contrastar la pasividad de la imagen con el rock and roll, pero mientras el primero no duda en valerse del montaje (en ocasiones incluso con reminiscencias del cine de Yasujiro Ozu), éste se limita a los planos fijos que se prolongan en el tiempo, contando con planos secuencias muy meritorios tanto en su longitud temporal como en composición coral de actores. Adoptando una frialdad y estatismo que parecen sacados de un lienzo del hiperrealista norteamericano Edward Hopper, aunque huyendo de la soledad individual (aunque no de la colectiva) que vimos en “Shirley: visiones de- una realidad” (Gustav Deutsch, Austria, 2013), se recrea en una escenografía que busca una precisión fotográfica milimétrica, dejando a los actores desenvolverse en el espacio construido para evidenciar los males individuales y sociales de los que adolecen.
La comedia del absurdo en una sociedad enferma
Algunos personajes se escapan de las mortuorias garras de los muertos en vida, quienes aparecen muy escasamente en la película y son gente joven y con amor que exteriorizar. Por otro lado, ocupando la parte central del filme, tenemos una radiografía caleidoscópica de una sociedad alienada que estudia su propio pasado, desde la derrota de las tropas del rey Carlos XII en el siglo XVIII, pasando por los principios del siglo XX hasta llegar al día de hoy, compartiendo espacio y a la vez tristeza y frialdad. El relato se mueve por los dos protagonistas presentes en gran parte de la obra, dos ridículos inadaptados que tratan de sumergirse en el mundo laboral sin ser conscientes de lo grotescos y obsoletos que resultan los productos que intentan vender. Dos tristes figuras que, como casi todos los personajes de la cinta, lucen un muy pálido y enfermizo rostro a la vez que se pierden en una incomunicada tristeza repleta de una manta de incomprensión que se desliza tanto sobre el resto de personajes como sobre ellos mismos. El tormento y la alienación llevará a los personajes a perderse en un mundo inconexo y absurdo, donde algunos no sabrán ni en que día viven, mientras que otros parecerán haberse confundido de época. La consecuencia de todo ello son los temores y las crueldades mostradas en dos escenas clave de la película, donde nacen los miedos, se ejemplifican y se crea una perturbación que vacila al alma humana, como advirtiéndola de que la frialdad y la falta de empatía acabarán siendo los desencadenantes de las maldades del ser humano ligadas a una normalización social, como la de esos ancianos que parecen observar impasibles como su sociedad se ha levantado aplastando a otras.
Frases destacadas de “Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia”
- “Sigues igual de cruel que siempre”.
- “Te darán joyas nuevas en el cielo”.
- “¿Qué tiene de bonita una piedra en el zapato?”.
- Sam: “Jonathan lo siento. Me he portado mal contigo. Perdóname. Quiero que volvamos a ser amigos. Eres mi único amigo”.
- Jonathan: “Escucho una canción. Es preciosa, pero también es horrible”.
- “Con besos pagaremos ya que te viene bien si queremos tomar cerveza en el bar de Lotta”.