Mar. Mar 19th, 2024

Hay películas que son radiografías humanas. Y tú, querido espectador, las ves con hambre de voyeur y ríes  o lloras; y disfrutas del arte cinematográfico usado como vehículo para retratar las miserias ajenas. A veces es agradable y cómico pero otras veces es duro enfrentarse a tus propios secretos y miedos o a esos fragmentos de personalidad que ceden a la hipocresía gobernante o a la crueldad, también mayoritaria. Con En la ciudad Cesc Gay ya desnudó a los personajes mientras te los acercaba para que vieras, en forma de drama, la segunda piel de unos tipos que realmente eráis tú y tus amigos. Y te encantó, querido espectador. Te encantó ser testigo de cómo los amigos que dicen ser tan amigos no se conocen tanto cómo creen. Aunque te asustó verte reflejado. Cesc Gay te debía una película menos dura, igual de verdadera pero con algo menos de mala leche. El director ha cumplido su promesa (aparentemente) con su último film, Una pistola en cada mano. Tanto a ti como a las mujeres de En la ciudad les debía un segundo acto.

Y está claro que Una pistola en cada mano es ese segundo acto de En la ciudad. Donde el director disecciona varios encuentros entre conocidos, amigos, compañeros de trabajo o viejos amantes con un ingenio envidiable y con mucha, mucha gracia. En esta película de episodios las mujeres salen bien paradas, ellas han madurado, son más inteligentes, saben lo que quieren pero ellos… ellos son perdedores. No atractivos perdedores, sino más bien ridículos hombrecillos incapacitados para comunicarse, para degustar la felicidad que da la madurez. Sin embargo, todos son lo honestos que su hombría les permite ser… que no es poco.

Cesc Gay conoce la naturaleza del ser humano mejor que cualquier director español vivo y por eso sus películas dejan de ser películas en la mente del espectador. Una pistola en cada mano es una comedia solo en apariencia, porque dentro de ella hay mala baba. El dolor rodea cada capítulo protagonizado por dos actores que son un deleite para el que le guste la interpretación en su estado más natural, la interpretación de fulanos y fulanas de carne y hueso.

Todo comienza con una conversación sublime a las puertas de un ascensor entre Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia. Un “¡Qué pasa! ¿que no me conoces?” abre unas líneas de diálogo hilarantes en su oscuro significado, el del reencuentro de dos hombres grises que se animan observando como a uno le va mejor que al otro. Aunque sea un espejismo.

Javier Cámara siempre tierno e irremediablemente cómico es el ex con ganas de volver… demasiado tarde. Y así una secuencia tras otra, todas brillantes. Ver un dialogo entre Ricardo Darín y Luis Tosar es un lujo para cualquier par de ojos. Al hombre nunca le gusta perder. Esa es la enseñanza de Cesc Gay. Esa y que Eduardo Noriega puede ser un tremendo actor si se le sabe dirigir bien, porque no creo que ese tono cómico maravilloso de ese encuentro entre el listillo de la oficina y la ex gorda que ahora está buena (Candela Peña) haya quedado así por casualidad.

Y Todo llega a su fin y Leonor Watling da lecciones de perdón y confianza y Cayetana Guillén Cuervo se muestra desafiante ante dos hombres incapaces de comunicarse entre ellos. Falsos e hipócritas. Y sí, esos hombres interpretados por Alberto San Juan y Jordi Mollá… somos todos.

Calificación: 7,5

2 comentarios en «Una pistola en cada mano»
  1. Estupenda pelicula que reafirma mi gusto y admiración hacia el cine de Cesc Gay. Estoy de acuerdo en entroncar este film con «En la ciudad» al retratar las relaciones entre urbanistas que esconden más de lo q dicen y en los que,si, podemos vernos reflejados los hombres.
    Gran critica con la q estoy totalmente de acuerdo.

    Saludos!

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