Llega a nuestras pantallas lo último de Alexander Payne, esta vez con una película de ciencia ficción que no pierde sus rasgos de autor.
Dentro del cine americano independiente, el nombre del director Alexander Payne se ha convertido en uno de los más importantes con películas como «Entre copas» (2004) y «Los descendientes» (2011). Su estilo, en apariencia cómico pero con un fondo dramático, se ha ganado las alabanzas generales debido a la naturalidad y sensibilidad que ofrece en su cine. Tras ofrecernos su mejor filme hasta la fecha, la maravillosa «Nebraska» (2013), ahora da una nueva vuelta de tuerca entrando en el terreno de la ciencia ficción con una argumento original y a priori prometedor.
Dos partes muy diferentes
Lo primero que deberíamos decir de «Una vida a lo grande» (2017) es que Payne no ha sacrificado ni su estilo formal ni sus intereses narrativos en el cambio de género, sirviendo el argumento como excusa para exponer algunos de los lugares comunes de su cine, como esos protagonistas fracasados que en este caso se reflejan en el papel principal de un gran Matt Damon, como es habitual. Sin embargo, también se puede adelantar que nos encontramos ante uno de los trabajos menos convincentes del director. El largometraje se divide en dos partes bastante diferenciadas, siendo la primera de ellas la mejor, en la que Payne expone el tema de empequeñecimiento de las personas para mejorar el medio ambiente y la sostenibilidad, así como el fondo humano de la pareja retratada por Damon y Kristen Wiig. El realizador se toma su tiempo para introducirnos en el relato, con la escena en la que se ve todo el proceso de la reducción detalladamente, el mejor momento de la película y visualmente muy interesante. Un comienzo de lo más interesante, que mezcla la ironía social con el drama intimista realmente bien.
Bajando el nivel
Es con la entrada del personaje interpretado por Hong Chau cuando la película por desgracia entra en terrenos más maniqueos. Aunque Chau realiza una gran interpretación y en principio parece que su personaje va a tener un desarrollo más interesante, Payne prefiere obviar el drama intimista que hasta entonces estaba tratando para añadir algo de lucha social demasiado de manual, con un final de aires épicos pero algo arquetípico en el que el personaje de Chau acaba cayendo en los tópicos mil veces visto como “chica de la película”. De hecho, tanto el realizador como su habitual colaborador en el guion Jim Taylor, fracasan estrepitosamente en su reflejo del sexo femenino, relegado en la cinta a papeles bastante típicos y desagradables, así como alguna situación abiertamente machista que empañan lo que no deja de ser, incluso en ese segundo tramo menos inspirado, una película entretenida, con un humor que funciona muy bien e ideas muy interesantes.
Técnicamente, los efectos visuales resultan muy acertados (no en vano son de Industrias Light & Magic) pero no consiguen comerse el estilo habitual del director ni en su uso de la fotografía y el montaje. Para la banda sonora vuelve a contar con su compositor habitual Rolfe Kent, aunque esto acabe jugando finalmente en su contra, ya que la partitura de Kent resulta forzada y anticlimática. En resumidas cuentas, podemos asegurar que nos encontramos ante el trabajo menos acertado de Payne, el menos inspirado a pesar de lo interesante y original de su propuesta. Aún a pesar de sus evidentes problemas, la película resulta lo suficientemente interesante (y eso que dura 135 minutos) y mantiene ciertos rasgos de estilos del director, así que podemos disfrutar de su personalidad mientras esperamos que su próximo proyecto sea un poco más atinado.
Frases de la película
- «¿La chorrada de salvar el planeta? te reduces para salvarte a ti mismo.»
- «La causa de todos los catástrofes de hoy en día es la superpoblación.»