La muestra de que el proyecto #littlesecretfilm para Calle 13 te puede traer lo mejor y lo peor. Pero ese es el riesgo, ¿no?
Chema García Ibarra deslumbró hace años con su cortometraje «El ataque de los robots de Nebulosa-5». He de admitir que no soy nada fan de dicha obra, lo cuál hace que no me haya sorprendido el mal rato que pasé viendo su largometraje «Uranes» el cuál sigue la misma forma y parece una versión larga de ésta.
¿Qué es «Uranes» pues?
La historia de José Luis, un chico que ha tenido una infancia difícil, pero que con la aparición de los Uranes, unos artefactos de origen desconocido, comienza a ver otra visión del mundo.
#Littlesecretfilm ha mostrado la cualidad de trabajar por los extremos. O bien nos encontramos películas de increíble calidad como «#RealMovie«o nos vamos al otro extremo, como hicimos con «Nunca he estado en Poughkeepsie«. Me temo que, desde mi más humilde punto de vista, «Uranes» está en el otro extremo.
Si bien tiene muchos elementos interesantes, en concepto, básicamente. La realización y puesta en escena deja mucho que desear. Y no es sólo una cuestón de recursos – otras obras de esta corriente han dejado muy claro que con presupuesto bajo se puede hacer cosas de un gran valor de producción – sino la forma estética (digamos) que decide el realizador en todas sus obras. Es su decisión, pero si no supiesemos quién es, la película podría haber estado hecha por cualquier estudiante de primero de comunicación audiovisual de nuestro país, lo cuál no favorece para nada a su difusión.
La voz en off omnipresente
Chema García Ibarra usa una voz en off constante, que te cuenta la historia completamente, con imágenes desconectadas de sentido. En algún lugar en internet he leído comentarios del tipo: “Quizás desde la salida de los obreros de la fábrica de los hermanos Lumiére, nadie nos había contando tanto enseñándonos, únicamente, una puerta” (fuente de la cita).
Sin embargo, hay que dejar una cosa clara, la que cuenta no es la puerta, sino la voz en off. No soy un nazi de las voces en off, vale que tampoco un fan, y una buena voz en off te puede crear momentos maravillosos (que se lo digan a Scorsese), pero la historia debe contarlas las imágenes. Eso es el cine. Una sucesión de imágenes que cuentan una historia. «Uranes» es una sucesión de imágenes, de lugares vacíos, en los que una voz en off cuenta una historia. No entraré en la catalogación de si eso es cine o no, ya me he ganado enemistades por ello y creo que depende mucho de cada caso, pero creo que «Uranes» no da la sensación de ser un largometraje.
¿Si eliminamos las imágenes de la obra, qué nos queda? Lo mismo. Si eliminamos la voz en off, la nada.
La necesidad de conflicto
Sin embargo, mi mayor problema con la película no es este, sino básicamente que me ha resultado aburrida. Los supuestos golpes de humor no me han parecido graciosos, la estaticidad de los planos (no hay ningún movimiento de cámara en toda la película) ha hecho que cada plano me resultase eterno. Pero, sobre todo, no hay conflicto. Y aquí es donde me sale el ramalazo de guionista: drama = conflicto. Sin conflicto, no hay nada. «Uranes» es una serie de anécdotas juntas, una detrás de la otra, puesta de tal forma de que ocupan un espacio mayor de 60′, interrelacionadas en conjunto alrededor de estos extraños artefactos, pero sin conflicto alguno en ninguna de sus partes.
Cuando vamos al cine, buscamos una historia que nos permita reflexionar sobre el mundo en el que vivimos. Esa historia necesita de unos personajes interesantes y un conflicto que nos atraiga y mantenga nuestra atención durante la duración total de la obra. Puede que «Uranes» tenga un par de conceptos muy interesantes, pero me temo que no tiene nada más de lo anterior.
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