Reestreno del clásico antibelicista soviético de Elem Kilmov
Reestrenar una película como «Masacre: Ven y mira» en salas de cine, por parte de la plataforma digital Filmin, no puede ser más acertado. Lo es porque la inconmensurable obra soviética de Elem Klimov, restaurada minuciosamente para las 74 edición del Festival de Venecia, es una experiencia cinematográfica concebida para ver en pantalla grande, envolviendo al espectador con la crudeza de sus imágenes y el inteligente uso de la edición del sonido.
La cinta, de casi dos horas y media de duración, realizada por encargo para conmemorar el 40 aniversario de la victoria del ejército rojo y los aliados sobre el nazismo, huye de propagandas heroicas y proyecta sus intenciones sobre el sufrimiento vivido por el pueblo durante la II Gerra Mundial. Ambientada en la Bielorusia rural de verano de 1943, nos muestra la partida de un preadolescente con el ejército. Descubriendo las penurias de unos soldados perdidos en el bosque, y siendo relegado a puestos sin importancia por parte de sus superiores, pronto sufre en sus carnes, acompañado de una joven lugareña, el ataque de la aviación alemana. A partir de este momento, la película, que hasta ahora era rica en diálogos e imágenes que eran pura metáfora, se torna más realista y cruda. La incomprensión de los diferentes sentimientos y emociones de la adolescencia, se pierden en una espiral de desgracia y dolor que acompañan al joven Florya.
El descubrimiento de la violencia nazi, los estragos que causa en la población local, transforman poco a poco a Florya en una especie de ser que tan solo lucha por su propia supervivencia y la de los suyos. Un proyecto de hombre que paulatinamente abandona cualquier atisbo de esperanza y cuyo odio por el enemigo aumenta sin cesar. Su recorrido por distintas zonas de su país natal, nos ayuda a comprender la idiosincrasia de quien sigue luchando y de mujeres, niños y ancianos que miran de sobrevivir a la ocupación germana. Todo ello abordado cinematográficamente con imágenes nublosas, que nos ayudan a comprender la perspectiva de Florya. Su obejtivo, llevarnos a uno de los clímax más crueles de la historia del cine y uno de los episodios más lamentables y execrables de la historia de la humanidad.
En su epílogo, comprendemos que cada disparo de rabia de Florya simboliza una victoria del ejército rojo. Klimov se vale del experimental para hablarnos del freno del nazismo, del fin de la barbarie. Pero siempre desde una perspectiva opuesta al enemigo. Mientras ellos disfrutan de asesinar a niños, sueñan con el exterminio del que consideran débil, nuestro protagonista, traumatizado y envejecido, se pregunta, ¿quién puede matar a un niño?
«Masacre: Ven y mira» es mucho más que una película antibélica. Su acabado visual y sonoro es abrumador, pero no solo nos sumerge en los horrores físicos de la guerra, sino en el psicológico. Porque resulta una película tremendamente humana, que se sustenta en la metáfora y el lirismo, auna verosimilitud y exaltación, y todo sumado nos deja uno de los mejores filmes de la historia. Cine superlativo y mayúsculo. No pierdan a oportunidad de verla en una sala de cine.
Frases destacadas:
- «Sí, nacer, amar…»