Mar. Mar 19th, 2024

Entre cine intimista y policíaco con cierto aire de film noir clásico y La Habana como bello telón de fondo, pero con un desenlace que no cuaja.

Recién llegada de la 64 edición del Festival Internacional de cine de San Sebastián, Vientos de La Habana es la primera de las “Cuatro estaciones en La Habana”, una miniserie de 4 episodios que TVE y Movistar+ estrenarán tras el paso de esta primera parte por la cartelera española. El director navarro Félix Viscarret (“Bajo las estrellas” (2007)) adapta la novela “Vientos de Cuaresma” de Leonardo Padula a partir de un guión del propio autor. Protagonizado por el detective cubano Mario Conde (Jorge Perugorría), la película relata el caso de asesinato de Lissette Nuñez (Mariam Hernández), una joven profesora del instituto donde él estudió. La investigación le llevará a perseguir a la mafia cubana por tráfico de drogas y a las carreras ilegales mientras intenta evadirse del caótico mundo en el que vive a través de una intensa relación con la joven Karina (Juana Acosta).

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Mario Conde, el detective cubano

El teniente Mario Conde es un personaje detectivesco recurrente en la obra de Padula como lo fueron Philip Marlowe en la de Raymond Chandler o Sherlock Holmes para Arthur Conan Doyle. Y aunque tiene la desgracia de compartir nombre con el famoso empresario y ex presidario español, las aventuras del policía cubano ya estaban en manos de muchos antes de que el caso Banesto saltara a los titulares, por lo que no existe ninguna conexión más allá de una desafortunada coincidencia. A diferencia de otros muchos detectives que abundan en la literatura pulp y en el cine negro clásico americano, Conde es un personaje mucho más terrenal, producto de la situación socio-política en la que vive y por tanto mucho mejor construido y profundo. No deja de poseer características comunes como la debilidad por el alcohol y las mujeres, pero solo son rasgos anecdóticos del personaje y consecuencia de una psicología más compleja. Esto hace destacar al detective hispano por encima de la literatura común y, en “Vientos de La Habana”, Jorge Perugorría sabe plasmarlo a la perfección con una interpretación realista y contenida, con muchos matices que Viscarret sabe destacar en un montaje al servicio del actor. El veterano intérprete cubano con clásicos a sus espaldas como “Fresa y chocolate” (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 1993) o “Guantanamera” (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, 1995) se hace dueño de la pantalla con su presencia carismática y una actuación perfecta. Sobre todo destacan las escenas de cena en casa de su amigo “El flaco” donde los diálogos entre Perugorría y los fantásticos Alexis Díaz de Villegas y Luis Alberto García son una delicia.

El otro gran protagonista de la película es La Habana. El director de fotografía Pedro J. Márquez que ya nos deslumbró con su pericia en los interminables planos secuencia perfectamente coreografiados e iluminados en “Secuestrados” (Miguel Ángel Vivas, 2010), saca lo mejor de la capital cubana y nos deja imágenes de una belleza visual increíble. En pocas ocasiones un director es capaz de plasmar un país ajeno como Viscarret lo hace en “Vientos de La Habana”, no solo gracias a la fotografía de Márquez, sino también plasmando las costumbres y la vida cotidiana cubana sin caer en los tópicos o exageraciones, demostrando respeto y amor por el país caribeño.

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CSI: La Habana

Si bien el personaje del teniente Conde está profundamente trabajado, parece que ha sido en detrimento de la trama principal. Aunque la cinta empieza sólida y capta nuestra atención, pronto se va deshilachando en diferentes subtramas paralelas, pero el momento en el que vuelve a confluir, como sería de esperar, no llega nunca y Viscarret no sabe rematar quedando un final que soso, anticlimático. El caso de asesinato no es más complejo o atractivo que cualquier episodio olvidable de “CSI:Las Vegas” (Jerry Bruckheimer, 2000-15) y el ritmo de la investigación es muy irregular. Durante la primera mitad del metraje el tono de suspense se mantiene correctamente, pero desaparece durante suficiente tiempo como para minar todo interés generado para retomarse al final de manera precipitada donde el efecto sorpresa brilla por su ausencia. A parte de su mala gestión, el caso deja un amargo sabor al ver que el profundo trabajo del personaje de Lissette y la genial interpretación de Mariam Hernández son desaprovechados. La misma sensación que deja el personaje de Juana Acosta, cuya belleza es retratada con mucha sensualidad pero, sabiendo que es una actriz con mucho carácter y fuerza, queda como un talento desperdiciado.

“Vientos de La Habana” es una película con sus luces y sus sombras. Mientras que Viscarret sabe aprovechar al máximo a Perugorría y a La Habana, se olvida de sus actrices, que quedan relegadas a mero deleite visual, y de la trama que, aunque intente decantarse por una película intimista sobre el personaje de Perugorría, no debería olvidar que en el fondo se trata de una cinta policíaca.

Frases destacadas:

  • Conde: “Policías investigando policías. ¿Qué coño está pasando?
  • Karina: “Me parece que vas por la vida pidiendo perdón porque crees que has hecho algo.”
  • Comisario: “A mi no me gustan los policías con problemas existenciales.”

Tráiler de “Vientos de La Habana”:

Por Pablo Lujan

Doctor en Biología Celular por la Universidad de Heidelberg. Compagino la ciencia con mi otra gran pasión: el Cine.

Un comentario en «“Vientos de La Habana” calma chicha»
  1. Desde mi opinión de simple espectador, a pesar de estar muy bien producida la serie, la fotografía, la banda sonora, las locaciones y algunas buenas actuaciones, el guión es bastante regular, sólo existe un personaje que se quiere elaborar (Conde), además cayendo en el Sherlock Holmes pero sin el lado riguroso de deducciones sino todo «por un presentimiento»

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