Este largometraje es una poderosa historia de mujeres donde el peso de la historia de las hermanas determina el futuro de la joven Badia.
5 bodas y siete funerales
Juliette, Violet y Antoinette son tres hermanas que viven en la apacible “Villa Touma” localizada en una destrozada Ramallah que se haya bajo la ocupación israelí. Ellas representan los restos de la minoría cristiana palestina. “Villa Touma” vivió momentos mejores. Tras la Guerra de los Seis Días, la familia Touma perdió prácticamente todas sus tierras y ahora ellas viven de las rentas y sumidas en una dura rutina que se verá interrumpida por la llegada de su joven sobrina huérfana, Badia. La joven, sin quererlo, hará que sus tres tías se enfrenten a la dura realidad. En un intento de preservar el nombre de la familia y su estatus social Juliette decide apuntarla a clases de piano y que Violet le enseñe francés para casarla con un joven cristiano palestino, presentándola en sociedad como que está recién llegada de un internado francés. De esta manera irán de boda en boda y de funeral en funeral con el objetivo que Badia encuentre un novio.
Una nueva perspectiva
La mano derecha de Eran Riklis, director de “The Syrian Bride” (2004) y “Los limoneros” (2008), la guionista de origen israelí Suha Arraf, salta al campo de la dirección con esta formidable y magnífica ópera prima que lo tiene todo. Posee una historia contundente con gran diversidad de conflictos, y un gran elenco femenino que consiguen hacer verosímiles estos personajes. Arraf lucha por ofrecer al espectador una perspectiva novedosa sobre el conflicto palestino-isrealí, una historia nueva, fresca y que le impacte. El tema lo encuentra en cómo afecto la Guerra de los 6 días a la aristocracia palestina, pudiendo llegar a decir que nos ofrece “El gatopardo” (Luchino Visconti, 1963) palestino en clave femenina, porque nos describe la decadencia de la aristocracia palestina cristiana a través de cuatro personajes femeninos.
En defensa de la mujer
“Villa Touma” es todo un drama. Es inevitable pensar en la gran obra de teatro de Federico García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”. Ese pseudomatriarcado ejercido por la mayor de las hermanas, Juliette, que lleva el peso de la organización de la vida cotidiana de la villa. Esta relegó su vida sentimental por la familiar. Ejecuta el poder de una manera totalitaria amparando los valores morales y religiosos de una sociedad muy tradicional y patriarcal. Eso se aprecia en su interés por borrar todo vestigio del pasado, incluidas las fotos de la madre de Badia.
Juliette y Violet luchan por defender la honra de la familia Touma. Preocupadas constantemente por el qué dirán. Para ellas son vitales tanto los modales como el decoro. De esta forma, tanto Antoinette como Badia acabarán siendo víctimas de los convencionalismos sociales. Será mujeres sometidas a un estricto código que acabará oprimiéndolas y asfixiándolas. Así pues, el espectador será testigo de cómo cada mujer que habita la Villa posee sus sueños y fracasadas historias de amor, porque una mujer decente, católica y de familia bien no tiene relaciones con cualquier ciudadano que profese cualquier religión (judía o musulmana). La realizadora en cierta medida toma partido por Badia convirtiéndola en toda una auténtica heroína, apoyada por el personaje de la profesora de música, que la enseña a cómo cambiar su entorno hostil para que entre una brizna de vida en esa arcaica casa. Es aquí donde los caminos de Lorca y Suha Arraf parecen tomar un nexo común en la confección de un demoledor y trágico desenlace.
Un largometraje se puede catalogar de obra de arte cuando la historia está repleta de simbolismos. Es muy inteligente la metáfora que subyace en esta historia de tres mujeres ancladas en el pasado y que sobreviven en la Cisjordania ocupada. Eso le permite a la guionista y directora Arraf un margen de crítica social. El control opresivo de la sociedad sobre el mundo femenino, independientemente de si eres musulmana o católica. Arraf nos retrata una palestina donde no hay espacio para la deserción, véase por ejemplo el padre de Badia, que es considerado la oveja negra de la familia.
“Villa Touma” es un filme valiente y muy femenino, donde Badia y Antoinette lucharán por preservar la dignidad que les arrebata su vida cotidiana llena de arcaísmos y convenciones sociales. Para ello no dudará en aprender las reglas, para posteriormente transgredirlas. De tal forma que Badía representa con su juventud, la libertad y el libre albedrío más allá de las profundas heridas sociales y políticas de Cisjordania.
Frases destacadas de “Villla Touma”
- Juliette: “Si vas a vivir con nosotras es importante que respetes las normas”
- Juliette: “Las chicas respetables no tocan el tambor”
- Juliette: “Quiero que olvides todo lo que sabes, presumiendo que sepas algo”
- Badia: “¿Juliette siempre ha sido así?”
- Julia: “La música, sabes, es como la vida. No hay reglas, por eso no tengas miedo”
- Juliette: “En mi época, la diabetes era una enfermedad con clase”
- Violette: “¿Cuánto vamos a tener que rebajarnos para ella se case?”
- Juliette: “¿Por qué será que todos los chicos cristianos se van a Estados Unidos?”
- Antoinette: “Hace demasiado tiempo que andamos tan deprimidas”
- Badia: “Mi vida terminó el día que llegué a esta casa”
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