Mar. Mar 19th, 2024
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La chilena Carolina Moscoso nos cuenta su propia violación a través de este documental puramente sensorial.

Como ópera prima, la realizadora chilena Carolina Moscoso ha decidido relatarnos algo tan íntimo y doloroso como es su propia violación. Por un lado, los acontecimientos se narran de la forma más objetiva, fría e hierática posible. Para ello emplea frases cortas y un par de transcripciones de conversaciones como ejercicio de condensación literaria y contención austera totalmente deshumanizada. Por otro lado, un collage de videos caseros aparentemente inconexos. Trozos de una vida. Es justamente el montaje de las dos partes lo que convierte el texto en algo íntimo y desgarrador. Los videos caseros juegan el papel de catalizadores de sentimientos fuertes y primitivos, de tal forma que tranforman la experiencia del espectador en una mimetización con la protagonista, acercándonos a su historia lo máximo que se podría desde el punto de vista de alguien que no ha tenido la desgracia de vivir un trauma semejante. Y siempre ausente de sentimentalismos artificiales y amarillistas que no harían otra cosa que alejarnos del propósito del documental.

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Dolor, rabia y fuerza

Moscoso extrapola su historia a la universalidad del problema que plantea. Y lo logra magistralmente desde la economía narrativa. La directora chilena sabe darnos la información justa para abrir el debate sobre toda la problemática que rodea a la violación, a parte de el hecho en sí, ya de por sí terrorífico. ¿Por qué es un tabú y una deshonra ser víctima de una violación? ¿Cómo debemos apoyar a una víctima de violación? ¿Por qué se exige a la víctima que, nada más vivir una situación tan traumática, deba saber como actuar y que hacer para evitar que cualquier mal paso conlleve la impunidad del violador? ¿Cómo es posible que un sanitario esté en contra de dar la píldora del día después a escasas horas de que haya sido violada? ¿Por qué se debe asumir que una víctima no puede rehacer su vida? Esta última cuestión es quizá la menos obvia tanto cuando se debate este tema en sociedad como en la cinta, pero quizá la más importante porque atañe al futuro y la recuperación de la víctima. Saltó a la palestra en el caso reciente de La Manada y vertebra todo el documental. El collage de videos juega con la atemporalidad. Como una experiencia de ese tipo debe ser superado para poder seguir con la vida, para poder volver a ser feliz y que no le lastre para el resto de su vida.

Visión nocturna” no escatima en demostrar la crudeza de una violación –y lo demuestra sin la necesidad de mostrar nada escatológico- y la impotencia frente a un sistema judicial que está más del lado del violador que de la persona violada. Y a su vez es un canto a la esperanza. Una muestra de que un hecho tan atroz puede hacerte crecer como persona y que se puede volver a ser feliz con mucho esfuerzo. Si algo negativo tiene este documental experimental es su larga duración. Aunque apenas dura unos 70 minutos, el mensaje y la experiencia de su visionado podría ser mucho más escueto y ganaría fuerza. Hay videos cuyo propósito se consigue con la mitad de su metraje y a veces se hace tedioso. Pero, sin lugar a duda, ver un documental como “Visión nocturna” es tan recomendable como necesario de ver.

Frases destacadas:

“Ahí me violó.”

“Tal como me dijo, me quedé en los matorrales.”

¿No le sugeriste que querías salir con él?.”

Trailer de “Visión nocturna”:

 

 

Por Pablo Lujan

Doctor en Biología Celular por la Universidad de Heidelberg. Compagino la ciencia con mi otra gran pasión: el Cine.

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