Netflix estrena esta nueva película original producida e interpretada por Brad Pitt inspirada en el libro de Michael Hastings titulado «The operators».
De aquellos barros, estos lodos
La caída de las Torres Gemelas supuso un punto de inflexión en la historia universal contemporánea. En respuesta al golpe mortal Junior, como le llaman coloquialmente en Estados Unidos a Bush hijo, decidió invadir Afganistán. El motivo no era otro que dar con el paradero de Osama Bin Laden y supuestamente, llevarlo ante la justicia como autor intelectual del gran atentado sufrido por EEUU. Lo irónico es que Laden no deja de ser el producto de la política exterior estadounidense del mandato de George Bush padre. Este terrorista yihadista de origen saudí, fundador de Al Qaeda, fue entrenado por la propia CIA durante la Guerra Ruso-Afgana (1978-1992). En aquel momento, los rusos decidieron invadir Afganistán para controlar la revolución de los muyahidines. Bush padre que se hallaba inmerso en una particular Guerra Fría con la Unión Soviética, decidió que era una gran idea poner en marcha la Operación Ciclón. Esta consistía en formar y financiar a los insurrectos afganos. Una vez más, la criatura se reveló contra el creador, y le dio donde más dolía: en el corazón de Wall Street. El 2 de mayo del 2011 en Pakistán las fuerzas especiales estadounidenses abatían a Gerónimo, nombre en clave de Laden. Obama siguió pidiendo refuerzos a sus aliados de la OTAN para seguir teniendo su presencia en Afganistán y así la invasión ha llegado a nuestros días.
Afganistán y el caos
David Michôd, que nos brindó la fabulosa “Animal Kingdom”, ha realizado y escrito la adaptación del libro de Hastings. “War Machine (Máquina de guerra)” bucea en la actualidad del problema afgano, que realmente comenzó en 1978. A diferencia de Irak, allí no hay petróleo, luego cuál es el verdadero interés de los norteamericanos en el área de conflicto. Obviamente, los intereses políticos y económicos en la región son dinámicos. A medida que se van sucediendo las distintas administraciones estos se van modificando en función de los intereses del capital. Para profundizar y reflexionar en tono de sátira sobre el problema afgano, Hastings y Michôd toman como punto de partida a un personaje de lo más pintoresco: el General Glen McMahon. Este es la versión ficcionada del Stanley McChrystal, nombrado por el presidente Obama para controlar la zona. Obviamente, este es uno más de los múltiples militares que les ha asignado esta particular tarea. En este caso, el único requerimiento por parte del premio Nobel de la Paz era que no le pidiera más tropas.
En el filme quedan perfectamente descritos los problemas a los que se enfrentó McMahon/ McChrystal. A saber, tuvo que lidiar con una administración que no quería retirarse del conflicto porque eso se vería como un fracaso en el frente interior, es decir, entre los estadounidenses. Mientras en el frente exterior, es decir en Afganistán, la población civil no deja de ser un auténtico polvorín por los insurgentes. Los jóvenes marines, la verdadera maquinaria bélica estadounidense, son incapaces de diferenciar un insurgente de un civil. Esto da lugar a que regresen a casa en un féretro y que civiles afganos inocentes se conviertan en un número más de los daños colaterales de la intervención militar norteamericana. Lo cierto es que tanto a la clase política como a los insurgentes les interesa poco o nada la sociedad civil, que sufren las consecuencias de sus acciones. Eso sí, la administración Obama les prometía un mundo mejor: democracia para todos, carreteras, escuelas, bla, bla… y en realidad tenían que lidiar con los insurgentes y un Presidente (Karzai) marioneta, impuesto por el gobierno de coalición. En “War Machine (Máquina de guerra)” se retrata perfectamente el desapego de Karzai tanto por su pueblo como por la presidencia. Por ese motivo los civiles le pedían al general norteamericano que se fuera con sus tropas. Finalmente, en el plano económico, se fomenta localmente la plantación y producción de heroína en lugar de algodón, para no colisionar con los intereses económicos de los agricultores estadounidenses.
Tras visionar este ácido largometraje queda patente que los Estados Unidos no han aprendido la lección de Vietnam o Nicaragua: la contrainsurgencia no funciona. En este particular caso, para resolver esta compleja ecuación, Obama no duda en darle poder absoluto en la zona a McMahon/ McChrystal, un hombre de acción avalado por “la conquista de Irak”. Tras analizar la situación no se le ocurre mejor idea que conquistar la provincia Helmand.
Una guerra que no pueden ganar
“War Machine (Máquina de guerra)” es un gran acto de contrición. Es un análisis certero y ciertamente socarrón de la problemática política, social y militar del conflicto. Es una guerra que el tiempo nos está demostrando que es totalmente imposible que los estadounidenses puedan ganar. Queda patente que los intereses económicos en la región es el control de la producción de opiáceos, que obviamente son exportados al primer mundo. Lo malo es que Michôd pasea por la cuerda floja en el plano narrativo y no encuentra un equilibrio entre las dosis de drama e ironía que posee y precisa esta sátira antibelicista. Michôd tiene dos claro referentes a la hora de construir su relato cinematográfico. En el plano argumental se aprecia la herencia de Robert Altman y obras fundamentales como “M.A.S.H.”, y en el plano estético se aprecia a Kubrick y “La chaqueta metálica”. Se aprecia constantemente que el realizador australiano se siente tan inseguro como el personaje principal del relato.
Vaya por delante que esta película posee momentos muy brillantes como, por ejemplo, la escena en la que Karzai está viendo “Dos tontos muy tontos”, estableciendo una clara relación entre la ficción y realidad. Lo malo es que son aislados. Brad Pitt como productor debería haber sido más astuto y debería haber dejado este papel en otras manos. Pero Brad Pitt actor se ha dejado llevar por la egolatría. El resultado es de lo más histriónico, y su McMahon acaba recordando mucho a su mítico Jeffrey Goines de “Doce monos”. Esto es debido a que Michôd no ha sabido pararle los pies. A todo ello hay que sumar la relevancia que el guionista y realizador australiano le otorga al narrador omnisciente. Este no hace más que lastrar y subrayar la acción, ahogando por completo al personaje de McMahon. Y lo peor es que el el director australiano no acierta en la forma de abordar la esfera personal y profesional de semejante personaje, resultando totalmente prescindibles sus problemas conyugales en el conjunto de la narración.
En el otro lado de la balanza encontramos la magnífica resulta la banda sonora firmada por Nick Cave (sin sus bad seeds) con su estrecho colaborador Warren Ellis. Aunque Michôd rentabiliza mejor narrativamente el tema «Staunen im Fjord» del compositor alemán Hans-Joachim Roedelius, de la misma forma que hiciera Peter Weir en “El año que vivimos peligrosamente”. “War Machine (Máquina de guerra)”, a pesar de sus inconvenientes, merece un visionado porque ilustra perfectamente la dualidad del problema estadounidense tanto en el frente interior y exterior. Es un relato franco y ciertamente descarnado, cuyo objetivo es abrir los ojos a los espectadores estadounidenses a una dolorosa realidad que deben asumir: hay que dejar en paz a los afganos y volverse a casa. No hay esperanzas de pacificación de la zona con el ejército de coalición interviniendo allí. Máxime cuando los intereses de la clase política y militar son opuestos. Y sobre todo, cuando los generales que lideran las tropas se dejan llevar por sus delirios de grandeza, baste recordar el diálogo de McMahon: «Conquistaré Helmand…luego conquistaré Kandahar». Y la escalada de malas ideas en el terreno sigue apuntando alto. Donald Trump el pasado 13 de abril lanzaron la madre de todas las bombas, la bomba GBU-43/B Massive Ordenance Air Blast bomb (MOAB), en la provincia de Nangarhar. Obviamente, ahora a nosotros nos queda esperar cuál será la respuesta porque la habrá, baste recordar la tercera ley de Newton: «Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria».
Frases destacadas:
- Sean Cullen : “¿Qué haces cuando la guerra no puede ganarse en un momento importante? Es obvio echas al sujeto que no la está ganando y traes a otro”.
- Sean Cullen : “En ese libro escribió: «Los hombres son criaturas imperfectas. Si los dejas, lo único que quieren hacer es jugar con sus pollas y comer pollo»”
- Sean Cullen: “En las guerras no luchan naciones ni ejércitos. En las guerras luchan hombres”.
- Glen McMahon: “Juntos, construiremos Afganistán, una nación libre y próspera, libre de miedos y conflictos”.
- Hamid: “Quizá usted sea el nuevo rumbo. Una nueva personalidad fuerte. Nueva energía. Nuevo compromiso”.
- Sean Cullen: “Para mí, parece simple. No puedes ganar la confianza de un país invadiéndolo. una nación no se construye a punta de pistola”.
- Glen McMahon: “Esta guerra se ganará principalmente con el poderío y la potencia inexpugnables de nuestros ideales”.
- Glen McMahon: “Los pasos son pequeños, pero por Dios, qué importantes son…es como la llegada a la Luna”.
- Sean Cullen: “Un gran líder sabe seguir las reglas. Pero un gran líder sabe cuándo romperlas”.
- Sean Cullen: “Creía que a los hombres les salían canas porque tenían trabajos estresantes con decisiones estresantes que tomar. Ahora creo que sucede cuando los hombres sienten en sus huesos que los grandes momentos de sus vidas quizá no resulten como esperaban”.
- Karzai: “Tiene mi aprobación, general. Ambos sabemos que nunca tuve ese poder. Pero, le agradezco la invitación a participar de este teatro”.