En la pasada edición de la Berlinale tuvo lugar la premiere mundial del nuevo documental del enfant terrible de Michigan que se acaba de estrenar en EEUU.
Una propuesta muy yanqui
Con “Where to invade next” el espectador puede descubrir la curiosidad que posee este realizador estadounidense por lo que está más allá de sus fronteras. A pesar de su beligerante título, que podríamos traducir como “¿Dónde invadimos ahora?”, el filme posee una vocación más educativa y descubridora de cómo se vive en otros países del mundo. El público real al que va dirigido esta película es el norteamericano medio, amante de las cosas muy digeridas. Porque realmente, Moore no dice nada nuevo, y que no sepamos en Europa, ¿o sí? Porque cuántos europeos piensan que Estado Unidos es lo mejor, cuántos desean emigrar a la tierra de las oportunidades. A todos ellos va dirigido este filme que busca en cierta manera quitar la venda de los ojos a todos aquellos que están ensimismados con el marketing estadounidense.
Arreglando su casa
“Where to invade next” está planteado como un viaje alrededor del mundo. Jugando con la comedia gruesa y la polémica a partes iguales. Como bien reconoce en todos los países del mundo cuecen habas, pero a no ser que pertenezcas a ese reducido colectivo que acumula todo el bienestar y la riqueza estadounidense desearás algo de todos esos países en los que hace parada y fonda. Moore, como si fuera un niño pequeño en frente de una pastelería, comienza a anhelar algo de todos ellos. De esta forma que poco a poco irá desvelando los grandes problemas que vivimos a diario en Estados Unidos. Por ejemplo, las mujeres no tienen derecho a permiso de maternidad remunerado, eso significa que tras dar a luz se tienen que incorporar a trabajar. De Italia, tomará los derechos laborales, poniendo énfasis en el derecho al permiso remunerado por maternidad y matrimonio. Otro de los grandes problemas es la creciente tasa de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual entre los adolescentes, así como la comida basura que comen en los institutos y colegios, aspecto ya denunciado en el excelente documental “Fed Up”. Pues Moore tomará de Francia cómo alimentan los franceses a sus hijos a diario y cómo educan sexualmente a sus jóvenes.
De Finlandia tomará su excelente sistema educativo, donde los niños no van al colegio más de 20 horas a la semana, los profesores no ponen toneladas de deberes. Donde prácticamente no existen escuelas privadas porque la más cercana a ti es la mejor, frente a las de Estados Unidos que son auténticas corporaciones donde venden muy bien a los niños una idea: de mayor podrás ser lo que quieras. De Eslovenia tomará la gratuidad del sistema universitario. De hecho muchos jóvenes universitarios estadounidenses acuden hasta este país centro europeo para poder estudiar una carrera sin acabar con una hipoteca que sea su losa, porque un año escolar en una universidad pública de Estados Unidos te puede costar unos 33.000 dólares anuales. De Portugal tomará el consumo despenalizado de las drogas y de Noruega el sistema penal, que tiene por objetivo reinsertar al preso en la sociedad y lo trata dignamente. Donde además, los presos pueden votar. En Estados Unidos, los presos carecen de ese derecho. Es ahí donde el largometraje entra dentro de las arenas movedizas conspiranóicas, al establecer la teoría que en los estados sureños se arresta a más población afroamericana para evitar que puedan votar. Como si el proceso electoral no fuera ya de por si lo suficientemente farragoso. De Tunez tomará el poder de la mujer en la sociedad y su derecho a decidir libremente sobre su cuerpo, porque las mujeres estadounidenses llevan desde la década de los 60 luchando por la igualdad y a día de hoy no lo han conseguido, existiendo una gran discriminación laboral. Así llegamos a Islandia donde tomará la paridad hombre-mujer en las corporaciones y la persecución judicial a los banqueros que formaron parte de la última gran crisis financiera. Aquí estamos esperando ver entre rejas a Goldman-Sachs, por ejemplo. Es en este punto cuando el discurso de Moore se vuelve muy feminista. Es más, llega a sostener la idea de que el mundo se salvará gracias a una mujer, porque los hombres somos por definición más egoístas y beligerantes. Incapaces de negociar. La verdad es que la sociedad la tenemos que salvar entre todos, entre mujeres y hombres. La propuesta de partida es tan real como dura para el ciudadano medio: Estados Unidos es un país que surge de un genocidio y creció al albor del sistema esclavista. Por ese motivo, para hacerlo más comercial, si cabe, el mensaje final es muy positivista: todo es susceptible de cambio. Dándole esa pátina de cuento de hadas con moralina, tomando la referencia de “El mago de Oz”: “volver a Kansas sólo depende de nosotros”. Es aquí cuando se da el mismo de bruces con lo más irónico de su discurso, porque Moore es consciente de ello, de que muchas de las cosas que busca tomar e implementar teóricamente para mejorar la calidad de vida de los estadounidenses, son temas que están en la declaración de derechos humanos o de la Carta Magna de los Estados Unidos, que obviamente los grupos de poder se la saltan a la torera cuando es necesario, al igual que hacen por ejemplo nuestros políticos españoles.
Su egolatría es cansina
“Where to invade next” es un documental amable, que se deja ver a pesar de que se haga un poco largas las dos horas de metraje donde queda de manifiesto que el sueño americano no está vivo, ni se le espera. El verdadero problema del filme radica, como otras obras previas de Moore, en su excesivo protagonismo, hubiera ganado muchos enteros si se eliminara de la ecuación. Que si le sumamos el humor de brocha gorda, acaba por generar cierto pasotismo.
Frases destacadas:
Michael Moore: “I will be in countries with name I mostly can pronounce, take the things we need from them, and bring it all back home”