Esta nueva cita anual con Woody Allen nos deja una tragedia dramatúrgica con una colorista y espectacular fotografía
Si algo nos sorprendió de «Café Society» el pasado año, es que Woody Allen apostó con acierto y vehemencia en el poder visual de su obra. Y es que si bien su filmografía siempre se ha caracterizado por la fluidez tragicómica con la que a través de su pluma diseña, construye y enfrenta a sus personajes con la vida, no hay que olvidar que el octagenario realizador sabe desenvolverse con soltura y elegancia desempeñando la dirección de sus películas. Un recurso éste utilizado en los últimos años en sus cintas ambientadas en el pasado y que recupera ahora en este ejercicio de estilo donde va más allá del simple teatro filmado.
Más allá del teatro filmado
«Wonder Wheel» se abre de manera directa y honesta. Uno de los personajes de la función, se dirije directamente a nosotros para explicarnos sus estudios en la dramaturgia y ofrecerse como narrador subjetivo que dramatiza los sucesos a su conveniencia distorsionando la realidad. Una realidad que ya aparece falseada con las luces que iluminan los objetos, las estancias y la piel de unos personajes bañados por esa capa fantasiosa que sitúa todo en un plano ficcional desde sus primeros compases. En un lugar masificado por los bañistas y los visitantes que consumen en los restaurantes, se montan en las ferias y toman el sol en las playas, Allen nos adentra en la vida de aquellos que viven en aquel lugar de Coney Island y trabajan para poder mantenerse a costa de este reclamo turístico. Y mientras que los exteriores cuentan con grandiosas playas, enormes atracciones de feria y luces de neón que vienen a ser el puro reflejo del american way life, el interior de la casa donde se afinca la familia protagonista nos muestra la auténtica realidad de los Estados Unidos de los años 50. El cineasta desmitifca esta era de bonanza para sumergirnos de lleno en las miserias morales que abundan en los senos familiares más marginales de la época. Para ello utliza herramientas puramente dramatúrgicas, en este caso, introduciendo dos personajes cuya irrupción vuelve insostenible la situación de silencio y resignación que se esconde bajo un matrimonio infelizmente casado. Un desencadenante perfecto para desarrollar con fuerza y furia al personaje de Ginny, a quien da vida una intensísima Kate Winslet, quien llevará el peso moral, emocional, psicológico y trágico de la función. Con todos los ingredientes puestos en acción, un matrimonio unido en segundas nupcias con un hijo pirómano por parte de ella, una hija por parte de él huída de su marido mafioso quien la busca para matarla, y por último, un joven cuya presencia remueve la resignación de Ginny, el director cocina el desarrollo de la tragedia griega clásica tan reconocible en su filmografía. Aunque no por repetitiva la obra peca de falta de originalidad, ya que en este caso, la fuerza de una dirección y fotografía cuya sublimidad baña de fantasía el relato, nos invita a adentrarnos en algo que va más allá del teatro filmado. Pues al fin y al cabo asistimos a un torbellinos de pasiones humanas, de aquellas que se desatan locamente en la dramaturgia y que son complicadas de traspasar al medio cinematográfico sin caer en el exceso. Un ejercicio complicado que Allen desde su premisa inicial en el primer monólogo del filme dirigido al espectador, y gracias a su aparatosa y existosa representación formal, logra mantener dentro de unos parámetros perfectamente perfilados en su cabeza.
Frases destacadas de «Wonder Wheel»:
- «No. Fuera de casa».
- «Estás preciosa a la luz de la lluvia»
- «No puedes hacerme este regalo»
Tráiler de «Wonder Wheel»: