Comedia romántica arquetípica que ni si quiera logra erigirse como un digno homenaje a Los beatles.
Hay quienes no soportan la nostalgia. Quizás por el dolor que les producen los recuerdos de tiempos pasados que ya no volverán; por la pereza manifiesta que implica su ceremonia de recreación o por la sensibilidad exacerbada de algunos de nosotros. Yo en realidad soy masoca, la nostalgia me rompe por dentro, pero la necesito casi como el comer. Y por eso, aún sin demasiadas pretensiones, cuando conocí de la existencia de esta película que nos ocupa, cuando supe que el hilo conductor serían las canciones de Los beatles en un mal entendido musical y que dirigiría Danny Boyle (otrora el magnífico realizador de «Trainspotting» o «28 días después», que ya parecen perdidas en el olvido, después de su llegada al cine de masas, comercial e impersonal: «Slumdog Millionaire» como máximo exponente), albergué algo de esperanza. Pero sobre todo, por esa pretendida nostalgia, que serviría como homenaje a esa banda sonora de mi vida, que gracias a un padre melómano, estaba compuesta en mucha parte por canciones de Los beatles.
Pero sólo se debe jugar a la nostalgia en el cine y se pueden realizar homenajes, si se comprende que lo homenajeado debe ser el centro, con sutilezas, pero el centro de la historia y no transitar por el producto final como de soslayo. Danny Boyle no consigue homenajear a Los beatles en un año en el que nos hemos reído del éxito de un deslucido y absurdo «Bohemian Rhapsody» y en el que hemos disfrutado sin exagerar con el «Rocketman» protagonizado por Taron Egerton.
Que no os engañen, «Yesterday» es una comedia romántica al uso que se aprovecha de las canciones de Los beatles con una absurda premisa que pretende encaminar a un Don nadie al mayor de los estrellatos, un chico que jamás en la vida ha tenido éxito busca la fama y el prestigio “de prestado” con unas canciones maravillosas que aparentemente nadie ha conocido nunca.
El único interés que tiene la película mucho más allá de la típica pregunta que se lanza en cualquier comedia romántica: ¿Se quedará con la chica o elegirá el estrellato, la fama, el dinero? es ese clima de tensión que se va fraguando desde que conocemos la decisión del protagonista, ese camino sin frenos que parece llevar con nocturnidad y alevosía al fracaso, a la rotunda vergüenza que implicaría reconocer que ese estrellato y esa fama no se deben a su aparente genialidad sino a la de cuatro genios reales de los que nadie conoce su existencia: John, Paul, George y Ringo. Esa cercanía al fracaso que a veces se hace pretendidamente patente es el sustento de esta película, cuando lo debería ser esa genialidad robada, esa ausencia de ética con el objetivo de conseguir la fama. El estudio psicológico y sociológico podría haber sido fascinante. De hecho, lo era desde la sinopsis, pero el metraje no consigue profundizar en los hechos, sino simplemente engalanar lo superficial: se convierte más en una lucha descarnada por obtener esa fama inalcanzable que en un musical homenaje a esas cuatro figuras o en una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre el olvido, sobre las nuevas tecnologías, sobre la falta de escrúpulos y en definitiva sobre perpetuar una mentira, fingir ser alguien que no se es con el objetivo de alcanzar fama, estatus y dinero. El sueño americano, esta vez un poco a lo british.
Hace unos años sí que se consiguió una película musical homenaje a los cuatro de Liverpool y que para quien suscribe estas líneas se encuentra entre lo mejor del cine musical del Siglo XXI: «Across the universe». Pero «Yesterday» por no provocar no provoca ni las ganas de llegar a casa y escuchar un cd de la banda y eso es tan doloroso como verdaderamente trágico.
Un guión maniqueo, facilón, con unos personajes tremendamente estereotipados y esquemáticos, tan ridículos en ocasiones, que parecen exageradamente irreales; imbuidos en una premisa “efecto 2000” tan extravagante como estimulante: El universo ha apagado su electricidad durante doce segundos, después ya nada ha sido igual. El recuerdo de muchas cosas que damos por supuestas: Los Beatles, la coca-cola, los cigarros…ha desaparecido y como siempre, hay quien puede aprovecharse de ello.
Esta película juega a la provocación, a la falsedad, al delito, transita el fino hilo entre la oportunidad y lo denunciable, rezando para que nadie desvele el secreto. Con ello nos sentimos partícipes de la hazaña, de la mentira, nos trasformamos en reos huyendo de la ausencia de libertad, o de la peor condena de todas: la condena pública que permite bajar del cielo al infierno en sólo unos segundos, y de por vida.
No existe desarrollo de los personajes, más allá del protagonista (con el típico arco de transformación de las comedias románticas). Esto es sobre todo patente en los amigos, familia y compañeros de profesión que desean llevarle al estrellato, para ganar ellos más dinero que él. Están tan caricaturizados que provocarían las risas de cualquiera.
La dirección de Boyle opta por la sumisión a esta historia maniquea, no es vistosa ni memorable así como no lo es tampoco su apartado técnico ni mucho menos su montaje. Por tanto, «Yesterday«, parece más una película de ayer, una comercialada maquinada y demasiado estructurada para contentar al gran público. Lo mejor que tiene son las canciones de los Beatles, esa aparición estelar de Ed Sheeran y algunos momentos cómicos. Lo peor es su intrascendencia, la nulidad de la nostalgia, su caída al vacío de la comedia romántica y esos instantes románticos donde no hay química por ningún lado.
Un pequeño desastre, salvado por nuestro amor a Los Beatles. Vayan al cine si quieren, pero ríanse.
Frases destacadas:
- – Te pareces a Ed Sheeran, ¿Sabes?
- -Soy Ed Sheeran.
- -Enhorabuena.
- -Me siento como Harry Potter al derrotar a Voldemort.
- -Quién es Harry Potter?
- Tú vienes a L.A. Te pagamos. Tú compones canciones. Ganas muchísima pasta y tú te quedas casi toda.