José Manuel Serrano Cueto homenajea el recuerdo de su esposa con un cortometraje sincero que revela la cara más vitalista de la lucha contra el cáncer.
El cáncer: esa realidad
Con un primer plano de los lacrimógenos ojos de una mujer enferma da comienzo el cortometraje “Pelucas” de José Manuel Serrano Cueto(“Contra el tiempo”). El dramatismo del fotograma inicial va incrementando sutilmente a medida que el espectador se adentra en la trama de esta breve joya cinematográfica. María Fornell (Lola Marceli) es una actriz a la que se le ha diagnosticado un cáncer y, en consecuencia, debe retirarse del mundo del espectáculo hasta que posea las fuerzas suficientes para ejercer de nuevo su profesión. Tras haber llevado a cabo su última función, María espera ansiosa en el camerino. Su novia Silvia (Cuca Escribano) está a punto de llegar para maquillarla y acompañarla a una gala benéfica organizada en su honor. Sin embargo, esos minutos de espera son suficientes para que una cruel dosis de realidad aterrorice a la protagonista. María se niega a aceptar el deterioro físico al que su cuerpo va a someterse al intentar vencer el cáncer. En un ataque de desesperación, María esconde su peluca en un cajón y finge desconocer su paradero para escapar de la multitud que la aguarda esa noche. Silvia, consciente de la impotencia y pesimismo vital que padece su compañera, no deja de animarla en todo momento.
Del homenaje íntimo al testimonio colectivo
“Pelucas” fue concebida como un homenaje de José Manuel Serrano Cueto a su mujer, Montse Gómez, quien murió de cáncer en noviembre del año pasado. El cortometraje evoca el doloroso recuerdo de un ser amado cuya presencia desapareció recientemente. No obstante el cineasta no pretende contar su experiencia personal e interpretarse a si mismo en el papel de Silvia. Como ha comentado el propio director, Silvia y María son una única persona, son los trasuntos de una misma mujer proyectada desde los dos polos opuestos a los que se enfrenta cualquier paciente crónico: María encarna la desilusión y Silvia la esperanza. A pesar de tentar una temática tan delicada y escabrosa, “Pelucas” alberga un mensaje optimista para aquellos que se identifican con la situación expuesta. Se trata de una oda vitalista que, aunque posea un guión muy predecible, el encanto de la pieza resise en la sencillez minimalista de la historia, en la cotidianidad de una pareja que, cuando sus vidas se ven amenazadas por un peligroso obstáculo, deciden no rendirse y seguir adelante.
Una Lisístrata contemporánea
No es casualidad que el personaje que María interpreta en su última representación sea el de la poderosa Lisístrata. Si en la comedia de Aristófanes, Lisístrata era una mujer feminista de carácter que, para llevar a cabo sus ideales pacifistas, alborotó a los hombres atenienses mediante una huelga sexual y consiguió poner fin a la guerra, en “Pelucas” la protagonista anhela alcanzar el coraje que Lisístrata posee. De nuevo estamos frente a una mujer lesbiana, pero con serios problemas de autoestima dada la lucha interna a la que se somete. María no quiere abandonar el escenario porque refugiarse en el personaje de una luchadora le permite combatir su cáncer con dignidad. Sin embargo este quimérico amparo que María ha encontrado en Lisístrata es una fantasía irrealizable que pronto es rebatida al verse obligada a aceptar la realidad.
Frases destacadas de “Pelucas”:
- Silvia: “Hasta que no te recuperes no puedes seguir actuando”.
- Silvia: “Eso que os creéis todos los actores de que la única excusa para no llegar a la función es que un coche te atropelle de camino al teatro es una tontería gordísima”.
- Lola: “Mira si me he dejado mi peluca ahí fuera cuando me he puesto la peluca de Lisístrata”.
- Silvia: «¡Venga, Silvia! ¡Vamos allá!»
- Silvia: «¿Cómo que no vas a ir a la gala? ¡Será por pelucas!«
- Silvia: «Mírate bien. ¡Si no pareces enferma!«