Entrevistamos en la pasada edición del Festival de Sitges a los directores preferidos del Gran Quentin Tarantino durante la presentación de Big Bad Wolves.
Aharon Keshales y Navot Papushado son dos israelíes nada usuales. Fueron los pioneros a la hora de rodar Rabies, el primer slasher israelí, debutando así en la gran pantalla en 2011 con gran éxito de crítica y de taquilla. Y ahora, para alimentar aún más las expectativas, Tarantino considera a Big Bad Wolves como su película favorita del año. En el Fatasía Film Festival se llevó el galardón a mejor película, y en Sitges 2013 el premio a la mejor dirección. A continuación tenemos unas palabras con estos directores sobre este nuevo thriller de venganzas cuyos subtextos te golpearán cuando menos de lo esperes.
¿Qué tal estar en Sitges?
Llegamos hace dos horas, así que no hemos visto nada, pero con los dos días que tenemos aquí se nos va a hacer muy difícil encontrar tiempo para nada. Ojalá pudiésemos ver alguna película. Para eso tendremos que reconfigurar la agenda, a ver si podemos huir de las tediosas entrevistas sin que nos castiguen mucho.
Vengo del primer pase y al público le ha gustado mucho. Ha habido bastantes risas, y también gente que decía que no han entendido de dónde venía ese humor tan particular. Que igual era cosa de la ironía local, que les pasaba un poco como con los Coen.
Usamos este humor por dos razones: la primera es que si vas a hacer un thriller intenso sabes que vas a acabar dejando a tu público en shock y con miedo, así que una dosis de humor sirve para premiar al espectador. La comedia funciona como receso relajante, y también para que no se aburra. Si el espectador se ríe de la historia que le estés contando, el mensaje entra mejor para la audiencia, y es justo entonces, cuando se sienten relajados les puedes atestar mejor el golpe. La risa es un poco como la vaselina para transmitir el mensaje. Y además, con ello tampoco verán venir ese martillo o esa motosierra que aparecen de repente y se clava en los miebros de los protagonistas.
La película tiene otra carga cultural interesante, y es que está asentada en Israel, no desde Estados Unidos, a la hora de abordar vuestra cultura.
Eso es. La gente judía está muy habituada a reír, para poder sobrellevar los demonios del holocausto o del resto de persecuciones que hemos sufrido como pueblo, así que supongo que somos un poco bipolares. A ratos unos agresivos, a ratos llorones, unos gente cabreada y otros partiéndonos de risa. Así que sí, nos reímos de lo que no deberíamos, de lo que es un tabú. Hacemos eso para poder superar nuestros traumas, y esto podría ser en parte el ADN del cine de los Coen. Es lo que necesitamos: espantar nuestros horrores. Pero ojo, sabemos que debemos seguir creyendo en la raza humana, incluso después de los horrores de la IIGM. Así que por muy cínicos e irónicos que seamos en orden de sobrevivir como nación debemos tener en cuenta que este humor, por muy ácido que sea es sólo una parte de la dimensión humana. Y si esto está contado desde casa pues mejor.
¿Es la pedofilia de la película una metáfora del horror más absoluto para elaborar un análisis de la sociedad local? ¿Algo como lo que sucedió en A Serbian Film?
No sé si podemos compararla con A Serbian Film. Lo que nosotros queríamos hacer era una película sobre los padres. Si te fijas, todos los personajes protagonistas de la película (y todos los que aparecen menos en la introducción) son padres. El policía, el profesor, el padre coraje. Todos tienen hijos o hijas, e incluso el abuelo no deja de ser otro padre, así que queríamos analizar la relación de crecer en Israel, donde la figura paterna es una figura dominante pero vacía en nuestras vidas, con respecto al patriarcado como esquema cultural y estructura de pensamiento y comportamiento. Los padres, para nosotros, son prácticamente como superhéroes. Piénsalo, nosotros, todo niño o niña de Israel, tenemos que ir a la armada, e incluso una vez al año tienen que servir militarmente, y nuestros padres también. Así que en la mayoría de los casos crecemos sin un padre cariñoso, sino con una figura de la que simplemente te tienes que sentir orgulloso. En fin, queda claro, que aquí como sociedad tenemos un conflicto que había que reflejar y analizar, y aunque este es un país pacífico tiene un sentimiento tan profundo de supervivencia que marca de manera durísima la construcción de la comunidad, y esto acaba teniendo consecuencia. Y aquí viene el juego de la película: porque se supone que hemos hecho esta sociedad así en el nombre de los niños, de los hijos del mañana que necesitan un Estado fuerte. Pero, ¿cómo de lejos estás llegando y debes llegar en nombre de tus hijos? ¿Lo estás haciendo por ellos realmente? Así que la metáfora era la de intentar no hacer daño a tus propios hijos y condenar tu propio futuro. Por supuesto queda clara que nuestra respuesta es que no todo vale, y eso conecta con el tema de la pedofilia.
Pero todo lo que ocurre en la película termina por dejarles descorazonados, sin esperanza hacia un futuro mejor.
Es un final oscuro y de ceguera profunda, sí, pero queríamos mostrar que a pesar de ello también hay un lado bueno dentro de cada personaje. Debes poder creer en la humanidad, a pesar de que nuestra sociedad sea tan machista. Si te fijas, sólo hay hombres como figuras relevantes en la sociedad, y se han dejado de lado a las mujeres. Queríamos dejar claro que ese tipo de organización no tiene futuro. Además, todos en la película no son sólo padres, sino también militares. Y es una locura cuando lo piensas, que en el resto del mundo cuando cumples 18 años vas al instituto, o a la universidad, o empiezas a trabajar. Nosotros allí tenemos que ir al servicio militar, a aprender a matar personas durante 3 años de tu vida, y el cómo afecta eso a una sociedad, que ahora lo ve como algo normal dentro de la psique colectiva… Puede perfectamente pasar que vayas de turista y le digas a alguien que no sabes matar y te contestes: “¿Ah, que no sabes matar a una persona? Mira, te explico”. Y creemos que la película muestra eso, que sus protagonistas son personas pacíficas pero que cuando sienten que les han quitado algo su naturaleza les guía a dar esta violenta y desproporcionada respuesta de odio y muerte. Porque esto es lo que nos han enseñado y es lo que se siente normal para nosotros. Como película funciona como fábula, como cuento de quienes queríamos lanzar el mensaje de que deberíamos replantearnos seguir alimentando esas conductas. Pero también creemos que mejoremos y al final superaremos esta fase.
Por eso os encajaba hacerlo como una película enfocada al género, ¿no?. Que no es 100% género, pero encaja bastante bien.
Exacto, es el perfecto escenario y vehículo para enviar estos mensajes tan fuertes, que con un drama político quedaría demasiado claro. Primero porque es una película entretenida: tienes que verla, es divertida, es violenta, y la gente se lo tomará como un divertimento. Pero luego la gente empezará a hacerse preguntas, y después del cine la gente procesará qué es lo que acaba de ver.