Alejo Flah, director y guionista de «Sexo fácil, películas tristes», su primer largometraje como realizador, charla con nosotros sobre el proceso de escritura y la unión entre realidad y ficción.
Alejo Flah es un cineasta argentino más conocido por su trabajo como guionista, donde ha destacado con los guiones de «Vientos de agua», «Séptimo» y «Tita Cervera. La baronesa». Este viernes 24 de abril estrena su primera película como director: «Sexo fácil, películas tristes»; una comedia romántica a medio camino entre Buenos Aires y Madrid, donde la realidad y la ficción van de la mano para hablar sobre las relaciones de pareja. Alejo compite con su película en el Festival de Málaga, donde ahora mismo está en plena promoción. Le agradecemos enormemente que saque un hueco dentro de su apretada agenda para hablar con la familia de Videodromo.
La premisa de tu película es: «¿es posible escribir una película romántica cuando tu vida romántica es un desastre?». Siguiendo con la misma idea, ¿es posible escribir sin verse influenciado por lo que sucede a tu alrededor?
Alejo Flah: «Mira, cuando yo empecé a escribir el guión, en la primera página me puse una frase de Billy Wilder que decía que cuando estaba alegre escribía tragedias y dramas, y cuando estaba triste le salían temas más bien cómicos, como si compensara constantemente sus estados de ánimo. Y me parece una idea interesante. La ficción a veces puede ser como un refugio, un lugar en el que escaparse de la realidad cotidiana, y a veces está bien que funcione de manera opuesta al momento de vida en el que estás. Creo que la cosa va por ahí».
Las comedias románticas, según cuentas en tu película, siempre siguen un patrón establecido y tienen unos lugares comunes. Pero tu película va más allá al tocar el género desde la meta-ficción, pero tampoco renuncias a esos lugares comunes del género. ¿Por qué decidiste contar una historia de amor desde la meta-ficción? ¿Qué te aportaba?
Alejo Flah: «Yo por un lado quería hacer una comedia romántica sin cinismo. Quería emocionar y no quería que lo intelectual ganara a lo sentimental. Pero uno cuando se acerca a los géneros no puede evitar llevarlo a su terreno personal. Y mi terreno personal es ese, uno que reflexiona acerca de las comedias románticas y por otro lado las escribe. Y no solo las escribe sino que eso que escribe le cambia la vida, que es lo que le pasa al personaje interpretado por Ernesto; que comienza a escribir esa comedia romántica como si fuera un encargo para ganar dinero y acaba transformando su vida gracias a aquello que está escribiendo».
Tu película es también un homenaje al género, ¿no?
Alejo Flah: Si, obviamente. Está hecha con mucho cariño al género. Por eso te decía que quería evitar el cinismo. Es una película que, aunque hable de esos momentos, los momentos siguen funcionando, porque aunque uno diga que al final hay una declaración de amor y finalmente la hay, pero por otra parte esa declaración de amor es emotiva y es fundamental en esa narración. Era importante evitar el cinismo y la solemnidad para que la trama de la ficción también nos interese. Porque si hubiera nacido continuamente en una burla sobre eso, esa trama no hubiera interesado. Y lo que acaba pasando es que hay gente que acaba interesándose por las dos historias. Hay otros que prefieren lo que pasa en la historia real, y otros lo que pasa en la historia de ficción. Eso genera una cosa de que uno nunca sabe qué escena viene después y en qué mundo va a estar.
La película está hecha con mucho cariño al género. Por eso quería evitar el cinismo
¿El cine tiene que contar la realidad, o embellecerla?
Alejo Flah: «Lo que dice el personaje de Ernesto Alterio es que “yo no quiero que las películas se parezcan a la vida en este momento de mi vida”. Lo dice así porque creo que en el momento de vida donde está él necesita construir una ficción alejada de la oscuridad en la que transcurre su vida en ese momento. Eso no significa que vaya a escribir historias de ese tono durante toda su vida, pero en ese momento de su vida lo que necesita es el mundo idealizado de la comedia romántica».
¿Cuánto y cómo te nutres de la realidad cuando escribes? ¿En algún momento tienes miedo a que parezca demasiado autobiográfico?
Alejo Flah: «Yo cuando escribo no tengo miedo a nada. Me parece que justo la película juega con lo autobiográfico: cómo uno toma cosas de la realidad y las transforma, que es lo que hace el personaje de Ernesto. Seguramente yo haya hecho algo similar, seguramente haya cosas de mi vida en el personaje de Ernesto y en el de todos los demás también, porque los escribí yo; pero eso no significa que sea mi vida como tal. Puede que haya tomado cosas mías y las haya transformado. Tomo cosas de la realidad como de la ficción, cosas de la imaginación…al final acaba siendo una trituradora donde uno mete un poco de las cosas que vivió, de la experiencia, otro poco de lo que te contaron, otro poco de lo que leíste, y otro poco de lo que es la propia imaginación irracional e inconsciente. Con todo eso acaba saliendo. Pero no es un trasvase directo entre experiencias vitales y el papel. Porque la realidad es un coñazo».
Solo hay un momento en el que la realidad y la ficción parecen fusionarse, y es en el personaje de Kamila…¿por qué esta inclusión?
Alejo Flah: «Sí. Yo no quería abusar, aunque probablemente hubiera sido lo más fácil, de esa idea de estar desnudando la ficción como tal. No quería abusar de eso porque me aprecia que, si abusaba, lo que iba a pasar es que la historia de ficción no iba a gustar, porque iba a estar diciendo todo el rato al espectador: esto es ficción, los personajes no importan. Y eso no sucede, porque los personajes de ficción son tanto o más importantes que los personajes de la realidad. Kamila viene a poner en escena eso de lo que hablaba antes de cómo uno toma cosas de la realidad y las convierte en algo distinto, en este caso mejor. Ella en la realidad es una persona perdida, que no sabe qué hacer; y acaba en esa ficción siendo una directora de teatro, teniendo claro lo que quiere. Eso es lo que sucede con Kamila, a quien por otro lado le tengo mucho cariño porque es un personaje que parece que nunca tiene filtros; todo lo que le pasa por la cabeza lo dice».
¿Qué haces cuando en plena escritura de un guión te bloqueas, como el personaje de Pablo?
Alejo Flah: «No me pasa tanto como a él, que es su conflicto central. Yo en general cuando estoy medio bloqueado salgo a pasear. Y esa idea de salir a pasear fue productiva porque así descubrí los escenarios que aparecen de Madrid. Mis amigos madrileños me dijeron “nunca había estado aquí”. Y mira, los encontré en los momentos de bloqueo, así que al menos fue productivo porque esos paseos me sirvieron para encontrar escenarios para la película mucho antes de pensar en escribirla. Me permitieron conocer un Madrid que muchas veces no había aparecido en el cine».
Yo también tengo esa sensación, porque soy madrileño y había sitios que no reconocía…
Alejo Flah: «En las comedias románticas las ciudades son un personaje más. Si uno mira Nueva York en las comedias románticas es un personaje más, y luego vas a Nueva York y no lo encuentras. Aquí pasa lo mismo. Hay un Madrid necesario para una comedia romántica, y no necesariamente real. Recorriendo y paseando me lo he ido encontrando, así que ojalá dentro de un tiempo organicen tours turísticos por los lugares de la película (risas)».
En las comedias románticas las ciudades son un personaje más. Hay un Madrid necesario para una comedia romántica, y no necesariamente real.
Eres conocido por tu labor como guionista (Vientos de Agua, Séptimo), y has dirigido un corto, pero, ¿cómo ha sido el salto a la dirección en tu primera película? ¿Te has sentido más cómodo teniendo el control total del proceso creativo?
Alejo Flah: «Cuando empecé a escribir el guión tenía la sensación que yo quería dirigir esa película, que esta historia no quería compartirla con nadie. La diferencia entre un guión que uno quiere dirigir, y un guión que es para otro director…yo no lo vivo de una forma conflictiva. No veo conflictivo encontrarme con algo dirigido de manera distinta a lo que yo hubiera imaginado porque si tuviera algún conflicto con eso intentaría haber sido novelista y no guionista. La diferencia del guionista es esa. Es crear un material que se tiene que trabajar con alguien distinto. Y eso es una aventura que a veces sale bien o mal per siempre es interesante. Y en cuanto al control, sí. Obviamente uno siempre se imagina en transformar lo hecho en algo propio. Eso es único y mágico. Pero cuando uno va a dirigir una película sabe que va a estar varios años con ella. Y en cuanto a los guiones son como pequeñas aventuras o pequeños hallazgos. No por ello es menos intenso, pero sí más breve».
Volviendo al tema de la localización, ¿hay alguna razón por la cual Buenos Aires es la realidad, y Madrid la parte más idílica?
Alejo Flah: «Muchas veces me lo preguntan y no sé si la historia al revés hubiera funcionado. Supongo que para mi, el haber vivido mucho tiempo aquí, el lenguaje y el acento español sigue siendo algo distinto…entonces en ese sentido era como que la ficción era lo diferente. Pero eso es una interpretación posterior. No sé. La película podía haber sido al revés pero nunca la pensé así».
Viendo “Sexo fácil, películas tristes” se me viene a la cabeza Woody Allen, incluso Truffaut…¿tuviste alguna película o director como referente para “Sexo fácil, películas tristes”?
Alejo Flah: «Pues muchas. De hecho si piensas el final de “El Apartamento” de Billy Wilder, o el final de “Cuando Harry encontró a Sally” son el mismo, y el mismo comienzo de esta película: un hombre corriendo en fin de año por las calles de la ciudad. Me gusta esta idea de las comedias románticas que de alguna forma repiten ciertos momentos pero cada uno logra darle un punto de vista único y personal. Hay toda una tradición de comedias románticas que a mi me gustan clásicas pero también de los años 90 que coincidieron con mi adolescencia, con directores como Cameron Crowe, Kevin Smith o Richard Linklater que tomaron la comedia romántica clásica y la llevaron a un nuevo terreno. La lista es larga, pero sí, hubo muchos directores a los que tuve en cuenta, claro».
En Argentina tu película se llama “El amor y otras historias”, y en España “Sexo fácil, películas tristes”. ¿Por qué ese cambio?
Alejo Flah: «Eso es algo que pasa mucho. Aquí “Wakolda” se estrenó como “El doctor alemán”. Pasa mucho. El título original es “Sexo fácil, películas tristes”, pero España y Argentina somos dos naciones divididas por una misma lengua, como decía Oscar Wilde cuando hablaba de Inglaterra y Estados Unidos. Son cosas que aquí funcionan y de repente son construcciones que aunque suenen raras funcionan, y en Argentina resultaba casi marciano. Esa es la explicación básica. Pero eso es bastante habitual. Hoy vi que una de las películas argentinas que va a Cannes tiene otro título internacional diferente al de Argentina».
Y eso es todo. Muchas gracias por tu tiempo y muchísima suerte en el festival de Málaga.
Alejo Flah: «Gracias a ti. Hasta luego».