Mar. Mar 19th, 2024

Bárbara Mateos ha estrenado como World premiere “Ad Ventum. Hacia el viento” en la presente edición de Documentamadrid. Se trata de una de las propuestas más sugerentes vistas en la sección «Panorama del documental español».

Una obra críptica que necesita, sin duda, de la mirada del espectador. Debe ser una mirada que mantenga todos sus sentidos dispuestos a sumergirse en la experiencia física y sensorial que supone adentrarse en el visionado de esta película. Una mirada preparada para pasear a través de esos campos, de la sierra y para sentir esa brisa que se pone de manifiesto a través de un uso ejemplar del sonido.

La película respira una pureza que irradia de la sencillez de su planteamiento y de ese vital intento de atrapar la realidad de una forma inalterada, sin intervención, salvo aquella que, por pura necesidad, sirva para establecer vínculos con las personas que se está tratando a través del diálogo. Hay que tener en cuenta, además, que estamos ante un proyecto se alargó alrededor de cuatro años, hasta que finalmente se pudo finalizar, tras muchas idas y venidas a Portugal para filmar. Videodromo ha entrevistado a Bárbara y este es el resultado.

¿Por qué eligió este pequeño pueblo de la Sierra de Brejeira de Portugal? ¿Qué había en él que le interesase tanto como para rodar ahí su película?

Bárbara Mateos: «Lo elegí por las personas que descubrí allí. Vi unos retratos fotográficos de una amiga mía portuguesa, compañera de Bellas Artes y me gustaron muchísimo las fotografías. Eran personas muy mayores, en sus rostros se veía reflejada toda una vida de trabajo duro bajo el sol. Son gente sin recursos pero muy ricos en personalidad. Por otra parte el descubrir otras personas que decidían irse a vivir allí, extranjeros de Centroeuropa, principalmente, resultaba ser un contraste muy interesante. La modernidad frente a lo rural. Por último, también me enganchó el dato de ser un lugar donde estaba muy presente el suicidio y como tal, lo que para unos significaba este lugar, es decir, el final de su vida, para otros este lugar era su paraíso«.

Entrevista Barbara Mateos Ad ventum hacia el viento (1)

Me interesa mucho el proceso que siguió para conectar con ellos, los personajes de tu película. Decía que su profesor de antropología le sirvió de mucha ayuda. ¿Nos podría contar cómo se fue produciendo el mismo y qué técnicas utilizó?

B.M.: «Al no conocer la cultura y el idioma fue muy complicado el romper el hielo con ellos. La clave fue mi amiga portuguesa. Ella no conocía a la gente tampoco, pero al conocer el idioma les daba un poco más de confianza. Al inicio hacíamos preguntas triviales, hablamos del tiempo, de la sierra, los abuelos o lugares de encuentro allí, la vieja escuela, iglesia, el pueblo cercano. Cuando ya llevábamos un rato, me preguntaban a mí de donde era, porque estaba allí, intentaba ganar la confianza hablando de mi familia, de mis abuelos, el pueblo. Buscaba similitudes, intentaba que se sintieran cómodos que vieran que teníamos cosas en común. Fueron muchas tardes y muy seguidas, dedicarles tiempo era lo más importante para que te tomen cariño. A mí me interesaban ellos, me caían bien, por eso era natural pasar tiempo compartiendo alguna actividad. Les acompañaba en el huerto, en los paseos, iba a las comidas que me invitaban, les ayudaba con los animales, a preparar maquetas, lo que quiere decir aprender de sus trabajos diarios…etc«.

Después vino la segunda parte, conocer más sus sentimientos y parte emocional. Aquí entra la figura de mi maestro de sociología y antropología, Antonio Muñoz Carrión, clave por sus enseñanzas en la facultad y sus consejos personales. El primero es ir siempre sin la cámara y luego ir poco a poco preguntándoles por sus hobbys o actividades favoritas. En el caso de Francilia le gustaban las fotografías y a partir de un álbum de fotos de la infancia fue contándome muchísimas anécdotas del lugar, de la gente, así supe también que era un lugar donde existían suicidios ya que en todas las familias conocían o tenían un familiar que le había ocurrido. En el caso del alemán al ser los aviones su hobby y el director de fotografía tener también la misma afición, pudimos ganarnos un poco su confianza y conectamos rápidamente«.

La tercera parte consistía en poner la cámara y no alterar la naturalidad. Para ello fui el primer día con el cámara solo para que lo conocieran, sin grabar (consejo de nuevo de Antonio). Les propuse mirar a través de la cámara, para que vieran que era algo normal. Los siguientes días íbamos grabando poco a poco los planos más cotidianos y nos reservábamos para los últimos días las secuencias emotivas, es decir cuando tienes que abrir su corazón y hablar de sus sentimientos. Estas partes fueron las últimas en grabarse porque una vez que ocurre, que nos lo cuenta, ya es difícil que vuelva a pasar con la misma magia y naturalidad que la primera vez que lo dice«.

«Así supe también que era un lugar donde existían suicidios ya que en todas las familias conocían o tenían un familiar que le había ocurrido»

El corcho es muy importante en la película. Tiene una fuerte presencia. ¿Por qué decidió que fuese así? ¿Fue algo que pensó desde el inicio?

B.M.: «El corcho es importantísimo en la película. Lo pensamos con el montador. Fue la gran suerte de este proyecto. Poder contar con el montador desde el inicio del documental. Íbamos viendo las imágenes que grababa en cada viaje y ahí nos salían las preguntas e ideas nuevas. Queríamos darle su protagonismo a la sierra y para ello había que saber qué es lo que hace diferente este lugar de otros. De nuevo tuvimos que observar el lugar y hablar con la gente, conocimos a uno de los cortadores de corteza y cuando vimos el proceso, nos pareció que este elemento era la llave del lugar.

De nuevo aquí vuelve aparecer la influencia de Bellas Artes, ya que aquí aprendí a contar con imágenes las situaciones. El hecho de conocer a otros artistas en la facultad que van más allá de lo aparente, de expresar con recursos visuales las emociones, ha servido para llegar a utilizar el corcho como elemento metafórico del lugar, por sus características y cualidades. Todos los planos tienen su justificación, un sentido, un mensaje. Cuando fuimos a grabar la última vez era el momento de contar en imágenes lo que me habían dicho en las entrevistas de los viajes pasados«.

Entrevista Barbara Mateos Ad ventum hacia el viento (4)

Por otra parte, el corcho vendría a ser un elemento que mostraría la resistencia que presentan los personajes. Cuando en la mayor parte de los sitios, esta actividad se encuentra “industrializada” o “mecanizada”, ellos lo hacen sin maquinaria. ¿Qué más le sugería el propio proceso de obtener el corcho de ese modo?

B.M.: «En realidad, ellos lo hacen por falta de recursos. Es una zona muy pobre y analfabeta. Todavía no pueden permitirse invertir en tecnología, es por eso que se va perdiendo el método de trabajo y se cierra por ejemplo el bar de la sierra donde organizaron la fiesta, justo por este motivo. Llega la tecnología y a los gobiernos no les da por pensar que en las pequeñas aldeas las personas no saben leer y les va a ser imposible adaptarse a los cambios, por lo que cierran locales o dejan paso a la maquinaria.. Aquí viene la pregunta de ¿qué pasará con estas personas?»

«Íbamos grabando poco a poco los planos más cotidianos y nos reservábamos para los últimos días las secuencias emotivas»

El montaje, después del simbolismo que tiene el corcho, me parece el otro elemento fundamental de esta película. Planos cortos. Digamos que se trata de un montaje ágil. Estructurado de modo que vamos entrando en los personajes poco a poco, en su rutina. ¿Cómo se planteó usted este aspecto? ¿Cuáles eran los aspectos que le preocupaban a usted y a su montador?

B.M.: «Cierto, el montaje aquí ha sido toda un labor maravillosa, obra de Antonio Gómez Escalonilla, mi maestro de montaje. La suerte fue contar con él en este proyecto desde el inicio. Es una persona con una sensibilidad increíble. Sabe captar a la perfección la esencia de la realidad. Cada viaje que hacía, nos reuníamos y hablábamos sobre lo que había grabado y descubierto. Fueron muchos cafés hasta que dimos con el tema en común con todos los protagonistas. Todos sentían una cierta soledad con ciertos matices.

Antonio me hacía preguntas sobre las imágenes o mis ideas (tenía un caos en la cabeza y lo que intentaba era ordenarlas) muchas preguntas no tenían respuesta. Lo dejábamos ahí hasta que daba con la respuesta y le llamaba o escribía. Me ponía deberes, lecturas sobre la soledad, investigar sobre la zona, el suicidio, sobre por qué se iban allí los extranjeros, sobre su cultura…etc. Una vez ya hecha mi investigación nos reuníamos. En el caso de la soledad hicimos una escala de medida de soledad basada en algunos de los filósofos y sociólogos más conocidos que trataron este tema. Después adaptamos los protagonistas que mejor encajaban a nuestra escala/tipo de soledad.

Esta escala consistía un poco en analizar cómo se relacionaba con la familia, con el entorno, si estaba solo o casado, si tenía hobbies y actividades o no, si se comunicaba o le costaba hablar…etc

Después, fue pensar cómo llevar a la imagen estas situaciones personales de cada uno, se decidió que fuera contar la mañana, tarde y noche de cada uno de los protagonistas, incluida la sierra.

Parece complejo, pero la realidad fue que el montaje final duró apenas dos semanas. El primer mes fue únicamente traducir con un ayudante de montaje portugués los subtítulos al español y, con amigos holandeses y alemanes, las partes correspondientes para poder trabajar con Antonio las imágenes.

Por lo que parece los dos Antonios fueron un poco los guías para llevar a cabo todo el proceso creativo del documental. Sin olvidar el resto del equipo que se ha entregado en alma al proyecto«.

Entrevista Barbara Mateos Ad ventum hacia el viento (2)

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