Con motivo de la presentación de su última película, Diamantes Negros, hemos hablado con Carlos Bardem sobre el tráfico de menores en el fútbol internacional.
Carlos Bardem vuelve a España para presentar su última película, Diamantes Negros. En la actualidad se calcula que 20.000 chicos en todo el mundo son engañados con la falsa promesa de convertirles en estrellas del fútbol, para más tarde dejarlos arruinados y arrojarlos a las calles de las principales ciudades europeas. Bardem interpreta a uno de esos ojeadores que se dedican a reclutar jóvenes en Malí, encandilar a los menores e introducirlos en una red de trata donde los traficantes se enriquecen con gran facilidad y los únicos perjudicados son los niños africanos y sus familias.
Más allá de la ficción de la película, ¿cuál es la situación real de la trata de menores en el mundo del fútbol en África?
Europa o Estados Unidos emiten constantemente en televisión las grandes ligas de fútbol, esta ilusión de paraíso donde todo es posible y este mensaje llega a través de los televisores a zonas del mundo donde hay una miseria extrema, como puede ser África, Latinoamérica o Asia, ejerciendo un efecto llamada tremendo.
Los niños en Malí, Ghana y otros países de África, que se crían pensando que van a ser el próximo Eto’o, el próximo Drogba, que van llegar aquí les van a hacer una prueba y van a jugar en el Real Madrid, son carnaza para que se aproveche de ellos gente realmente sin escrúpulos como son los intermediarios que retrata esta película, que no dudan en pedirles dinero a cambio de pruebas en equipos de fútbol que, en el mejor de los casos, serán equipos pequeños y en muchos de los casos ni siquiera existen. No deja de ser un efecto llamada que ejerce esta riqueza idealizada del Primer Mundo, este modelo del éxito social y económico, sobre zonas del mundo donde hay una situación de miseria extrema.
Una cosa muy curiosa, muy terrible y muy paradójica es que, al mismo tiempo que emitimos este efecto llamada, nos rodeamos de alambradas con cuchillas para que no luego entren. Y al que consigue saltar las cuchillas, encima luego lo deportamos o lo tratamos fatal. Esa es realidad del mundo en el que vivimos y es una realidad que deberíamos aspirar a cambiar.
¿Ha conocido personalmente a algún joven inmerso en esta trama de la trata de menores en el mundo del fútbol?
Alassane, al que habéis podido conocer en la rueda de prensa, ha vivido en sus carnes lo que cuenta en la película. A él lo trajeron para una prueba que luego no sucedió, se vio abandonado mendigando por las calles. No hay que indagar mucho. Muchos de los chicos que vemos en las calles de las grandes capitales europeas, los manteros, muchos de ellos son chicos que llegan así, engañados.
Éste podría parecer un problema exclusivamente de la ciudadanía africana y, sin embargo, sucede en Europa, donde tiene lugar este tráfico de menores al calor de los grandes clubes de fútbol internacional. ¿Cómo se ve la situación en Europa y cómo se puede abordar desde aquí?
El problema no es que sea africano, los que son africanos son sus víctimas. El problema es nuestro, el problema es de los grandes clubes de fútbol, de la industria en que se ha convertido el fútbol, que admite ciertas prácticas, o que no las persigue, y permite la existencia de estos intermediarios que son traficantes de personas.
No sé cómo se puede solucionar eso, quizás siendo más rigurosos, aplicando cierta moralidad y humanidad a las prácticas de la industria del fútbol, negándose a hacer negocio con este tipo de personas, persiguiendo estas prácticas, yendo más allá de ponerte Unicef en una camiseta y colaborando en la denuncia que, por ejemplo, plantea esta película. Es muy curioso que de los dos grandes equipos de este país, los principales beneficiarios en este país del negocio del fútbol, ninguno de los dos quiso en ningún momento colaborar lo más mínimo con lo que cuenta esta película. Es un mensaje inequívoco, todo lo que se cuenta es verdad y ninguno de los dos grandes equipos de este país quiso saber nada de ello. Luego, eso sí, se ponen Unicef en la camiseta o dicen que tienen una escuela para niños en no sé dónde y mandan balones y juegos de camisetas.
¿Considera que esta situación deber ser atajada sólo desde los clubes de fútbol, o hay que implicar también a gobiernos y comunidad internacional?
Esto es tráfico de seres humanos y debería ser atajado desde el fútbol, que debería ocuparse de limpiarse a sí mismo, y debería ser atajado desde las autoridades. Esto no deja de ser un contrabando de personas a las que se cobra dinero con ciertas promesas, se trae aquí, se requisa los pasaportes, se confina en pisos y, si sale bien, acaban haciendo una prueba y, si no, atacaban tirados en la calle. Este debería ser un tema susceptible de investigación policial incluso.
Sin embargo, Save the Children anunció que este problema ya fue denunciado ante la ONU en 1999 y ni llegó a los grandes medios de comunicación, ni se solucionó. ¿Qué se puede hacer ahora que sabemos que ha llegado a las altas esferas y no se ha atajado el problema?
¿Qué se puede hacer? Pues lo que hay que hacer con todas las cosas, no ya con esto, sino con todo: plantearse quién está en las altas esferas de decisión de nuestras sociedades y cambiarlos ya de una puñetera vez.
¿Considera que haciendo películas como Diamantes Negros se pueden cambiar las cosas?
Yo creo que esta película nos está sirviendo, al menos, para que los periodistas preguntéis, para que alguien sepa de esto y yo creo que esta es una de las funciones irrenunciables y maravillosas del cine, mostrar. El cine no puede ser sólo entretenimiento, no puede ser sólo películas de superhéroes, tiene que haber un cine que sirva para mostrarnos nuestra realidad, para mostrarnos los espacios de la realidad que no entran en los noticiarios, ponértelos delante y decir “ahora saca tú tus propias conclusiones. Esto está pasando, esto está mal, ¿qué hacemos?”. Esa es una de las funciones del cine, agitar conciencias. Yo espero que esta película sirva para darle visibilidad a este asunto y que sirva para concienciar a quién sea, a una, dos, tres o dos millones de personas, de que hay que cambiar las cosas, de que la desigualdad genera siempre injusticias, gente que se aprovecha de la desigualdad para hacer negocio, en el fútbol y fuera de él.
¿Es este un motivo por el que en los últimos años en sus películas traten temas sociales y controvertidos?
A mi me interesan las películas que cuentan cosas de verdad, aunque me interesa todo el cine, también tiene que haber cine de entretenimiento, me interesa sobre todo trabajar, pero cuando puedo darme el lujo de elegir y me llegan proyectos de este tipo, si puedo estar en ellos, lo hago, porque es necesario que pongamos delante de la gente los problemas, que provoquemos reflexión y debate. Eso es lo que convierte al cine no sólo en entretenimiento, sino también en cultura.
Este mismo año ha participado en tres películas de temáticas muy diferentes, ¿por qué se ha interesado por Diamantes Negros?
Precisamente porque me interesa participar en películas que sirvan para poner luz en zonas de sombra, para llevar reflexión a nuestra sociedad, para decir “oiga, a parte de las bufandas, las banderas y los cánticos, resulta que en esta industria del fútbol que mueve miles y miles de millones, hay este tipo de personajes que trafican con personas”. A ver si alguien se da por aludido y sirve para cambiar ciertas prácticas.
¿Es usted futbolero?
Yo soy muy futbolero. Yo soy del Atlético de Madrid, estoy muy contento con el “Cholo” Simeone y la campaña que está haciendo el equipo me parece impresionante. Dicho esto, hace mucho tiempo que vivo muy desapegado del fútbol, porque me parece indignante que nadie en esa burbuja consentida y privilegiada que es el fútbol donde, para que el circo no se detenga, se les perdona todas las deudas con Hacienda, nadie las ejecuta, nadie lo persigue, nadie de los que viven en esta burbuja se haya dignado a emitir un juicio sobre lo que está pasando en este país, en esta sociedad, en esto que algunos llaman crisis y otros llamamos estafa.
¿Qué ha significado para usted su personaje que, en el fondo, no es más que el villano de la película?
Es un flautista de Hamelín malvado, sí (risas). ¿Qué significa? Pues es un villano más para toda la colección de villanos que he interpretado. Y es un placer decir que estoy interpretando un malvado, pero estoy interpretando un malvado para denunciar algo. Eso es lo importante. Yo nunca interpretaría algo que vaya contra mis convicciones morales, si lo puedo evitar. Personajes como este, que es un monstruo, un personaje malvado, es un placer interpretarlo porque sirve para denunciar. E interpretar malos es muy divertido, me permite hacer cosas que yo, que en mi vida diaria soy una bellísima persona y no hago mal a nadie, nunca hago. Jugar a hacer cosas malas siempre es divertido.
¿Qué le espera a Carlos Bardem en el futuro?
Estrenar tres películas, acabar un guión que es la adaptación de otra de mis novelas y seguir trabajando, espero. Al final nosotros, los actores, somos gente como todo el mundo, que necesitamos trabajar y trabajar seguido. Si no es aquí, porque están saboteando directamente la producción de cine, al menos yo tengo la suerte de que me llaman también para trabajar fuera. En definitiva, trabajar, seguir denunciando ya que se puede y ayudar a que se conozcan casos como estos.
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Muy buena entrevista!!!!