Mar. Mar 19th, 2024

Esta semana llega a las salas «Espíritu Sagrado» , la nueva película de Chema García Ibarra, director consagrado en certámenes dedicados a la ciencia ficción.

Chema García Ibarra ha ganado premios gracias a cortos comoEl ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008) o “Misterio” (2013). Conversamos con él sobre su nuevo filme, una especie de encuentro entre el costumbrismo naturalista y la ciencia ficción protagonizado por actores no profesionales en el que, más allá de la búsqueda por un cierto extrañamiento estético, en sus imágenes hallamos el retrato de un lugar —el barrio de Charús— y las personas que lo habitan desde un punto de vista divertido, pero también triste y tenebroso.

Pol Romero Navarro: ¿Consideras que este es tu primer largometraje o ya con Uranes (2013) te habías adentrado en este terreno? Si es así, ¿cuáles son las diferencias que más has notado para pasar del corto al largo, tanto en escritura como a la hora de rodar?  

Chema García Ibarra: “Pues yo a Espíritu Sagrado le llamo mi séptima película, porque yo ya he decidido llamarle película a todo, paso de decir cortometraje, largometraje… Uranes dura 59 minutos, pero claro, se hizo para una cosa muy específica. Es un encargo que se tenía que hacer con unas medidas muy determinadas, por ejemplo, solo teníamos como dos días de rodaje y cosas así. Era muy a salto de maza. Entonces, evidentemente, por su duración, podría ser un largometraje y, aunque yo creo que está bien, se hizo casi improvisadamente. Su propia forma de ser producida fue muy diferente. Además, si nos ponemos súper técnicos, tampoco tiene la calificación que da el Instituto del Cine para decir si es una película o no. Total, paso ya de todo esto, yo le llamo a todo película y Espíritu Sagrado es mi séptima película.

P.R.N.: Genial, genial. En cualquier caso, ¿tú has notado algún cambio durante el proceso de creación?

C.G.I.: “Sí, claro. Al final son noventa minutos de cosas pasando y eso me ha permitido hacer muchas cosas que tienen que ver con el tiempo, secuencias en las que el tiempo en sí se utiliza de una forma algo más densa, podríamos decir. Y, sobre todo, he notado muchas diferencias a la hora de buscar financiación, producción… Hay que hacer una especie de periplo, explicando la película a muchos comités. He tenido que hablar un montón de la película antes de que estuviera hecha.”

P.R.N.: Más adelante hablaremos de tu estilo, de cómo es. Sin embargo, antes querría saber si tenías miedo de que este estilo tan especial perdiera el efecto que producía en tus anteriores cortometrajes al alargarlo mucho más.

C.G.I.: “Pues no, la verdad es que no. Tampoco es algo en lo que haya pensado. Yo ya sabía que a mí me interesan… Pues las cuatro cosas que me interesan. ¿Y qué pasa? Pues que me interesan mucho, porque solo son cuatro. Yo quería rodar en el barrio de Carús, en Elche, que es donde yo he vivido un montón de años. Y quería rodar con la gente de allí, con sus casas, sus coches, su música… Y, al mismo tiempo, me interesa mucho la ciencia ficción, así que quería llevar esto a ese contexto. Es algo que llevo haciendo muchos años y veo todavía muchas posibilidades por explorar. Hice, simplemente, lo que me gustaba: hacer una película de ciencia ficción en el barrio de Carús.”

P.R.N.: Aprovechemos que estamos hablando sobre este barrio, sobre el espacio de la película, porque es súper especial, tanto el espacio como los personajes que lo ocupan. Al fin y al cabo, aunque aquello que estamos viendo no deja de ser una película de ficción, hay algo de retrato documentalista sobre las personas que viven en Carús. Algo que se aleja un poco de la ficción construida.

C.G.I.: “Totalmente. Antes ya te he comentado que yo le llamo película a todo y, de igual forma, también intento librarme del grillete de los géneros y de su propia esencia. ¿Esto qué es? ¿Ficción o realidad? Pues puede ser todo a la vez. Esta es una película en el que todo es ficción, pero creo que tiene un valor documental muy presente, simplemente por el hecho de estar hecha donde está hecha y con las personas que intervienen, gente que nunca ha estado delante de una cámara y a la que yo he intentado respetar, tanto sus acentos, como su forma de hablar sus gestos… Mucha gente lleva puesta su propia ropa, los espacios se han intentado respetar… “Espíritu Sagrado” es un documental de ciencia ficción.”

P.R.N.: ¿Y cómo ha sido trabajar con estas personas? Te lo pregunto también por el tipo de interpretaciones tan especiales que vemos en el filme. En tus otras películas, quizá por ser de menor duración, no nos da tiempo de fijarnos tanto en las actuaciones, sin embargo, en “Espíritu Sagrado” pasamos mucho más tiempo con los personajes y, especialmente al principio, salta mucho el tipo de gestos, la manera de hablar… 

C.G.I.: “Bueno, en primer lugar, hicimos un largo proceso de selección. Intenté encontrar personas con las que más o menos se podría trabajar fácilmente y que me entenderían. Después, yo les expliqué todo aquello que deberían hacer. Si yo quisiera gente que actuara, les llamaría actores, pero yo no les llamaba actores, yo quería otra cosa. Lo que quiero es que incorporen al personaje cómo son ellos de verdad y, además, que únicamente respeten la idea de fondo de las secuencias, no las palabras que yo he utilizado para escribir los diálogos. Esas palabras son una propuesta, nada más. De hecho, nos sirvió mucho leer las secuencias solamente una vez. Ellos se leían la secuencia sin saber que la iban a ver una vez y, entonces, empezábamos a prepararla a partir de lo que ellos preparaban. Muchas cosas se olvidan, se cambian de orden, se añaden cosas nuevas… Como no recuerdan las palabras, pero sí la idea de fondo, introducen sus propias expresiones y palabras y, de esta manera, dependiendo si me ha gustado lo que han dicho o no, lo mantenemos, lo eliminamos… Pero nunca se vuelve a leer el guion. Se reconstruye todo manteniéndose la idea de fondo, pero las palabras son totalmente distintas.”

P.R.N.: Claro, claro.

C.G.I.: “Hablamos mucho también sobre qué es un error. Si tú estás rodando y tienes que decir algo, pero se te olvida y tardas un poquito más en decirlo: eso no es un error. Si balbuceas: eso no es un error. Si llevas algo en la mano y se te cae: eso no es un error. Un error sería decir: «¡Ay se me ha olvidado, corta!» Eso nunca hay que hacerlo. Creando ese espacio, desde que tú dices “acción” hasta que dices “corten”, donde el “error” no se considera error, se produce una especie de espacio seguro para todo lo que sea generado por el actor que no esté en el guion. Un movimiento que yo no he decidido o un cambio en el orden de las ideas que no estaba previsto, pero que a mí me gusta mucho que suceda, siempre y cuando se mantenga la idea de fondo de la secuencia. Por ejemplo, hay una señora mayor con gafas de sol que a mí me gusta mucho y habla varias veces. De cada vez que sale, yo tendré unas cuatro o cinco tomas y, en absolutamente todas, lo que tiene que decir lo dice de forma distinta. ¡Eso es justo lo que yo quería! Encontrar un tono naturalista que no parezca impostado, que no parezca una actuación. Otro ejemplo curioso es el caso de uno de los miembros de la asociación ufológica que me dijo que él lo hacía mejor si se aprendía el texto palabra por palabra. Obviamente, si él se sentía más cómodo así, no le iba a imponer mi método de trabajo. Así pues, solo hay una persona en la película que dice palabra por palabra lo que escribí en el guion.”   

P.R.N.: Tengo la sensación, por lo tanto, que, dentro de un estilo estético que se nota tan controlado por tu parte, añades algo improvisado, algo de azar.

C.G.I.: “Sí, sí. De hecho, es algo que me gusta mucho. Tenerlo todo súper pensado, calculado, medido… Y ahí en medio, meter a una persona que va a hacer lo que le de la gana.”

P.N.: Sí, claro. Además, creo que esta idea representa muy bien lo que vemos en las propias imágenes de la película. Una de las preguntas que te quería hacer, era si te atreverías a definir tu estilo. Viendo tus películas, uno siempre tiene la impresión de estar observando un ambiente muy costumbrista en el que se añade algo que despunta. ¡Y esto es justamente lo que has comentado! Añadir un elemento azaroso, algo que desentone, dentro de un espacio perfectamente controlado. 

C.G.I.: “Bueno, yo no sabría cómo definirlo, la verdad. Lo único que diría es que sí, es algo que he hecho muy aposta, encuadrar todo de una manera específica, controlar todos los movimientos dentro del plano… Y, ahí en medio, una persona que tiene poquísimas instrucciones sobre lo que tiene que hacer. Ese contraste me gusta un montón.

P.R.N.: Pasemos ahora a comentar el contenido de tu película, hablemos sobre tus personajes. No sé si tú lo ves así, pero creo que Espíritu Sagrado, al igual que muchos de tus anteriores trabajos, es una película bastante triste, especialmente por su final. Al fin y al cabo, no deja de ser un filme sobre cómo nosotros siempre estamos buscando algo en lo que formar parte. 

C.G.I.: “Sí, sí. Me gusta mucho que sea una película triste divertidísima, que haya esta especie de humor que se va desvaneciendo. Es como una especie de vaivén emocional, hay muchas sensaciones dentro de la película y, en muchos momentos, son simultáneas. Hay momentos en los que te sientes muy mal y te estás divirtiendo al mismo tiempo. Estas son precisamente las sensaciones que me gusta explorar, cuando termina una emoción y empieza otra, ese momento en el que se comparten las dos me parece muy interesante y yo, como espectador, lo he vivido poco.”

P.R.N.: Hay un momento en concreto, cuando la asociación ufológica vuelve en coche, escuchando música electrónica, después de haber intentado contactar con extraterrestres. Los ves ahí, tristes y derrotados, y uno siente mucha pena porque ellos no lo saben, pero están malgastando su vida en algo que no van a encontrar nunca. ¡Pero al mismo tiempo este plano también te hace mucha gracia!

(Risas.) 

C.G.I.: “Sí, efectivamente. Venimos de un plano que es así como muy épico, que dura mucho, con un importante componente de densidad temporal y, además, es el único de la película rodado en 35mm. Por lo tanto, era importante “volver a la Tierra”, ¿no? Como si una mano los cogiera para recordarles a todos ellos que son de la Tierra, que no podrán comunicarse con extraterrestres. Por eso uso ese corte tan seco, ese plano, esa música, está muy pensado ese plano.”

P.R.N.: Antes comentábamos que, en la película hay ese componente documentalista, sin embargo, como ya hacías en tus anteriores películas, siempre añades algo muy ficcional que, además, suele ser muy turbio, muy oscuro. ¿La relación que tienes con el mundo real es así? Encontrar en lo que parece la simple cotidianidad algo muy oscuro. 

C.G.I.: “Bueno, no sé si estoy tan centrado en eso. Yo he intentado hacer una película en la que haya muchas sensaciones. Por lo tanto, si yo quiero que sea muy divertida, pero sea muy complicado calificarla como comedia, necesariamente debo encontrar lugares muy oscuros a los que llevar la película. A mí me gustaba mucho pensar en esta película como algo que tú ves y sea percibido como algo cómico, no obstante, a las dos semanas, recordar la película como algo terrorífico. Que pasara eso me encantaría, hacer una película de terror, pero que te des cuenta al tiempo de verla. Entonces, para hacer eso, necesito que vaya a lugares muy jodidos. Pero bueno, no es que esté todo el rato en la realidad viendo una especie de reverso oscuro, es más bien la intención de un cineasta para llevar su película a ciertos lugares.”

P.R.N.: Pese a ser una película muy triste, creo que tus imágenes, más allá de buscar un extrañamiento estético, logran capturar un “algo” sobrenatural. Justamente logran capturar lo que los personajes buscan durante toda la película. ¿Tú ves en la cotidianidad que retratas algo que nunca llegaremos a entender e intentas capturarlo con tus imágenes?

C.G.I.: “Sí, puede ser, puede ser… Sin embargo, lo que más me interesa no es tanto ese “algo”, son las personas que lo buscan.”

P.R.N.: Sí, por supuesto.

C.G.I.: “Ese “algo” tampoco me interesa mucho, me interesa la persona que está detrás de ese “algo”. Me interesa cómo lo busca, qué le hace, qué rituales sigue, qué mensajes encuentra en lugares en el que otras personas ven solo una decoración… Eso es lo que me interesa. Para documentar esta película, he leído un montón de libros sobre ufología. En muchos de estos libros, gran parte del contenido es la descripción del hecho sobrenatural. Esas partes me las salto. Me parecen aburridísimas. Yo lo que quiero leer es quién vio eso, hacia dónde iba, si tardó mucho en encontrarlo, si tardó poco, en qué medios salió, qué tratamiento se le dio, si cambió la vida de esta persona, si decidió dejar de contarlo… El hecho en sí me da igual, me importa lo que tiene que ver con lo humano.”    

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