Mar. Mar 19th, 2024

Entrevistamos a Mar Targarona, directora del desgarrador drama histórico «El fotógrafo de Mauthausen».

A propósito del reciente estreno de su tercer filme como realizadora, hemos tenido la ocasión de reunirnos con la veterana productora de reconocidos títulos como «El orfanato» o «El cuerpo«. Esta vez Mar Targarona se aventura en el pantanoso terreno del biopic adaptando la vida de Francesc Boix, un prisionero de Mauthausen que jugó un papel crucial en los juicios de Núremberg.

Imanol de Frutos: Antes de nada, Mar, quiero empezar con una pregunta típica. ¿Qué fue lo que te impulsó a adaptar la historia de Francesc Boix?

Mar Targarona: Lo determinante fue conocerla. No la conocía, ni siquiera sabía que hubo presos españoles en Mauthausen. Los guionistas Alfred Pérez y Roger Danés, que trabajan juntos y ahora conmigo, tenían una serie de propuestas. Me presentaron esta y bueno, fui de cabeza. Me parecía un tema interesantísimo sobre algo que yo siempre había querido hacer, que era el tema nazi y como ya he dicho no sabía nada de Boix ni de que hubiese presos españoles en campos de concentración. Lo siento, pero es así. Nos decidimos a contarla porque nos parecía fascinante.

I.F.: Esto que comentas, del desconocimiento de que hubo españoles en campos de concentración nazis, casi podríamos decir que «El fotógrafo de Mauthausen» es pionera en ese sentido, ¿no?

M.T.: Bueno, está el libro de Montserrat Roig, que ya murió hace años, pero escribió Los catalanes en los campos nazis hace tiempo y yo no lo leí hasta hace relativamente poco. Por supuesto tenemos películas muy míticas como «La gran evasión» de Steve McQueen, sobre presos en campos nazis y sobre todo películas sobre el holocausto y prisioneros judíos en campos de exterminio. Porque a los judíos sí que los metían allí para matarlos, estuvieran dos años, tres años o cuatro años. Pero que hubiera españoles encerrados en Mauthausen o en estos campos sí que lo desconocía, estos personajes heroicos que salvaron estos negativos fotográficos para la posteridad.

I.F.: Ahora que mencionas «La gran evasión», que creo que tiene ciertos paralelismos con tu película en cuanto a un grupo de prisioneros que organizan un plan para escapar, ¿fue uno de tus referentes a la hora de abordar el proyecto?

M.T.: En absoluto. Pero sí que intenté ver todas las películas que pude sobre prisioneros, como «Fuga de Alcatraz«, de Clint Eastwood, aunque me quedaron muchas por ver. Yo intenté verlas todas pero no tienen nada que ver con esta historia. Aquello eran prisioneros con el Convenio de Ginebra ya en activo, con lo cual era muy distinto, al igual que «El puente sobre el Río Kwai«, que aparte de hablar sobre los japoneses también tiene en cuenta la Ley de Ginebra. Pero Mauthausen no tenía nada que ver, decían que eran campos de concentración pero en realidad eran campos de exterminio. No dicho así a lo grande como Auswitz, que era un lugar mucho más dramático, pero sí que los mataban de hambre, de frío y de trabajar. Son temas muy distintos, a pesar de que suela haber una tendencia a meterlo todo en el mismo saco. Yo quiero resaltar, por favor, que una cosa son los alemanes y otra cosa son los nazis. Los nazis eran todos alemanes pero no todos los alemanes eran nazis. A veces la gente lo mete todo en el mismo bote y no tiene nada que ver.

I.F.: Esto que comentas sí que se trata en la película con algunos de los personajes secundarios que aparecen, como Sigfried y su fiesta de cumpleaños. Supongo que era una de las cosas que querías dejar claro en la cinta, que no todo era blanco o negro.

M.T.: Por supuesto, Adolf Hitler no llegó al poder con mayoría absoluta, muchos alemanes no querían el nazismo. Pero por temas que ocurren en la política los nazis llegaron al poder. La ideología nazi que está expresada en el Mein Kampf de Hitler y que él escribió cuando estuvo en a cárcel estaba clara desde el principio. Finalmente esa ideología repugnante y asquerosa se apoderó de Alemania, fue la que provocó la Segunda Guerra Mundial y nos llevó a todos esos horrores.

I.F.: Cambiando un poco a un tema más técnico, tú tienes una dilatada historia como productora y me preguntaba si tu experiencia y conocimientos te encaminaron a la hora de pensar y planificar este proyecto.

M.T.: Sí, claro, claro que sí. Me ayudó muchísimo. Tienes que ver lo que es posible de hacer y lo que no. Yo sé que se ve una película limitada, no es una producción de Hollywood y tiene sus estrecheces y sus limitaciones, ¿no? Hay secuencias o planos en los que me hubiese gustado que tuvieran muchísima más figuración, muchísimo más campo de visión. Sólo hubo un decorado en el que yo pudiese rodar 360 grados, normalmente tenía decorados de 90 grados, 180 grados… Con lo que eso implica. El plano lo tienes que hacer así, esto no se puede ver… Pero aun así creo que ha salido una película muy convincente y muy digna.

I.F.: Por supuesto, además por lo que se puede apreciar en los resultados de taquilla, la película está yendo bastante bien.

M.T.: Está yendo de maravilla. Varias de las personas que me han entrevistado me han felicitado muy emocionados. Incluso hay muchos de los descendientes de deportados me dan las gracias, me escriben… y la verdad es que todo esto me da una emoción suplementaria que sinceramente no esperaba. También algunos historiadores que están muy al corriente de este tema… sí, la verdad es que estoy sobrecogida.

I.F.: En cuanto al tema de la fidelidad histórica, cuando abordas un proyecto así a nivel de escritura, no sé si recuerdas algún momento en el que hayáis tenido que darle más importancia a la emoción o al drama que a la fidelidad de los hechos.

M.T.: A ver, la historia está basada en hechos reales. Lo que no está basado en hechos reales son la sucesión de acontecimientos, la forma de encadenar los hechos. La escena que has comentado de Siegfried, de su cumpleaños, en esa situación yo dudo mucho que estuviera Francesc Boix, pero es una escena que yo creo que es muy importante. Siegfried, que era el hijo de Franz Ziereis, el jefe del campo de concentración, cuenta que su padre llegó a matar a cuarenta personas en esa fiesta. A cuarenta. En la película mueren muchas menos, pero pienso que esa escena es una forma de retratar al jefe de ese campo, que era una persona pues… a la que le habían mutilado todos los ingredientes que se supone que debe tener una persona normal, ¿no? Hasta el punto de decirle a su hijo: «Dispara, porque esto no es un hombre, es un mono.» Pero eso es la esencia de la ideología nazi, que me parece que era importante transmitirla.

Los nazis no sólo es que quisieran ser los más poderosos del mundo, es que se consideraban los más poderosos del mundo y los demás éramos animales que debíamos estar a su servicio. No pasábamos del nivel de sub-hombre. Además esto lo implementaron de una manera nefasta, carnicera, sangrienta y sádica. No es sólo que fueran malos, sino también sádicos en su interpretación de la maldad. Y lo que más me sorprende es que mucha gente se apuntó, eso es lo que más me sorprende de todo. Que gente normal, con una vida normal, se sintieran representados por estas bestias.

I.F.: Esto también se ve reflejado en la película con otro personaje secundario, El Capo, un preso que se dedica a maltratar a otros presos.

M.T.: Claro. Todo era tan perverso que ellos mismos organizaron un sistema con el que los propios presos hacían de carceleros de sus propios compañeros. Desaparece el compañerismo y la amistad. Es sorprendente, pero fue así. Y supongo que cuando algo así de terrible ocurre es posible que vuelva a ocurrir. Pero la ideología nazi era… repugnante. Ellos eran dioses y los demás éramos esclavos y ni siquiera llegábamos a la categoría de seres humanos y esto me parece terrible. Terrible en un momento en el que yo escucho frases de un ministro italiano que habla de «barcos llenos de carne humana«. Eso me pone fatal.

I.F.: ¿Como lo que ha pasado con Bolsonaro en Brasil?

M.T.: Bolsonaro, Maduro, Putin y toda la panda que hay ahora. No sé, es un mundo sorprendente. Cuando yo era joven era: «Haz el amor y no la guerra«. Ahora es: «Putea al máximo al vecino que tú saldrás ganando«.

I.F.: No sé si el éxito que está teniendo en taquilla la película es porque trata un tema que es mucho más actual de lo que debería.

M.T.: Porque todos tenemos esa sensación de que los nacionalismos resurgen. Los nacionalismos son un tema muy de «nosotros y ellos» y a mí el «nosotros y ellos» en un mundo que es global, donde yo tengo un hijo casado con una alemana, una hija casada con un noruego y en el que me parece que las fronteras ya no tienen sentido pues me sorprende. Me sorprende esta actitud de: «Encerrémonos en nosotros mismos y nosotros lo arreglaremos todo«. Como si no hubiera cambio climático, como si no hubiera otros problemas.

Nos ponen en la frontera una central atómica y a nosotros no nos pasará nada porque estamos en nuestro rinconcito, me parece absurdo. O todos los seres humanos nos ponemos todos de acuerdo para luchar por un mundo mejor o estamos abocados al desastre.

I.F.: Otro de los temas que creo que quisiste abordar en la película es el tema de las mujeres prisioneras en los campos de concentración y la prostitución en ellos.

M.T.: Es que no se sabe. Sigue sin conocerse que hubo muchas mujeres obligadas a prostituirse. Había prostíbulos en esos campos igual que había cárceles dentro de los campos. Esto cuando lo vi me pareció alucinante, fuimos dos veces a visitar Mauthausen y claro, que dentro de un campo de concentración haya una prisión me parecía surrealista. Pero sí, muchas mujeres estaban obligadas a prostituirse y llegaban a hacer cuarenta, cincuenta y sesenta servicios diarios. Y sin embargo en Mauthausen sigue sin haber ninguna placa que recuerde o haga mención a estas mujeres. Supongo que porque ya en los años cuarenta o cincuenta ellas mismas decidieron evitar el tema. Puede que para ellas hubiese sido una doble penitencia, no sólo tener que pasar por ese trago sino también que otras personas ajenas al tema las juzgasen o menospreciasen. Pero yo creo que a estas alturas del siglo XXI ya se tiene que saber.

«Sigue sin conocerse que hubo muchas mujeres obligadas a prostituirse»

Creo que cuento cosas que no se han contado de los campos de concentración. Siempre se cuentan cosas sobre los judíos, que fue horroroso, como el tema del holocausto. Por ejemplo, todos los españoles que llegaron el campo de Angulema, los chavales que tenía doce o trece años, al igual que las mujeres y las niñas eran devueltos a sus casas. Pero los judíos, aunque tuvieran dos o tres años, los mataban sin distinción.

I.F.: Sí, eso es otra cosa que me sorprendió de Francesc Boix, él falleció alrededor de los treinta años, una vez pasados los juicios de Nuremberg.

M.T.: Falleció muy joven, le quedaron secuelas de riñón. Yo también tengo problemas de riñón y eso me hizo sentir más empatía hacia él. A mí me han operado dos veces, pero él falleció a causa de eso. Pero bueno, tuvo el honor, yo creo, de poder testimoniar en los juicios de Nuremberg y ver que su esfuerzo no fue en balde.

I.F.: Esto es algo muy importante que se trata en la película, el tema de que los villanos, los nazis de la historia, paguen las consecuencias de sus actos.

M.T.: Lo pagan relativamente. En la película uno lo paga mucho, lo matan y lo cuelgan de la alambrada mientras que otro se escapa. Todo esto son resúmenes de algunas historias que ocurrieron, hubo muchos malvados que estuvieron en los campos y que consiguieron huir sin consecuencias, como el mismo Paul Ricken, el fotógrafo. Yo lo dejo así en una sombra, en una penumbra como si se le fuera el alma, pero en los 50 ya estaba libre. Así que no todos pagaron como nos hubiese gustado.

I.F.: Es curioso el personaje de Ricken, porque se le retrata de una forma bastante ambigua en la película.

M.T.: Porque lo era, yo no he podido ir mucho más allá pero tenía bastantes matices.

I.F.: Además la relación que tiene Francesc con Ricken de mentor-alumno es muy interesante. En general la relación que tiene Francesc con el resto de personajes me sorprendió, él tiene mucho carisma y Mario Casas lo refleja muy bien. No sé cómo debió ser trabajar con él, pero se le nota muy motivado.

M.T.: Fue muy fácil trabajar con él. Es un súper actor, está súper motivado. El tema de la pérdida de peso lo hemos comentado mil veces, pero por ejemplo también tuvo que aprender a hablar alemán y a interpretar en una lengua que no es suya. El alemán es un idioma complicado e intentó aprenderlo con todos los matices. Yo creo que lo ha hecho muy muy bien.

Por Imanol De Frutos

Graduado en ESCAC y montador de profesión. Siempre hambriento de ficción.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.