Mar. Mar 19th, 2024

En la pasada edición de la Berlinale tuvimos la oportunidad de ver «Últimos días en La Habana» y de hablar con su realizador Fernando Pérez.

Este autor cubano se licenció en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad de La Habana. Ha publicado artículos y críticas de cine y ha impartido cursos sobre Apreciación Cinematográfica e Historia de Cine en la Universidad de la Habana y en la Escuela Internacional de Cine en San Antonio de los Baños. En 1987, dirigió su ópera prima «Clandestinos». Este año en el Festival de Berlín ha presentado su noveno largometraje hasta la fecha. «Últimos días en La Habana« llega esta semana a nuestra cartelera. Se trata de un filme que habla de una manera realista sobre la diversidad, la amistad y sobre la libertad de expresión.

Esta película habla de homosexualidad, sida, pobreza, contrarrevolución, de una Cuba muy popular de La Habana, ¿cómo se recibe esto cuando se proyecta allí? 

F. P. «De manera muy diversa. En diciembre se exhibió la película en La Habana. Hubo un público que la apoya, otro que empieza a darle lecturas políticas a la película, que no son las que están en ella. Pero ese es el tipo de cine que a mí me interesa hacer. Porque yo creo que la realidad cubana es una realidad que no se puede definir, que no sea a través de su complejidad y de su ambivalencia. No se puede describir en blanco y negro y la realidad cubana, siempre, por los menos en los medios, se expresa a través de los grandes acontecimientos. Pero el día a día, contradictorio, diverso, queda fuera de los medios. Tanto en Cuba como fuera de Cuba

¿Está cada vez peor la situación en Cuba? 

F. P. «Está más compleja. Porque la sobrevivencia y los valores han ido cambiando. Y al ser la sobrevivencia mucho más dura, los valores se modifican. Estos personajes tienen actitudes ya que quizás desde el punto de vista ético pudieran ser actitudes reprobables, reprochabes, y yo quisiera que no fueran juzgadas. Porque siento que tendríamos que preguntarnos por qué se genera esta acitud.»

¿Sobre todo en la generación joven que usted retrata en esta película?

F. P. «Sobre todo en la generación joven que no tiene otro compromiso que encontrar solución al o que tenga que vivir, con lo que ellos han heredado como educación y como destino

«Me admira la capacidad del cubano para inventar y sobrevivir.»

ultimos dias en la habana (4)

Ahora se vive una Cuba sin Fidel y tras una «política de los piel descalzos» que fue descuartizada por Obama, antes de irse de su mandato, ¿Cree que su propia película va a ser más dura? 

F. P. «Me voy al siglo XIX, a contar una historia basada en hechos reales, cuenta la historia real de Enrique Fabez, un médico suizo que arrivó a Baracoa, a principios del XIX, se casó con Juana de León, personaje real, una muchacha que estaba un poco marginada en la sociedad de la época y vivieron juntos tres años de matrimonio hasta que se descubrió que Enrique Fabez era Enriqueta Fabez. Que había tomado la personalidad de hombre para poder ejercer la Medicina. Y voy por ese camino

Muy interesante, pero la situación actual de Cuba en estos momentos no nos la quiere comentar..

F. P. «No no, te la comento igual. Si me gusta conversar contigo. Estoy escribiendo un guión «nocturno», que está muy verde todavía, donde intento mostrar en cuatro episodios lo que yo he vivido en Cuba desde los 60 hasta hoy. No está contado en primera persona, de todas formas. Y el hilo conductor sería un programa nocturno de radio que todavía continúa. A finales de los sesenta, se empezaron a escuchar por este programa toda la música de los Beatles, de los Fórmula V de España, Los Brincos.. etc. Y ese programa dura hasta hoy, y ha acompañado a diversas generaciones. Ahí quiero contar. Ojalá lo logre pero es muy difícil la complejidad de todo lo que nos ha tocado vivir

Su trayectoria documental se ve muy impregnada en la película, sobre todo desde Suite Habana (2013)… 

F. P. «De alguna manera sí. Eso fue una motiviación. Yo filmé «Suite Habana» (2003) es una película que me ha reportado mucha satisfacción, sobre todo por la comunicación que proponiendo un lenguaje dificil para el espectador, logró con muchos espectadores cubanos. Y quince anios después, he sentido que ese entorno que la película reflejó seguía siendo el mismo pero mucho más duro

Últimos Días en La Habana, tenía pensado llamarse «Chupa Pirulí», ¿por qué le cambiaron el título?

F. P. «Por varias razones. Me alegra que conozcas el cambio del título. El título final es el del reguetton y me gustaba porque crea intriga. Y cuando me preguntaban en Cuba en qué proyecto estaba, la mayoría se reían. Es una comedia no? Y yo les decía no, es un drama. Y esa provocación me gustaba. Pero cuando empezamos con la coproducción existía la duda de si fuera de Cuba ese título se entendería o no. Y llegamos al acuerdo de que apareciese como complemento/subtítulo. Pero me decidí que se quedaría con Últimos Días En La Habana

La habitación es un sitio atemporal, yo diría que casi como Cuba, una isla inmune al tiempo. ¿Se vio obligado por eso a marcar cuánto tiempo pasa con las hojas del calendario?

F. P. «Sentía que el espectador debía tener una referencia del paso de los días. La realidad que muestra la película no cambia, está ahí. Incluso cuando entran personajes nuevos. Y es el mismo Diego quien define que en su espacio el tiempo no existe, porque tiene los días contados. Hay tres momentos donde Diego se queda solo, consigo mismo, y esos momentos son los que más me interesaban filmar. Siendo Diego alguien extrovertido que necesita convertir su inmovilidad en comunicarse, muchas horas del día está solo.»

«Eso fue una reflexión. Si contar la historia de Miguel o dejarla en el misterio. Preferimos el segundo camino.»

Fernando Perez

¿Por qué no sabemos nada del mejor amigo del protagonista? ¿Por qué está tan enfadado con la vida? 

F. P. «Eso fue una reflexión. Si contar la historia de Miguel o dejarla en el misterio. Preferimos el segundo camino. A pesar de que Diego cuenta algunos episodios, el desarrollo posterior lo queríamos dejar dentro del personaje para acrecentar su misterio. A ser un personaje que no se abre, no se expresa, queríamos darle esa sensación al espectador

¿Por eso le roba el protagonismo la sobrina?

F. P. «Le abre ventanas a Diego, que necesita vida a su alrededor, y le desestabiliza la inmovilidad al propio Miguel

Cuando uno visita Cuba recientemente, sorprende la forma de conectarse a Internet que tienen los cubanos: o bien desde una plaza pública o desde ciber-cafés. Y están casi siempre llenos, aunque haya que pagar con moneda CUC (moneda equivalente al dólar) por 30 minutos o una hora de conexión.. 

F. P. «La gente no tiene dinero, no tienen para comer en el día y andan con un iphone. Me admira la capacidad del cubano para inventar y sobrevivir, pero siempre en movimiento. Lo único que las estructuras de la sociedad en Cuba no van al ritmo con el que los individuos puede avanzar. Yo quisiera vivir 3000 años y seguir rodando»

¿Piensa repetir el éxito de «Madagascar»? 

F. P. «Estuve en el 98 con La Vida es Silbar, fue muy bien recibida aquí, en Forum, que fue una de las secciones que más me gustan de la Berlinale. Y a partir de ahí me ofrecieron una beca de la DAAD y viví seis meses en Berlín en el 94

¿Qué tan cambiada ve la Berlinale casi dos décadas después?

F. P. «Es una Berlinale mucho más grande. Establezco un paralelo con lo que está pasando con el festival de cine latinoamericano de La Habana, que se hace cada diciembre. Antes era todo muy concentrado. Ambos festivales han crecido para bien y para sentir que estoy en algo más grande que yo. La Berlinale tiene una personalidad fuerte y parte mucho del empenio de Dieter Kosslick, que le da una dinámica muy particular

Por María Luz Moraleda

Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y por la University of Central Lancashire (Inglaterra) vive en Alemania desde 2012. Trabaja en Berlín como periodista multimedia para el canal de televisión Deutsche Welle y colabora para otros medios.