En la terraza de un hotel de San Sebastián hablamos con Luis Tosar sobre Operación E. Una película de Miguel Courtois donde el actor gallego interpreta a un campesino colombiano. Y como Tosar no está considerado el mejor actor de este país por capricho, lo borda. Y te crees que sea colombiano, y te crees que sea José Crisanto, el modesto agricultor que sobrevive en la jungla mientras se hace cargo de un bebé gravemente enfermo, el hijo de una secuestrada por las FARC.
Ser José Crisanto, tanto por el acento cómo por las diferencias culturales no debió de ser fácil…
El secreto es currar y currar. Tuve ayuda de colombianos, sobre todo de un compañero periodista, fue mi couch casual a través del coproductor, también colombiano, que fue el que nos puso en contacto. Fue un acercamiento cultural más que estrictamente lingüístico. Porque aunque estamos cerca, hay cosas como el conflicto colombiano, situaciones de naturaleza extraña y compleja. El conflicto lleva muchos años y comienza a haber una visión un poco turística del asunto. Lo lingüístico fue trabajo diario, acercándome cada vez más al acento y siempre desde el respeto absoluto. No quería que los colombianos pensaran que estaba imitándoles o algo por el estilo.
¿Has trabajado con la figura real de José Crisanto?
Hubo un momento en el que yo opté por crear algo que tuviese entidad propia dentro de la película y que no fuese un retrato muy cercano al personaje real. José Crisanto y yo no tenemos nada que ver, ya desde el aspecto físico ese acercamiento era imposible. Intentamos entonces crear una entidad basada en el personaje real que tuviese particularidades potenciadas en el guión. Él guionista, Antonio Onetti, quería crear un héroe que representase a los millones de personas desplazadas en el mundo, en Colombia son 4 millones y pico. A partir de ahí nos liberamos del retrato documental y creamos un personaje de ficción inspirado en algo real.
Supongo que es inevitable separarte de la realidad para poder crear un personaje de ficción, por mucho que estemos relatando algo verídico.
Hay que ser un poco inteligentes y prácticos. Crisanto a pesar de ser muy mediático por todo lo ocurrido tampoco es un tipo muy conocido, ni siquiera para los colombianos. No es un icono pop ni nada por el estilo. Pero sí hay grabaciones de él que yo pude ver y sobretodo me fijé en su forma de relacionarse con el mundo. Es un tipo muy comunicador, estuvo relacionado con la política y esa parte del personaje un poco más de showman nos interesaba. Es un hombre que fabula constantemente, de hecho cambió su versión de las cosas para poder librarse de la muerte varias veces y por eso estuvo acusado de falso. Nos gustaba esa parte italiana que tenía el personaje.
Las confesiones están rodadas mediante largos primeros planos. Da la sensación de que Courtois sabe el material con el que trabaja y por eso utiliza esa escena para abrir la película. Son secuencias portentosas y supongo que con mucho trabajo detrás…
Miguel es un tipo que deja bastante libertad a los actores. Se preocupa mucho de tener claro el guión que estás trabajando y después durante el el camino hubo una comunión muy concreta entre él y yo. Crisanto era gracioso pero igual demasiado, ahí si iba midiendo mucho más. Pero en el tema de los interrogatorios, que fue de las últimas cosas que rodamos, salieron bastante bien, todo el mundo ya sabía lo que tenía que hacer. Y yo, que ya tenía confianza con el acento, pude largar tranquilo todo ese monólogo largo.
¿Y cómo fue el rodaje en medio de la selva?
Fue sencillo, aunque pueda dar la impresión de que estuvimos en un lugar duro e inhóspito, nosotros estábamos relativamente cómodos, aunque de los mosquitos no te libra nadie (risas). Hubo un momento antes del rodaje que pensamos que se iba a complicar mucho porque no paraba de llover, creímos que no podríamos rodar. Pero tuvimos suerte y paró. De todas formas el equipo colombiano está muy bregado en esas cosas.
Ha habido acercamientos entre el gobierno colombiano y las FARC. ¿Hay esperanza en el fin de este conflicto?
No soy muy esperanzador en el tema de que el conflicto se acabe. Es un conflicto my jugoso para todos. Hay mucho dinero en juego. Ya no tiene que ver con la ideología o con la revolución. Lo pilles por donde lo pilles una cosa es elemental, a los narcos les interesa el mundo de las FARC porque hay una producción de hoja de coca muy importante que está controlada por los guerrilleros. Ellos se las sirven a los narcos y cobran el dinero con el que financian parte de la guerrilla. En cuanto al ejército hay que recordar que el 10% PIB es armamento, con lo cual da motivo para un montón de empresas y confesionarios que trabajan para el ejército, son subsidiarias…
Cuando se empezó a anunciar hace unos meses que había un supuesto proceso de paz, un diálogo, las FARC metieron un pepinazo en Bogotá y hacía años que no lo hacían. Me quedo más con lo que está en la película, que son las víctimas, esos millones de personas que viven a expensas y que no tienen opción. Puedes colocarte en un lado o en otro, pero al final los jodidos son siempre los mismos, al final hay cuatro millones de desplazados en Colombia que ni les va ni les viene este conflicto. Tú estás en el medio y no tienes otra opción que decir “yo tiro para adelante y a ver cómo me las arreglo”.