Los dobladores Marc Zanni (Goku) y Joan Sanz (Vegeta) nos hablan de su profesión y de lo que ha supuesto el tremendo éxito de «Dragon Ball».
El 30 de mayo es el estreno en cines de Cataluña y País Vasco de la esperada película “Dragon Ball Z: la batalla de los dioses”, en lo que prevé ser un éxito sin precedentes de cara a su estreno a nivel nacional durante el mes de junio. Por ese motivo, acudimos a los Cines Girona para charlar con Marc Zanni (voz de Goku y director de doblaje) y Joan Sanz (Vegeta).
¿Se os pasó por la cabeza el éxito que Dragon Ball tendría cuando empezasteis a doblar?
Joan Sanz: «Esta es una pregunta que nos han hecho muchas veces y no nos cansamos de contestarla: no, no nos esperábamos el éxito para nada. Se trataba de un trabajo más, hacíamos varios doblajes y este no se diferenciaba en nada al resto. Aunque ahora que lo pienso sí que es verdad que había ciertos indicios de lo que estaba por venir. En el fondo sabíamos que se trataban de personajes carismáticos y fuertes, pero lo que no se nos pasó por la cabeza es que terminásemos escribiendo un libro (La Sèrie de la teva vida, Norma Editorial), dando entrevistas…»
Pero sois conscientes de que habéis marcado a toda una generación…
Marc Zanni: «Yo diría que a más de una. Nos vienen abuelos que nos cuentan que en su momento veían Dragon Ball con los hijos y que ahora les toca hacer exactamente lo mismo con los nietos. Y lo dicen con una sonrisa en la cara. Luego hablamos con esos niños, que tienen, diez, once años y saben mucho y hablan de Dragon Ball con una seriedad… Yo empecé a doblar Dragon Ball en 1991, tenía 20 años, más o menos la misma edad de Goku. El éxito era impensable; no existía internet, no existían las redes sociales… Pero por ejemplo iba a una comunión y me pedían que lanzara un Kame Hame. O la gente no se creía que fuera la voz de Goku y se lo tenía que demostrar. Eso en una profesión como la de doblador, que es de por sí muy anónima, te hacía ver que este anime tenía algo de especial. Era imposible imaginarse la magnitud que tomaría, pero algo había.»
J.S.: «Y luego empezaron las fotocopias en Sant Antoni…»
M.Z.: «Ay, sí, las fotocopias… Hay que pensar que en aquella época no había merchandising, Dragon Ball tenía muchísima audiencia pero en nadie estaba preparado para el éxito que traería consigo. Si lo hubieran visto venir se podrían haber hecho de oro, pero no fue así, por lo que los propios niños tenían que crear las cosas. Algunos empezaron a aprender japonés, otros viajaban al Japón para traer figuras…. Lo bonito era que no se trataba de un movimiento creado por una empresa, sino por los propios fans. Claro, los que sabían dibujar se hacían de oro. Y eso es lo que decía Joan de las fotocopias, poco a poco empezaron a inundar el mercado de Sant Antoni y eso era ilegal, porque no era un intercambio de cromos. El éxito fue abrumador, vamos, y es algo de lo que todos somos conscientes. Ahora en Dragon Ball Kai me he reencontrado con compañeros que ya trabajaban en aquella época, hace 20 años. Y ves lo que ha supuesto para todo el mundo.»
Hablando de Dragon Ball Kai, sé que ha sido necesario encontrar dobladores nuevos para según qué personajes… ¿En qué te basas a la hora de escoger esas nuevas voces?
M.Z.: «Depende. Mira, mejor te pongo un ejemplo: dos personajes importantes a los que tuve que cambiar la voz fueron Freezer y Duende Tortuga. En el caso de Freezer, quería cambiar la voz completamente, lograr una voz más acorde al estilo del original. Jordi Vila hizo un trabajo genial en su momento, pero ahora quería que la voz tuviera más mala leche, que fuera más malo. En cambio, para Duende Tortuga, que era un personaje muy carismático, no se me ocurría una voz mejor que la de Vicens Domenech. Al no poder contar con él, decidí hacer un casting para encontrar a alguien que pudiera imitar su voz, y como queríamos que fuera completamente objetivo, pasamos las grabaciones de los tres finalistas a varios compañeros del estudio de doblaje y, sobre todo, a muchos fans. Los fans reconocieron a dos de los dobladores en seguida, pero no al tercero, que decían que era el que les gustaba más. Curiosamente, este tercero era Josep Maria Mas, que es alguien que ha hecho mucho anime y que en el momento doblaba la voz de Sanji, de One Piece, pero nadie logró reconocerlo, nadie, y nos quedamos con él. Lo que quiero decir es que generalmente se intenta conseguir una voz parecida al original, pero hay casos excepcionales como este de Duende Tortuga.»
¿Qué resulta más fácil, doblar actores o doblar personajes de anime?
J.S.: «Si es un actor que te va, que es de un registro parecido, es más fácil, pero el personaje animado tiene más gracia porque no tiene una voz original detrás, puedes moldearlo. En el caso de un actor, por el contrario, existe esa voz y al final lo que intentas es no alejarte demasiado de ella. Pongamos por ejemplo a Kevin Spacey, hoy en día todo el mundo sabe cómo suena, puedes verlo en videos del Youtube, y no quieres que la gente note un gran cambio.»
M.Z.: «La dificultad técnica es diferente, pero la dificultad artística es la misma. Tienes que poner una voz, y da lo mismo que sea un dibujo animado que un actor real. Técnicamente, es muy diferente. Con los dibujos animados te cansas más, es todo más físico, más exagerado: gritan más, lloran más, lo sienten todo más. Eso, salvo en casos muy contados, no ocurre en las películas de acción real. Por eso hay actores que nunca quieren doblar dibujos, porque forzas mucho la voz, has de cambiar el timbre… Y si ya doblas batallas, es agotador. Puedes pasarte dos horas gritando sin parar, sudando porque es un estudio pequeño.»
¿Ha supuesto un problema interpretar durante tantos años a Goku y a Vegeta de cara a otros doblajes?
J.S.: «No, porque te toca cambiar constantemente. Ahora no hay tanto trabajo, pero en aquella época ibas saltando de personaje en personaje a toda velocidad. Por la mañana hacías de malo, al mediodía de tonto, y a la noche hacías de otro tipo de malo. Lo más complicado era ponerse en situación, sobre todo en las batallas de Dragon Ball. Eran las ocho de la mañana, estabas medio dormido, y tenías que enzarzarte en una lucha a muerte…»
M.Z.: «Bueno, yo el problema que tengo es que Goku es mi propia voz. A mí me dijeron: no cambies la voz, que este personaje es de tu edad. Y ahora cualquiera se da cuenta de que soy yo en cuanto digo dos palabras seguidas. “Mira, Son Goku haciendo un documental”. Pero se puede vivir con eso.»
Aparte de Dragon Ball Z: la batalla de los dioses y Dragon Ball Kai, tenéis otro proyecto entre manos que se llama «M’anima l’anime». ¿Podríais explicar de qué se trata?
M.Z.: «M’anima l’anime surgió porque a muchos fans les interesaba el tema del doblaje. No tanto de una manera profesional, sino más bien por curiosidad. Así que nos reunimos Joan, Carles (Carles Lladó, doblador de Luffy en One Piece) y yo y creamos esto. La idea es que hacemos un poco de todo: talleres de doblaje, charlamos con los fans… Es como cuando a un fan de las motos le dan la oportunidad de dar una vuelta por Montmeló. Empezamos en 2012 y ya han pasado por allí más de 300 personas. Y mucha gente que repite. La idea es que durante cuatro horas estás con nosotros, doblas escenas, te enseñamos nuestros trucos… Pero no es un curso ni se echan broncas si se hace mal.»
J.S.: «A veces hasta nosotros cambiamos las voces. Venga, Marc, haz tu de Vegeta, que yo quiero probar otro personaje. Es un modo de estar con los fans, mucho más bonito que contestar e-mails, o los dos minutos que puedes charlar con ellos en los salones.»
Y para acabar, ¿podríais darme tres razones a favor de que la gente siga apostando por el doblaje?
M.Z.: «¿Solo tres?»
J.S.: «Bueno, la primera razón es evidente. Si compras un libro que ha escrito un noruego o un japonés, la mayoría de la gente lo querrá traducido. Se intenta traducir de la mejor manera posible, con la mayor calidad y, esto es importante, con la mayor semejanza con la cultura a la que va destinada. En los animes pasa lo mismo.»
M.Z.: «Sí, y además en el caso del anime se trata de un muñeco en 2D, así que doblarlo no es solo darle voz, es darle alma. Insuflamos con nuestra voz toda la particularidad que tiene un personaje. Para ello se necesita, evidentemente, un buen doblaje y yo creo que ese es uno de los éxitos de Dragon Ball en catalán. Y lo mismo pasa con Shin Chan y otros muchos animes. El secreto es eso, darle alma. Aparte de eso, yo creo que lo importante es que nadie obliga a nadie a ir ver una película doblada. Ahora, con la calidad digital, puedes ver la misma película en versión original, en castellano, en catalán… Lo lógico, al menos, es que siempre existiera esa oportunidad.»
J.S.: «Pero no pasa.»
M.Z.: «No, no pasa. El doblaje al catalán en el cine es mínimo, irrisorio. El año pasado doblé «El Hobbit: un viaje inesperado» al castellano y al catalán, y cuando me llamaron para hacer «La desolación de Smaug», vi que solo me habían dado los horarios para el doblaje castellano, y creí que era un error. Pero no, resulta que no se iba a hacer versión en catalán. ¡Y eso que era una segunda parte! Por eso más que “tres razones a favor del doblaje” lo normal tendría que ser tener la opción de verlo en el idioma que uno prefiera. Porque además muchas de las películas las doblan al castellano dobladores que son bilingües. Y el mismo estudio podría hacer la mezcla. Entonces, ¿es una cuestión social, política, económica? Ni idea, pero es una lástima.»
Muy buena entrevista. Algo había oído de M’anima l’anime pero ahora es posible que me «anime» a ir. Me encanta que una entrevista sobre dobladores hable de eso, de doblaje, y no sea un simple ejercicio de publicidad para la película en sí.
Pues si te animas a ir luego me lo cuentas sin falta 🙂
Y gracias, por supuesto.