Con motivo de la presentación a los medios del film Europa One en la pasada edición del Festival de Sitges pudimos entrevistar al realizador Sebastian Cordero.
No hace tanto tiempo que estuvimos en Sitges, y todavía nos quedaban en la cartera unas cuantas entrevistas por publicar. La primera sobre Europa One dirigida por Sebastián Cordero. Se trata de nueva incursión en el género del found footage (muy indie) encuadrada en el marco de la ciencia-ficción, que pese a acercarse más al planteamiento de la triste Apollo 18 (y superándola con creces) quedará marcada para siempre como la otra película del espacio de la temporada, al haberse visto simultáneamente en nuestro país junto con Gravity, de Alfonso Cuarón. Y aunque Gravity haya dominado el plantel de la opinión pública la Europa One dirigida por Sebastián Cordero no tiene nada que envidiarle, ni tampoco por qué compararse con ella. Europa One es una ficción que engrandece el rigor científico a la par que apura un equilibrio en la explotación de los recursos narrativos de esta producción de medio-bajo presupuesto que ya quisieran lograr esos otros títulos más ruidosos. Un verso libre más interesante que fácil de afrontar. Por suerte, ya puedes echarle un vistazo adquiriéndola en Blu-Ray. Y a continuación nuestra charla con Sebastián:
¿Crees que es mala suerte haber coincidido en el estreno con Gravity?
Hay elementos en común con Gravity, eso es cierto. El tema de los astronautas, la supervivencia, ciertas situaciones extremas…Pero el acercamiento la materia no podría ser más distinto. Mientras Europa One es una película casi en su totalidad dominada por los planos fijos la otra trabaja con la misma cámara, con su movimiento, su fluidez. El nuestro es más bien un trabajo de montaje, de mezcla de técnicas más del found footage, así que siento que la gente las verá como lo que son: dos películas distintas con la feliz coincidencia de tratar el mismo universo.
No debió ser fácil empatizar con los actores cuando estos estaban metidos en una caja.
Queríamos ser y fuimos muy estrictos, y las cámaras dentro de la nave no se mueven nada, ni un ápice. Cuando en la película ves que hay algún problema con la nave se hacía exactamente el mismo movimiento, se trabaja con intolerancia al efecto especial. Esto es lo que me atrajo de la propuesta, porque sucede algo interesante cuando te riges a un formato y es que las limitaciones potencian la creatividad. Yo serví de catalizador a lo que pedía la película, a la hora de contar la historia que hay detrás. Cuando entré al proyecto diseñé cómo filmarlo y junto con director de arte y de fotografía decidimos irnos por este concepto bastante extremo de construir el set completo y colocar 9 cámaras en el set para filmar simultáneamente con todas. Así se creó un ambiente para los actores que les permitía estar inmersos en la atmósfera espacial, lo cual es muy especial para su trabajo pero que para mí como director me complicaba terriblemente la vida. En todas las escenas los actores están solos, nunca tienen ningún técnico, sonidista… no había nadie con ellos, básicamente porque el set no lo permitía. Estaban en un mecanismo que hacía que el set se moviese y temblase en los momentos que lo requerían y después de que el mecanismo se pusiera en marcha entrar y salir del set era algo bastante complicado que podía llevarnos hasta cinco minutos entre toma y toma, así que estaban bastante a su aire.
Entonces, los errores estaban planificados.
Efectivamente. Toda Europa One es una peli muy minuciosamente planificada, pero al ser un found footage durante la edición vivimos un proceso muy documentalista, también. Teníamos que encontrar su estructura, su propia voz, a pesar de que todo estaba guionizado… Supongo que esto pasa igual cuando ruedas un documental. En principio tú quieres contar una cosa, pero vas explorando opciones y es al final el mismo devenir el que te empuja hacia un resultado final, hacia una opción concreta.
Pero el guión era en un primer momento lineal…
Sí, pero lo cambiamos. Sucedió así porque habíamos filmado de la manera más fiel posible, como lo que hubiese sido realmente capturar material dentro de la nave aunque a la vez se desarrollaron nuevas ideas durante el rodaje. El ejemplo más claro es que decidimos jugar con las pantallas divididas, hasta 9 pantallas a la vez. Esto son muchos elementos de los que estar pendientes en distintos lugares… Así que no lo habíamos previsto a nivel de posproducción, pero en el set nos encajó, vimos que quedaba increíble. Todos los ángulos que estábamos recogiendo y el efecto que le daban al conjunto era algo impagable y claro, nos dimos cuenta de que debíamos aprovecharlo. En el guión lo de las pantallas divididas estaba desarrollado de forma gradual, y variamos las intensidades. Con la edición terminamos de depurarlo y por eso nos acabó saliendo un montaje no lineal.
¿Y os preocupasteis de acomodar a esto la dirección?
Primero lo trabajé con el guionista e inmediatamente empezamos a cambiar cosas, a pulir. La película empezó siendo mucho más modesta, pequeña y sobre el proceso fue creciendo más de lo esperado.
La película también transmite mucho amor a la ciencia.
Cierto. Como director uno está tentado de hacer algo de autor, hacer que se note tu firma. Pero aquí lo que brilla es el rigor y la verosimilitud de lo que podría ocurrir en una circunstancia así. Hay que saber dejarse a un lado y ayudar a que la película transmita algo por sí misma, que vaya más allá de uno mismo como artista. Insisto, esta película es muy compleja, con hasta cuatro editores, no debido precisamente a que hubiera problemas con ellos, al contrario, es que eran necesarios durante el proceso. Todos ellos eran necesarios para juntar todas las piezas, dada la inmensa cantidad de material que había. Había que encontrar un lenguaje y un tono justo y yo como director, o más bien como persona no habría podido conseguirlo por mí mismo. La película no entra en territorios morales pero definitivamente sí hay una perspectiva, y para eso ha sido fundamental el montaje. Para que no acabes exhibiendo una tragedia, sino lo que es: un acto heroico, un sacrificio verídico de lo que legítimamente harían los astronautas en esa situación. No había manipulación emocional incierta, su perspectiva es creíble, está científicamente estudiada.
Pero hay música extradiegética.
Es cierto que la música es algo cuestionable y que pueda chocar al espectador, por el tipo de propuesta. Personalmente, al principio creía que no encajaría, yo sólo quería dejar los sonidos de la nave, como un testimonio meramente histórico. Pero finalmente el trabajo de Bear McCreary quedó armónico, le daba un tono que no estaba de más.
¿Y cómo se hizo la exploración humana? ¿Fue un proceso de documentación largo?
Es curioso, porque sobre todas las cosas que preguntamos a toda la gente consultada apareció un tema recurrente: cada vez que hablábamos con un científico y le decíamos sobre una posible exploración de la Luna de Europa nos decían que en las películas la gente que aparecía eran muy poco creíbles, que en realidad los astronautas se someten a entrenamientos de tantos años que se acaban sintiendo como superhéroes, y que el sacrificio forma parte de su esquema de pensamiento, de sus férreos valores. Si tuviesen que sacrificarse por la misión lo harían, por las grandes revelaciones o descubrimientos, sin sobredimensionarlo, y que están bien entrenados para manejar las emociones que puedan aparecer. Por ejemplo: un capitán real, como el de la película, no dudaría en sacrificar a un tripulante por salvar al resto del equipo. Esas dudas que puedan aparecer en las películas sólo es un recurso cinematográfico, ahí arriba los astronautas son mucho más racionales, incluso a la hora de tratar esos grandes riesgos. Supongo que un poco distinta de Gravity sí acaba siendo, ¿no?
[…] Wu, quien es un intérprete habitual del cine oriental de acción, suyos son trabajos como “Europa report” (2013) o “El hombre de los puños de hierro” (2012) y muchos más que nos dejan claro que no […]