Ventura Pons estrena este viernes su última película Ignasi M, su tercer documental. Por ese motivo hemos charlado con el veterano director catalán.
Poder entrevistar a un director de la talla de Ventura Pons es todo un honor, por eso aunque sea por Skype uno no puede dejar pasar la ocasión. Inquieto, valiente, sincero. Con multitud de premios y nominaciones, este realizador que tiene a sus espaldas 23 largometrajes de ficción y 3 documentales, es uno de los realizadores más importantes de su generación.
¿Cuáles eran tus objetivos iniciales con la historia de Ignasi M?
Pasármelo bien… (Risas). Ahora en serio. El primordial fue contar su historia. A Ignasi hace 28 años que lo conozco y porque pertenece a mi círculo de amigos. De repente un día estoy viendo en el cine una película tonta americana muy recomendada, en un instante desconecto y pienso en Ignasi. Me doy cuenta que había una historia en él que merecía la pena ser contada en forma de documental. Así que le llamé, quedamos a comer y se lo dije. Imagina su cara, se quedó alucinado. Al día siguiente me fui a su casa y grabé como un par de horas. Ese material me sirvió de punto de partida. Primero lo transcripción de ese material me puse en serio, porque a pesar de que es un gran personaje, que es muy poliédrico, pero al final como realizador tenía que darle forma al guión, ver la película que quería contar. Porque lo primero que necesitas es saber qué quieres contar y cómo. No soy de la filosofía de rodar y luego ver cómo montaremos. No. Yo necesito tener claro desde el principio al final de la historia. La mejor improvisación es una buena preparación. Una vez que estás preparado puedes llegar a improvisar algo, pero mejor tenerlo todo muy pensado antes de ir a rodar. Me di cuenta que había varias ideas de continuidad dramática. La primera es que el eje transversal de la familia era el arte. Los genes artísticos los hereda de su padre, que es el más conocido, y se los da a sus hijos.
Y la segunda, era la fotografía. Ignasi es una persona que siempre va haciendo fotos, y me di cuenta que eran básicas para resumir determinados aspectos relevantes de su vida. Porque si te pones, podrías hacer una serie sobre él de dieciocho horas, y no es plan. La idea era al final tener una película de hora y media, como mucho. La fotografía me permitía distribuir los temas de forma que fuera captando el interés del espectador, y dosificarlos hasta el final. Date cuenta que realmente es una película que versa sobre el miedo. Fíjate que la última frase con la que cierro el documental es: “La gente vive con muchos miedos pero hay muchas formas de evadirlos”. Cuando me dijo esa frase tuve claro que debería ser final de la historia. Es una película de gente valiente.
Pero luego también puedes encontrar otros temas que ya he tratado anteriormente en mi filmografía como por ejemplo, la paternidad deseada en el mundo gay. Como un personaje homosexual quiere tener hijos y que además sean suyos, no adoptados. A ello se le suma en este caso la historia de la mujer, que tras divorciarse de él encuentra su camino con otra mujer. Todo ello hace que la historia de Ignasi sea muy contemporánea. Y claro, vas de festival en festival con la película y los periodistas te preguntan: “¿pero esto es de verdad?”. Es demasiado contemporáneo el personaje. Si lo convirtiéramos en un personaje de ficción, no sería verosímil que una misma persona le acabe pasando tantas cosas.
Yo he hecho tres documentales. Lo verdaderamente importante es la organización de las ideas. Darle un sentido dramático para que medir las cosas. Determinar el orden de aparición de los temas y los personajes. Me gusta mucho haber hecho esta película porque vivimos en un mundo lleno de carcamales, y con este trabajo pretendía remover un poco la sociedad.
El rodaje de la película lo hicimos en doce días, y deseché mucho material que es realmente interesante, pero algo debe quedar siempre descartado. Por ejemplo, tengo rodado muchas horas del tema del levantamiento de la tumba del Rey Pedro. De verdad, un tema verdaderamente fascinante, pero que al final en el documental ocupa como mucho tres o cuatro minutos. Pero es que no me cabía.
La verdad es que hice este largometraje porque estaba harto de escuchar que no se puede hacer cine. ¿Cómo que no? Si tienes una idea espabílate. La haces con menos gente. Los que venimos de las trincheras sabemos espabilarnos. Yo vengo de las trincheras del franquismo. Empecé mi carrera en teatro hace cuarenta y siete años, como Mario Gas o Lluis Pascual. Hacíamos teatro con lo que podíamos, y funcionábamos muy bien. Luego vinieron las mal llamadas vacas gordas, y yo aproveche en 1985 para hacer mi productora para poder hacer lo que me apeteciera, gracias a ella existen las películas que he hecho, con un productor convencional me hubiera costado mucho ponerlas en pie, pero ahí están Amic Amat o El perquè de tot plegat. Films de los que me dijeron que eran auténticos bodrios sobre el papel. Así que cuanto más me ponen el tren en contra significa que mejor será la película. He hecho veinticinco largometrajes y ninguno ha sido fácil. Pero también es la gracia del oficio.
¿De quién fue la idea de que Ignasi conversara con las personas de su entorno? Y ¿Tuvo Ignasi total libertad para hacer las preguntas que quisiera o estaban pactadas?
La verdad es que fue una mezcla de todo. Algunas fueron espontáneas, otras estaban pactadas y algunas las habíamos decidido entre los dos con anterioridad. Pero, hay cosas que se quedaron fuera del montaje final porque no llegaban a funcionar dramáticamente, porque quien manda al final es el director ¿no? Había momentos muy interesantes pero que no acababan de funcionar y yo tengo mi libertad de ponerlo o no. La verdad es que es una persona maravillosa, y me alegro que haya aceptado la propuesta porque sin él no hubiéramos llegado a la verdad de los temas. A través del humor, de lo que sea, ha conseguido que personajes como el de su mujer se abrieran por completo ante la cámara. Y si las preguntas las hubiera hecho yo a lo mejor no hubiera conseguido las mismas declaraciones. La verdad es que más que entrevistas son conversaciones entre dos personas atadas por un tema concreto. Es totalmente distinto.
Con tus documentales sueles trascender a los personajes realizando frescos sociales. ¿Qué te motiva hacerlo?
A ver. En el fondo concibo los documentales como si fuera un documento notarial. Yo como director soy el notario y miro la sociedad y digo las cosas tal cual las siento. Me suelo fijar en gente que admiro, que son valientes, que poseen un significado y que pueden ayudar en algo, que pueden aportar algo a los demás miembros de la sociedad. Así que mi labor es dar testimonio de ello. Aunque, por ejemplo con el documental Ocaña, retrato intermitente (1978) empiezo a estar cansado del sambenito que me han colgado de que si es el testimonio o el reflejo de la Transición. En realidad, yo no quería hacer eso. Yo sólo quería contar la historia de una persona. No me parece mal que lo vean así, pero no era mi intención. Hay gente que dice: “para entender los años 70 hay que ver Ocaña”. Pues mire, yo no lo hice con esa pretensión. No me considero una persona pretenciosa, no tengo ego y me voy a dormir muy tranquilo cada día. Lo que sí es cierto es que la variada problemática de Ignasi, que es una persona que lo está pasando muy mal, es un brutal reflejo de la problemática actual de la sociedad. Me parece que la forma con la que él encara la vida, es todo un ejemplo, y puede ayudar a mucha gente.
Hay que reconocer que eres uno de los pocos realizadores que han sabido retratar el mundo de la homosexualidad y su problemática. ¿Te consideras un realizador comprometido?
Hombre… Sí… Claro que soy un realizador comprometido, pero no me gusta decirlo porque suena muy pretencioso. Para mí todas las películas significan algo, sino no las haría. He de reconocer que en casi todas estoy yo, aunque tengo algún resbalón, pero son los menos. En casi todas mis películas hablo de lo mismo, hablo de la necesidad del otro, la amistad como inicio de una forma de familia no tradicional, lejos de la culpa judeocristiana o la muerte. En casi todas me repito mucho independientemente que sea una comedia o drama. Cambio el género o los actores, pero casi siempre estoy hablando de lo mismo, pero intento que no se note, porque a mí me aburren los directores que hablan siempre de los mismo. Si tú no te lo pasas bien haciendo una película ¿cómo puedes intentar conmover a los demás? Yo me divierto saltando de un drama a una comedia, de la ficción al documental. Como sólo vivimos una vez, intento pasarlo lo mejor posible. Me considero un privilegiado porque me puedo dedicar a lo que más me gusta y consigo seguir en activo.
¿Cómo fue la aventura de acudir con ‘Ignasi M.’ al Festival Internacional de Toronto?
Ir a Toronto es muy importante. La verdad es que yo lo escogí, estoy muy contento y no me arrepiento. Con sólo colgar el teaser en Toronto, en la misma semana varios países localizaron la película. Esto interesa, sobre todo porque somos mucha gente haciendo cine en el mundo. La gente quiere caras nuevas. Se preguntan ¿pero este viejo qué nos va a contar? Estar en Toronto significa mucho porque hay un criterio de selección muy fuerte y conseguir pasarlo se puede traducir en que tu película tiene algo especial. Yo creía que era mi sexto Toronto, y cuando llegué allí les dije: “Estoy muy contento que es la sexta vez que estoy en Toronto, y tal…” Y me contestaron: “No, no, es la octava”. Lo que sí es cierto es que los documentales en los festivales tan grandes se pierden un poco porque la oferta de ficción es inmensa. Toronto se ha hecho muy grande. Por ejemplo, el día que yo pasaba Ignasi M, se hacían dos pases a la vez de Agosto de John Wells. Pero estar allí es un honor porque no es fácil, somos muchos haciendo cine.
En España, actualmente, hay un cierto ambiente de crispación en torno algunos temas, como por ejemplo el nacionalismo catalán. ¿Tienes miedo que afecte al desarrollo comercial de la película?
Si no se puede hablar a estos niveles, si no entienden a Ignasi, significaría que no aceptan una conversación absolutamente normal, cotidiana, democrática, nada demagógica, aunque un poco activista. O sea que un posicionamiento político primaría sobre la carga y el discurso de humanidad de toda la película. Ignasi M. se pasó en el Lesgai (Festival de Cine Gay y Lésbico de Madrid) y nadie me habló del tema. Es que si no puedes decir ni esto qué nivel de democracia hay ¿no?
Es que tu película es un canto a la tolerancia
Sí. Y quien no lo entienda tiene un problema
¿Ser tu propio productor qué te ha dado más satisfacciones o quebraderos de cabeza?
Hombre…da muchos problemas porque cada vez es más complicado, pero la base de la libertad es controlar la caja, y es la base de que yo haya hecho las películas que me haya dado la gana. ¿Qué productor en su sano juicio te produce Amic Amat? Una historia que comienza con un señor que dice que tiene un cáncer que se va a morir. Entonces llama a un chulo, que resulta ser su mejor alumno y le acaba dando una paliza, y al final dice que se quiere morir. O Caricias o Barcelona, mapa. ¿Qué productor te lo haría? Mira prefiero hacérmelo yo. Tras Ocaña, que fue todo un éxito, me dediqué al teatro y tras El vicario de Olot que fue todo un pelotazo, una comedia coral, que es por cierto mi película más vista en cines, y me dijeron que hiciera la segunda parte. Y cuando fui consciente del nivel de los productores en la Barcelona de aquel momento me dije es momento de abrir mi empresa, y me costó mucho empezar. No me quejo porque al final he conseguido hacer lo que quería. También es cierto es que nunca me he metido en historias que no supiera contar o que necesitara más financiación de la que pudiera conseguir. Por eso nunca me veras en películas históricas o porque no sé contarlas o porque si me interesan mucho voy a enseñar el culo, porque no hay dinero suficiente, vivimos en un país pequeño. La gloria de nuestro cien está en las cosas pequeñas. Esa es mi salsa.
¿Cuándo te planteaste hacer Ignasi M tuviste en cuenta que corren malos tiempos y la gente necesita de una comedia?
No es una comedia.
O a lo mejor es que has sabido darle ese matiz de comedia, porque hay momentos gloriosos…
Mira la primera secuencia que rodamos fue del inicio, la de las pastillas. Y le propuse vamos a empezar con esto y lo vamos hacer de esta manera. Tras un primer intento, le dije, mira vamos a repetirlo, pero esta vez vamos a hacer como si fuera una película de Woody Allen. Y ahí fue cuando encontramos realmente el tono de la película. Incluso en un documental hay que dirigir un poco.