Nos trasladamos hasta los cines Embajadores para entrevistar Xavier Bermúdez, director de «Olvido y León«.
Este quinto largometraje es la secuela de «León y Olvido« (2004), donde sigue la pista de los dos hermanos huérfanos que en nos presentó hace diez años. Ahora, Olvido se va a casar con su casero mientras que León intenta buscar a su futura esposa.
Eduardo F. Gómez. – El año pasado se reestreno la precuela «León y Olvido« (2004) en el Festival Internacional de Cine de Ourense (OUFF). ¿Cuáles son tus mejores recuerdos vinculados a este festival?
Xavier Bermúdez. – “Fueron muchos. En primer lugar, el director del certamen era amigo. Acudí con «León y Olvido« y ganamos el premio a Mejor Director y Mejor Actriz. Además, acudimos a Zinemaldia y nos alzamos con el Premio de Honor y allí se nos abrieron las puertas para llevar a cabo esta secuela. La ayuda recibida por parte del OUFF fue decisiva para poder rodar en Galicia, y más concretamente en Ourense. A través de ellos tuvimos entrevistas con el Presidente de la Diputación. Fue una bendición para la producción porque había sido rechazada la subvención de la AGADIC (Academia de Industrias Culturales de Galicia). Gracias a eso obtuvimos el apoyo del ICAA, de la Diputación y la televisión pública de Galicia para rodar en Ourense. Así conseguí rodar en mi tierra. Por todo ello podemos decir que es un festival inseparable de «León y Olvido» (2004)”.
E.F.G. – La secuela de «Olvido y León» (2020) ha llegado a las pantallas 17 años después de la primera. ¿Por qué ahora?
X.B. – “Bueno, se ve que les echaba de menos (Risas) Tanto a los actores como a los personajes. Cuando terminamos el rodaje de la primera, tanto Marta (Larralde) como Gillem (Jiménez) me preguntaban que cuándo hacíamos la segunda parte. Es más, Guillem insistió en que hiciéramos la segunda cuando se iba a cumplir el cinco aniversario, pero llegó el séptimo y hasta el décimo no pudimos. No paró de recordármelo. Es una película autónoma de la otra, aunque tiene elementos en común”.
«Muchas películas las reviso en casa. No hay otra manera. Pero creo que en una sala te abandonas más.»
E.F.G. – ¿Cómo es tu proceso creativo?
X.B. – “Se me ocurren cosas. Desconozco el motivo por el que quedan unas cosas y otras no. Poco a poco vas construyendo un armazón, una película. Al principio son ocurrencias sueltas, que se van tejiendo, ordenando. Reflexionas sobre las motivaciones mediante un proceso de formulación de preguntas y reformularlas (a uno mismo)”.
E.F.G. – ¿Cómo concibes las películas, ya sean de ficción o documental?
X.B. – “He hecho algún documental, pero uso la ficción para interrogarme y descubrir cosas de la realidad. Inevitablemente el cine es un componente de tres cosas: drama, narración y registro documental. Los actores y las localizaciones son la materia prima del cine. Estos deben rezumar naturalidad, porque el tratamiento es de ficción. Siempre hay que tener la ambición de saber cómo es la realidad”.
E.F.G. – ¿Cómo se produce la elección de Guillen para el papel?
X.B. – “Fue un proceso largo. Apareció a última hora justo cuando se acercaba el momento de rodaje. La gente estaba muy nerviosa porque no tenía un protagonista. De repente, vi en un video suyo que le habían grabado unos amigos, cómo se comportaba en él. Le llamé. Hablamos. Me gustó mucho. Tenía capacidad para recoger los diálogos. Vi que era un actor muy intuitivo y aprendía mucho junto a Marta. Entre los dos hubo una gran simbiosis. Eso ayudó mucho”.
E.F.G. – Una de mis escenas favoritas es cuando los dos están bañándose juntos, hablando como si fuesen hermanos de verdad.
X.B. – “Sabes que hay otra escena en «León y Olvido» y otra en «Olvido y León«. Fue más sencillo en «Olvido y León». Sí. Aunque hicimos más tomas. Sin embargo quedó bien a la primera”.
E.F.G. – ¿No hubo que repetirla?
X.B. – “Se repitió siete veces pero me quedé con la primera toma en la sala de montaje. Todo funcionó muy bien. Además Guillem (Jiménez) estaba un poco nervioso y fue más conflictiva en la primera película”.
«Siempre hay que tener ambición de saber cómo es la realidad.»
E.F.G. – Claro, era su primera película.
X.B. – “Sí. Entonces él me decía: «Ten en cuenta de que no es mi hermana de verdad» (Risas)”
E.F.G. – ¿Cuánto de improvisación hubo en esa secuencia?
X.B. – “Simplemente no intento ejecutar lo que está escrito en el guion. Siempre intento que ocurran cosas en rodaje, aunque los diálogos estén ahí. Más o menos se mantienen, lo que intento es que los actores lo vivan, que no sea una cosa de estudio-repetición. Solemos jugar mucho en el rodaje con tonos distintos. Si a eso lo podemos llamar improvisación pues sería improvisación. Siempre hay un matiz, un tono que no puede estar prefijado en el guion y tiene que quedarse en el rodaje. Esto es más fácil con actores que tengan una simbiosis entre sí como era el caso”.
E.F.G. –. ¿Por qué localizaste Laias para rodar «Olvido y León»?
X.B. – “Bueno, vi varios balnearios y éste me gustó mucho. La mayor parte del equipo vivimos allí durante el rodaje. Para mí fue toda una bendición contar con ese sitio. El sitio es fantástico, los alrededores y los bosques son increíbles, y nos quedaba a 13 km de Ribadavia. Fue muy grato grabar la parte urbana en el barrio de la judería porque lo conozco desde muy joven.”.
E.F.G. – ¿Dónde se grabó la boda?
X.B. – “En Arnoia, otro balneario hermano. Es un lugar muy bonito”.
E.F.G. – ¿Cuáles son las cinco películas que más han influido en tu filmografía?
X.B. – “No sabría decirte concretamente. Pero «Tristana» y «El discreto encanto de la burguesía» de Luis Buñuel. Y «El espíritu de la colmena» y «El sur» son cuatro que he estudiado mucho”.
E.F.G. – ¿Y la película que marcó tu infancia?
X.B. – “Es muy difícil de decir. Recuerdo ver una película en la televisión pública de Bergman. Muy diferente a las que solía ver…”
E.F.G. – ¿Cuántos años tenías?
X.B. – “Fácilmente podía tener 12 o 13 años. Y tampoco recuerdo de qué año es «¡Qué verde era mi valle!» pero…”
E.F.G. – Creo recordar que es del 42, 43
X.B. – “La debí ver en los años cincuenta, principios de los sesenta. Yo iba mucho al cine”.
E.F.G. – ¿En Ourense?
X.B. – “Sí, había hasta cinco, seis incluso, y claro, veías lo que tocaba: películas del oeste, thriller americanos, etc. Recuerdo que los largometrajes de Marisol que tenían mucho éxito. (Risas)”
E.F.G. – ¿Cómo ves la situación actual para estrenar en salas?
X.B. – “Muy difícil porque hay muchas salas que están cerradas y debemos insistir a la gente que las salas son un lugar seguro, aunque tengan reducido el aforo. Nos ha tocado estrenar en un momento muy complicado. Yo entiendo que los cines Embajadores tienen su público a pesar de la pandemia. Ojalá tengamos suerte y el público se interese por ver mi último trabajo en el cine”.
E.F.G. – En Majadahonda existen otros cines (Zoco) que viven la misma situación.
X.B. – “Hoy la vamos a presentar allí también”.
E.F.G. – ¿Qué hace mágico a una sala cinematográfica?
X.B. – “Se ve de una manera diferente. No es lo mismo verlo en el salón de casa. Te puede conmover, sí. A mí me pasa. No cabe duda. Muchas películas las reviso en casa. No hay otra manera. Pero creo que en una sala te abandonas más. Eres parte de un público. El fundido a negro es de verdad y en casa eso te lleva a un reflejo de cosas familiares. Para mí es cualitativamente distinto. Creo en las diferencias cualitativas, esto es: ver las películas en el cine”.
E.F.G. – Está claro. En casa uno tiene la facilidad de dar al Pause. Ir al baño…
X.B. – “El móvil. El móvil también. La película tiene que verse a su ritmo”.