Celebramos los 15 años de Videodromo escogiendo una película por año a manos de 15 redactores de la web
El 22 de diciembre de 2005, nacía la publicación online Videodromo.es. Una web de críticas de cine donde a lo largo de este periodo han participando decenas de redactores. Un proyecto que ha cubierto los estrenos semanales durante años así como festivales de cine de los más locales, véase Filmadrid, Documentamadrid, D’A o Punto de Vista, o internacionales de clase A como Cannes, San Sebastián y Berlín entre muchos otros. Hemos utilizado la plataforma para opinar, para pensar el cine, para realizar monográficos sobre cuestiones fílmicas concretas. Se ha hablado de series, hemos hecho entrevistas a grandes profesionales del sector e incluso realizado podcast con compañeros de otros medios afines. Una andadura que queremos continuar y por la que nuestros redactores y redactoras luchan a diario.
Hoy, 22 de diciembre de 2020, es día de celebración. Es por eso que hemos decidido hacer una entrada muy personal. 15 redactores de la web escogemos una película por cabeza, empezando por 2006 y acabando en el fatídico 2020, y nos abrimos a nuestros lectores intentando hacer saber el por qué de una elección tan personal. Sin más, os dejamos con nuestras elecciones.
2006 – «La vida de los otros» por Sofia Pérez Delgado
Antes de nada, querría mostrar mi orgullo al inaugurar esta serie de textos escritos por compañeros y amigos para conmemorar el 15 aniversario de esta web que tanto nos ha dado.
Cualquiera que me conozca un poco sabe que no dejo de hablar de cine alemán. En 2006, yo no sabía que quería hacer con mi vida (no es que ahora lo tenga mucho más claro), estudiaba Historia del arte en la universidad y había visto suficiente películas del país teutón como para empezar a saber que me interesaban más que las de ningún otro. Pero fue «La vida de los otros”, ópera prima de Florian Henckel von Donnersmark, la que me hizo querer especializarme en ello, primero desde el ámbito académico, y más tarde ya completamente enfocada en la crítica cinematográfica.
La película cuenta la historia de un hombre gris, con una vida aún más gris y un trabajo turbio al que se dedica por completo porque no conoce otra cosa, que verá tambalearse todo en lo que cree al salir de su burbuja y descubrir un mundo nuevo: el del amor y la creación artística. Por defecto profesional, la idea tan orgánicamente conducida de que elementos como la literatura o la música pueden transformar a una persona, es completamente embriagadora. Por eso es importante que existan medios como éste en el que escribimos, para difundir nuestra pasión por el audiovisual y conseguir, quizás, que alguien pueda plantearse sus prejuicios gracias a las palabras de otros.
2007- «[Rec]» por Víctor López G.
La cosecha cinematográfica del año 2007 nos dejó grandísimas películas como pueden ser «Pozos de ambición», «No es país para viejos», «Zodiac» o «El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford». No obstante, entre todo este excepcional cine, sólo hubo una única revolución, y su título es «[Rec]».
El largometraje de Paco Plaza y Jaume Balagueró puso a prueba los nervios hasta del espectador más curtido en el género de terror con 76 minutos que redimensionaron el subgénero del metraje encontrado; llevando un paso más allá el concepto del tiempo real y transformando un edificio de la rambla de Cataluña en el escenario perfecto para uno de los grandes iconos del horror patrio e internacional de los últimos tiempos. Inolvidable.
2008- «WALL*E» por Cristina Del Gallego
En un mundo apocalíptico, en la soledad de una Tierra abandonada por los humanos, allí donde todo parece inhabitable, aparece una brizna de esperanza y ternura. Wall·E es un pequeño robot enviado a limpiar el planeta de la basura generada por nuestra especie. En mitad de este laborioso trabajo, aparece en escena EVA, una robot que se dispone a buscar algo de vida a su alrededor. De un blanco impoluto, más moderna, pero igual de dulce, pronto iluminará su vida al convertirse en su única e inseparable amiga. Pero todo lo bueno se acaba (o no) y, una vez cumplido su cometido, es llevada de vuelta al espacio.
Wall·E es incapaz de olvidarla y se niega a poner fin a la belleza de su historia en común y decide embargarse en un viaje por los confines del Universo. Porque hasta en el sitio más inhóspito puede brillar una luz cegadora…
2009 – «Jennifer’s Body» por Víctor Martín-Pozuelo
El súcubo se hizo carne y habitó entre nosotros gracias a Karyn Kusama y Diablo Cody. Que Chris Pratt muera a los 20 minutos de película debería ser lo habitual en una industria cinematográfica sana pero, como no lo es, celebremos entonces que «Jennifer’s Body» empiece así: a tope.
Megan Fox y Amanda Seyfried se echan sobre los hombros esta comedia negra (o película de miedo con alivios cómicos) situada en tu instituto americano más tipicorro y nos cuentan una historia diferente. Nos llevan con ellas a hacer la transición a la vida adulta, al descubrimiento del deseo de dos adolescentes que piensan que les gustan los chicos pero que, tal vez, también se gustan entre ellas. Sangre, vísceras y un ritual satánico como expresión máxima del machismo, malnacidos haciendo lo que quieren con el cuerpo de una mujer. Machete al machote.
La adolescencia desgarra, es hardcore, y el cine de género es un vehículo espléndido para reflejarlo, y también para hacer un poco de justicia mostrando relaciones que desafían convenciones sociales y monstruos que se vuelven contra sus creadores. Mastica al machote.
Maridaje recomendado: en formato maratón, junto con «Ginger Snaps» (2000) y «All Cheerleaders Die» (2013).
2010 – «La red social» por Marina Cisa
«People want to go online and check out their friends, so why not build a website that offers that? Friends, pictures, profiles, whatever you can visit, browse around, maybe it’s someone you just met at a party. Eduardo, I’m not talking about a dating site, I’m talking about taking the entire social experience of college and putting it online.»
«La Red Social» no es sólo la mejor película de 2010. Es una de las mejores películas de la primera década del siglo XXI. Una radiografía de los anhelos y los miedos de la generación millennial, un ejemplo de perfecta simbiosis entre dos pesos pesados de Hollywood, David Fincher y Aaron Sorkin, y una lección de cine en toda regla.
Con uno de los guiones más sólidos que ha habido recientemente en Hollywood, «La Red Social» explora ese deseo tan millennial de connectar, de expresarse, de compartir, de formar parte de algo, y a la vez, de destacar, de brillar, de ser alguien importante. Sorkin ya nos lo dice en la primera escena, con una alegoría sobre los Final Clubs (querer formar parte de un club que destaca por su elitismo) y lo remarca en la última, con un Mark Zuckerberg que primero fue rechazado, pero ahora preside Facebook, un club del que parece que todo el mundo quiere formar parte.
Con un trío de actores excelentes (Jesse Eisenberg, Andrew Garfield y Justin Timberlake) que han forjado valiosas carreras que mezclan lo más mainstream de Hollywood («Ahora me ves», «The Amazing Spiderman», «Con Derecho a Roce»); con lo más independiente y radical («Night Moves», «Under The Silver Lake», «A propósito de Llewyn Davies»), «La Red Social» es una película que ha marcado la década de los 2010s; que ha quedado en la retina de una generación y que confirmó que el furor de las redes sociales no era algo pasajero, sino una solución a una necesidad vital. Sin ir más lejos, durante el confinamiento, el famoso actor Dylan O’Brien recreó una de las escenas más míticas de la película en un vídeo que se hizo viral en… Twitter.
La Red Social es un ejemplo casi mágico de unión de fuerzas. De dos genios que confrontan ideas y no colapsan. Por un lado, el guion frenético de Aaron Sorkin, una historia circular con diálogos punzantes e ingeniosos presentado en tres temporalidades (dos de ellas, juicios) que se entrelazan de forma soberbia. Por otro, la dirección de un genio como David Fincher, que, tras la farragosa «El Curioso Caso de Benjamin Button», decide introducirnos en un mundo en tonos azules y amarillentos; una estética fría y despiadada que el cineasta asimila tanto al carácter de Zuckerberg como a la pulcritud de Facebook.
La fantástica banda sonora de Articuss Ross y Trenz Reznor, que envejece mejor que un buen vino, acaba de conformar esta película como la pieza perfecta. Calculada al milímetro. Más sólida que una roca. Tan limpia como Facebook sin el The.
Señoría, no tengo ninguna duda: Pese a que Facebook sea cada vez menos relevante en la sociedad, «La Red Social» sí lo seguirá siendo en la comunidad cinéfila. Un hito inigualable en las carreras de Sorkin y Fincher; un ejemplo de que la unión creativa, aquí sí, hace la fuerza.
2011 – «Drive» por Pablo Luján
Si bien el 2011 fue un año algo flojo en cuanto a cine comercial, los grandes autores cinematográficos firmaban sus mejores obras. La “Medianoche en París” es el mejor Woody Allen de los últimos 15 años. Kaurïsmaki y Farhadi alcanzaban sus respectivas cimas cinematográficas con “Le Havre” y “Nader y Simin, una separación”. El éxito de Almodóvar con “La piel que habito” no la repetiría hasta “Dolor y gloria” y von Trier y Malick se reconciliaban con público y crítica con “Melancolía” y “El árbol de la vida”. Pero de todos ellos, quería destacar al realizador danés Nicolas Winding Refn, uno de los autores más genuinos del siglo XXI cuyo estilo cinematográfico tan puro, frio y contemplativo deja entrar a pocos. Pero si entras, te quedas. En 2011 Winding Refn nos trajo su cinta más accesible y refinada, un thriller inclasificable protagonizado por Ryan Gosling titulado “Drive”. En su esencia, el filme es una adaptación de la novela de caballerías. Un caballero a lomos de su coche matará a quien sea para salvar a su damisela en apuros (Carey Mulligan). Maquillado de neo-noir y con persecuciones de coches bajo los neones de Los Ángeles, “Drive” es una obra extraordinaria. La persecución inicial o la escena del beso en el ascensor son escenas magistrales que todavía resuenan en mi mente al compás de la música de Cliff Martínez.
2012 – «Amor» por Néstor Juez
Mucho podría escribir de la que a mi entender es la obra magna de Haneke, cuyo impacto se mantiene indeleble casi una década después pese a un único visionado. Mucho se ha escrito del excelso trabajo de su dupla protagonista, que nos implica aún cuando el drama cotidiano de la demencia pueda encontrarse lejano. Pero en este texto me centraré en el tratamiento excelso que se hace del espacio físico, y cómo las maneras escogidas para encuadrarlo aportan unos significados muy específicos. Tanto cuando la pareja asiste como público a un concierto como en su bella casa burguesa no son sino presas de una cárcel en la que están encerrados con ellos mismos. Esto se aprecia especialmente en la secuencia de la revelación de la cocina, o en la poderosa persecución a la paloma. Se establece con claridad quien es el perseguido y el perseguidor, pero no queda tampoco duda sobre cual de las dos partes es realmente libre, gozando de una autonomía con la que el otro ya sólo puede soñar.
2013 – «Her» por Miguel Delgado
«Her», el cuarto trabajo de Spike Jonze y el primero que escribía en solitario, es una rara avis dentro de la ciencia ficción. De hecho puede sonar extraño enmarcarla en dicho género, puesto que en su relato no se esconde un apocalíptico presagio o una oda al avance tecnológico. El futuro que nos expone Jonze es alejado pero a la vez absolutamente identificable y presente, no solo por su diseño de producción minimalista e íntimo, sino porque no deja de contar una relación amorosa con sus bases ancladas en el realismo humano, y lo hace con una naturalidad asombrosa. Si «Her» es una de esas películas en cuyo guion hay frases que podemos encontrar compartidas como referente de la cultura popular es porque consiguió exponer con imágenes y palabras sentimientos que la gran mayoría de personas han sentido, sienten o sentirán. Por supuesto, esto no sería posible sin la actuación de un Joaquin Phoenix fantástico en su ambigua mundanidad y de una Scarlett Johannson que realiza un trabajo únicamente vocal excepcional. Y aún con todo, Jonze sabe recoger los hilos que entrarían en la categoría sci-fi de la trama y unirlos para crear un todo pocas veces visto. Por no hablar de la esplendida fotografía de Hoyte van Hoytema y la banda sonora de Arcade Fire, que redondean el conjunto. Resulta curioso que la historia de amor más conectada con el espectador de la última década sea aquella que ocurre entre una persona y un sistema operativo. O tal vez es que lo que propone «Her» se encuentra ya muy cercano.
2014 – «Whiplash» por Daniel López
Si repasamos un momento la trayectoria de Damien Chazelle, podemos apreciar que predominan las películas musicales mezcladas con un componente clásico. Esta premisa la dejó clara con su ópera prima, “Guy y Madeline en un banco del parque” (2009). Este primer trabajo dio claras muestras del potencial del director, que fue explotado del todo en su siguiente largometraje, “Whiplash”.
A pesar de que perdió el toque clásico de su primera obra, y de que tampoco es una película musical como tal, “Whiplash” tiene otras virtudes que la convirtieron en una de las mejores cintas del año. La historia elaborada por Chazelle es tremendamente compleja y adictiva, y permite sacar el máximo partido a su reparto. En este último aspecto destaca sobre todo J. K. Simmons, que interpreta a un personaje al que desearías tirarle no solo una silla, sino todas las que componen el auditorio. Sin duda, se puede decir que fue la mejor interpretación del año. Si un día no tienes claro qué película ver, “Whiplash” es una elección que nunca fallará.
2015 – «The Assassin» por Luis Suñer
Si he escogido esta obra de Hou Hsiao-hsien no es solo porque sea mi película favorita de 2015. Ni si quiera de estos últimos 15 años, es porque me atrevo a decir que es la mejor que he visto en mi vida. Y puedo presumir de haberla visto por primera vez gracias a Videodromo. En septiembre de 2015 cubrí mi primer festival de clase A, San Sebastián, para este medio. Y el primer día me topé con esta genialidad de fuerza abrumadora. Un espectáculo audiovisual que me dejó impactado, me produjo una inmersión plena en ese desfile de imágenes, colores y sonidos. Texturas que jamás he vuelto a experimentar ante el audiovisual. Una sensación tan plena que recuerdo incluso sentirme molesto por los ruidos habituales de una sala de cine como la respiración de los demás. Solo quería introducirme ante lo que tenía delante de mí. Una película compleja y sencilla a la vez, que requiere de más de un visionado. Servidor, de cara a su estreno comercial, la vio en pantalla grande un par de veces más. Lo que me llevó a escribir la crítica, pero también una guia para poder entender mejor su trama argumental.
La cinta además logró el triplete en las portadas de Caimán Cuadernos de Cine, Dirigido por y Sofilm España, revistas que por aquel tiempo leía con regularidad, y que 5 años después creo que siguen siendo referente para el redactor jefe de esta página.
2016 – «Tren a Busan» por Jordi Copano
«Tren a Busan» fue la sorpresa de 2016 trascendiendo los límites de su género (el cine de zombies) y, del mismo modo que el cine de Romero, consiguió ser una metáfora político-social de su época y de su sociedad. Que es de lo que tratan los terrores. Además, la reciente situación pandémica en la que estamos, hace que la película cobre mayor importancia, si cabe, como análisis del tratamiento de un problema de salud de estas características.
El miedo lo impregna todo y los protocolos sanitarios desaparecen mientras la sociedad va cayendo en la supervivencia como valor social, en paralelo a la muestra de la absorbente vida laboral de Seok Woo. Y de nuevo, son los niños, como hemos visto en la vida real, los que con su inocencia hacen aflorar la compasión y contrarrestan este darwinismo tanto como herramienta social como medio primario de supervivencia.
Pero «Tren a Busan» también es una película de zombies. Y una muy buena, que vuelve a hacer gala de la ansiedad que se genera en un espacio cerrado al que llegan monstruos, como ya se hizo en «Pánico en el Transiberiano», por ejemplo y que mantiene en vilo y en expectación en todo momento.
2017 – «Déjame salir» por Silvia Navarro
La ópera prima del cómico Jordan Peele llegó el mismo año que la legislatura de Donald Trump y su muro, unos meses antes del estallido del Me too y cuando el #Oscarsowhite ya pertenecía a la conversación de la campaña de premios que salió a borbotones al año siguiente con del fenómeno de «Black Panther» (Ryan Coogler, 2018). En un momento donde Hollywood ya no podía disimular que odia la diversidad, podría parecer que la cinta de terror racializada se coló en las principales nominaciones como una cuota a la representatividad, pero lo cierto es que el guion original de Peele es una arriesgadísima apuesta de forma y fondo que removió el género de terror en una sórdida crítica de clases que continuó afilando en 2019 con el thriller subterráneo «Nosotros». Porque para Jordan Peele la historia de una nación se explica mejor desde un género denostado, que sabe lo que es ver el mundo desde la irrelevancia bajo tierra o dentro de la psique hipnotizada. Y sus historias importan y merecen ser contadas.
2018 – «Burning» por Immaculada Pilar Colom
Empecemos diciendo que aquella edición del Festival de Cannes la ganó uno de mis directores favoritos, Hirokazu Koreeda, con una película que venero: «Un asunto de Familia». A partir de aquí, es fácil de imaginar lo impresionada que me dejó «Burning», para que sea mi elegida de ese año.
Lee Chang-dong parte de un relato de Haruki Murakami. Un texto en el que se invierte menos tiempo en leerlo que en ver la película. Porque cuando ha pasado hora y media, el realizador ha agotado el relato, en el buen sentido, y decide avanzar hacia un final tan original, como agobiante y magistralmente desarrollado.
Más allá de todas las bondades audiovisuales, que ya se han analizado con profundidad, lo interesante de este tipo de películas es lo intangible. La impresión que te deja, la sensación de que hay mucho más en ella de lo que viste la primera vez (y la segunda, tercera…). Películas por las que dices que te gusta tanto el cine, pero que al mismo tiempo eres incapaz de abarcar todos los motivos tras esa afirmación. Y cualquier excusa es buena para volver a verla.
2019 – «Martin Eden» por Jorge Fernández-Mayoralas
La película nace en la pantalla pero revive en nuestro consciente y subconsciente de manera casi constante. No es una herramienta de márketing para que vayáis a verla. Es una realidad preciosa que me apetece compartir con quien esté leyendo estas líneas. Pocas películas consiguen cambiarme la vida, y ésta, sin duda, es una de ellas. Es sentir como una historia puede recorrer cada uno de mis poros y transformame. Sentir que conozco y quiero a su protagonista y que vivirá conmigo eternamente.
Pietro Marcello, un casi desconocido en España, que nos descubrió Filmadrid, toca el cielo cinéfilo con esta sensible película italiana que utiliza su faceta de documentalista para unir el periplo vital de Martin Eden, encarnado magistralmente por Luca Marianelli con recuerdos, con supuestos super-8s que apelan a la nostalgia.
La adaptación de una novela casi imposible de adaptar de Jack London que se localiza en Italia en el cine, pero que es universal. El retrato de un perdedor mujeriego que lo gana todo siguiendo su sueño, pero cuya única búsqueda incesante e inalcanzable es el verdadero amor, La musa para poder seguir existiendo y creando. Cine sobre lo que significa vivir en una sociedad, relacionarnos, formar parte de un todo, cine que se mete desde el humanismo en el mundo de la política, de los ideales y del sindicalismo y los derechos laborales.
Fascinante también la comprobación en sus tres visionados en pantalla grande, que la sensación plena de ese visionado virgen se sigue y se seguirá repitiendo. Es mágico y precioso. Es todo por lo que los cinéfilos vemos películas. Buscando ese objeto que ejerce de musa, no tan inalcanzable.
2020 – «Mank» por Alfredo Manteca
Una de las obras clave de David Fincher es “Zodiac”. El famoso realizador decidió continuar explorando con gran éxito para Netflix el universo de los asesinos en serie con “Mindhunter”. Tras levantar dos temporadas negoció con la plataforma para echar el freno de mano, liberar a los actores y centrarse en dirigir “Mank”, otorgándoles la oportunidad de poder alzarse con un Oscar a la mejor producción en este año tan particular. Con “Roma” de Cuaron se quedaron cerca. He elegido el nuevo trabajo del realizador estadounidense como lo mejor del 2020 por su gran calidad. Un filme donde los efectos especiales, que los tiene a raudales como es usual en su cine, están totalmente al servicio de esta producción que rinde homenaje al séptimo arte y, concretamente a una de sus obras cumbres, “Ciudadano Kane”. Para los más agoreros, como mi adorado Joan Lluis Goas, la COVID 19 ha sentenciado a muerte el mundo de las salas oscuras. No comparto para nada esta visión y todos regresaremos, tras pasar por la aguja, para disfrutar de grandes aventuras y emocionantes historias. Mi credo me impide destacar “Tenet” porque es una obra pretenciosa que precisaba unas cuantas reescrituras, mal que le pese a algún dromer como Víctor López que la defendió y justificó hasta la saciedad. “Mank” es perfecta en su imperfección. Es una obra honesta y sincera que busca hacer justicia a un gran guionista. Es vitriólica su mirada sobre la Meca del cine. El largometraje es excelente y lo podríamos clasificar como una pequeña rareza en la filmografía de Fincher y colaboradores habituales, que con toda probabilidad, les llevará a alzarse de nuevo con alguna estatuilla dorada. Me estoy refiriendo a Trent Reznor y Atticus Ross, para más señas. Para el cinéfilo es una delicattesen, donde brilla todo el elenco de actores que saben sacar todo el rendimiento a los diversos motores dramatúrgicos que posee la historia del alcoholizado autor, Herman Mankiewicz.
Aunque solo 15 redactores hemos publicado en este especial, somos muchos más los que alguna vez hemos participado en la web, como por ejemplo nuestro asistente técnico Eduardo P. García del Valle, que hurga en las tripas informáticas y al que le estamos profundamente agradecidos todo el cuerpo de redacción. Durante estos quince años, también han escrito en Videodromo:
África Sandonís, Aitziber Saldíes, Alberto Quintanilla, Alex Pinacho, Álvaro Ícaza, Antonio Bret, Arturo M. Antolín, Cantal Ceña, Carlos Marlasca, Carlota Mosseguí, Diego Montes del Vigo, Doctor Menguele, Eduardo González, Elena Alonso, Enrique (Kike) Moreno, Esther Miguel Trula, Imanol de Frutos, Jordi Curto Duart, Juan C. Alonso, Lucía Alegrete, Mar Briones, Marcos C. Ballesteros, María González, María Luz Moraleda, Miguel Muñoz Garnica, Mónica Jordán, Pedro Moral Martín, Rafael Medina, Rafael S. Casademont, Raúl Liébana, Rocío Jiménez, Salva Martos Cortés, Sergi Tesoro, Sergio Muñoz, Tomás Benito y Víctor Blanco.
Vídeo recopilatorio de las 15 películas elegidas: