Mar. Mar 19th, 2024

Reflexionamos sobre «Parásitos» y «Joker», su temática común y su insalvable diferencia a la hora de tratarla.

Aviso importante: el siguiente texto contiene spoilers tanto de «Parásitos»  como de «Joker», por lo que no es nada recomendable seguir leyendo si no se ha visto alguna de estas dos películas.

Por mucho que haya algún autor que se empeñe en ello, el cinematográfico no es un arte ensimismado. No es una herramienta que pueda evolucionar únicamente sobre ella misma, ya que su largo desarrollo nos evidencia su empeño en subirse a la ola de la actualidad. Es quizás por ello que su adaptación a los tiempos que corren, suele crear confluencias a la hora de premiarlo. Porque si echamos la mirada tan solo unos pocos años atrás, somos testigos de cómo se decidió galardonar ciertas películas valiéndose tan solo por su temática y olvidando si sus formas eran contundentes o no. Hablamos de Palmas de Oro en Cannes a filmes como «Dheepan», cinta menor de Jacques Audiard, que siendo un filme a tener en cuenta, no fue la mejor de su edición. O casos más flagrantes como el de «Yo, Daniel Blake» de Ken Loach. Por su parte, Berlín se rendía a documentales como «Fuego en el mar» de Gianfranco Rosi y las galas nacionales le daban el premio César a «Fátima» de Philippe Faucon o el Oscar a «Moonlight» de Barry Jankins. Incluso un certamen de cine fantástico como Sitges le daba su bendición a «Jupiter’s Moon» de Kornél Mundruczó. ¿Eran realmente éstas las mejores cintas de 2016 o 2017? No somos quienes para abordar esta pregunta, pero lo que sí encontramos en ellas es una mirada similar. Todas y cada una de ellas, en mayor o menor medida, nos hablan del abandono humano, a su suerte, del otro. Y casi siempre del inmigrante. Justo en el periodo donde la ultraderecha se hizo hueco en todo el mundo (ahora ya ese hueco es una pieza fundamental incluso para formar algunos gobiernos), donde voces contrarias gritaban a favor o en contra de los refugiados o los inmigrantes de segunda o tercera generación. Los cineastas se hicieron eco del momento en el que vivían, y los distintos jurados internacionales, decidieron dejar de lado el apartado técnico, la valía cinematográfica en sí misma, para dar voz a discursos progresistas. ¿La politización del cine?

Han pasado tres años y 2019 nos ha dejado un episodio similar. En mayo se le concedió la Palma de Oro a Bong Joon-ho por la maravillosa «Parásitos». Tres meses más tarde, el León de Oro, siendo el nivel del festival veneciano cada vez más alto, premia a  «Joker» de Todd Phillips. Lucrecia Martel, presidenta del Jurado de este último festival, desató la polémica tras romper el protocolo a la hora de visualizar la última película de Roman Polanski. Una declaración de intenciones, donde dejó patente lo complicado que es separar la política y la ideología del cine. Aun así, dicha cinta fue premiada, demostrando que dentro de esa politización constante del individuo, existe criterio meramente cinematográfico. No obstante, esto constrasta con la decisión final del jurado. «Joker» es una cinta que expone intencionadamente ideas políticas, un filme que esgrime una propuesta ideológica muy similar a «Parásitos», abordando ambas dichas ideas, de manera diametralmente opuestas.

La pregunta que me formulo como individuo aislado, comprendiendo que el éxito de ambas se debe a los vaivenes de la actualidad y la capacidad del cine por adaptarse a ellas, formularlas y lanzarnos reflexiones es: ¿por qué existe un beneplácito casi común (a diferentes niveles, por supuesto) de crítica y público a ambas películas, cuando la coreana plantea de manera infinitamente más compleja y repleta de tonalidades la temática, mientras que ideas similares en la estadounidense son tratadas desde la brocha gorda y guiando de la mano a un público que no puede más que seguir la indicación obligada por la misma película?

Existe en ambos filmes un principio de causalidad. O mejor dicho, una idea de determinismo. Un enredo mental que obliga a las clases desfavorecidas, al paria y al marginado a asesinar al opresor. Y me gustaría detenerme en la que creo es la escena clave de «Parásitos» para entender esto. El padre de familia, harto, totalmente harto de humillaciones, de tener que lidiar con la clase opresora por dinero, por salir de su desgracia, vive en silencio su pérdida de dignidad humana. Ante la  insolente y, parece que también irremediable, falta de tacto de su patrón, reflejada con una cámara lenta que es marca del estilo de Bong Joon-ho, somos conscientes como espectadores, quienes hemos seguido el periplo del personaje, que ese cuchillo debe ser clavado en el corazón de ese desgraciado. Durante las casi dos horas anteriores, la película ha sabido prepararnos con inteligencia para este momento, buscando la empatía, haciéndonos conocedores de la patética existencia humana de las clases oprimidas. Y lo hace sin engaños, sin maniqueísmos. Como Luis Buñuel en «Viridiana», la cinta es capaz de mostrarnos la falta de compañerismo y la miseria entre pobres, dejándote reflexionar sin ningún dedo que señale hacia donde debes dirigir la mirada. El resultado de todo ello es una sensación incómoda al salir de la sala, sientiéndote totalmente removido, sabiendo que algo ha cambiado dentro de ti. Cumpliendo con la verdadera obligación del cine político, del arte entendido como necesario para transformar la sociedad.

Muy diferente es la sensación vivida con «Joker». Esta cinta, que también aborda la lucha de clases, nos invita como la otra a vivir el padecimiento de un personaje obligado, determinado a llevar a cabo un homicidio. Pero la cinta de Phillips, al contrario que la otra, no te permite reflexionar. Es una película que te empuja, te obliga a seguir un camino ya diseñado. La banda sonora original sobredimensiona la narración, te indica en todo momento cual debe ser tu papel como espectador y tu propio raccord emocional. Es además, sobreexplicativa, infravalorando al espectador, por si acaso no es conciente de hacia donde debe dirigir sus emociones. Y todo ello para llevarlo a un final violento donde se busca no tanto la necesidad de encontrar un sistema más justo y respetuoso sino que se centra en la sed de venganza. En una violencia falsaria, que solo existe como pretexto para saciar la tensión del espectador. No hay apenas relación entre lo que un tarado mental pretende con la revuelta política anti clases altas que muestra el filme. El resultado final es vacío, creando una falsa sensación de bienestar que te permite salir de la sala sin haber reflexionado, sin estar conmovido, sin ganas de cambiar nada de manera verosímil. Es quizás algo similar a lo que provocaba Ladine Labaki con su «Cafarnáum», un producto para visualizar qué mal está el mundo y seguir ensimismados en nuestro problemas del primer mundo. O quizás como esas personas adineradas de la misma «Joker» que asisten a la proyección de «Tiempos Modernos» de Charles Chaplin, riendo la pantomima, pero sin hacerse suyo el fin mismo del largometraje.

¿Hacemos bien en dar visibilidad desde propuestas mainstream algo tan denostado a día de hoy como es la lucha de clases? ¿Es necesario premiar cintas como «Joker» o películas de Ken Loach para lograr cierta transformación en la sociedad? ¿O debe despolitizarse el cine y que los jurados galardonen las películas que realmente se lo merezcan por méritos artísticos? ¿Se debe exigir a los cineastas que vuelquen sus ideas políticas en productos de calidad como «Lázaro feliz» o «La fábrica de nada»? ¿Y quién debe hacerlo? ¿La crítica? ¿El público? ¿Y quién soy yo para decir que «Parásitos» sí, pero «Joker» no? Y sin embargo, lo afirmo… Quizás no sea este un texto que pueda dar una respuesta clarividente a ninguna de las preguntas aquí formuladas. Cuanto menos, hemos podido lanzar ciertas preguntas, relacionar algunas ideas y, a fin de cuentas, hacer lo que, en mi opinión, debe hacer un crítico cuando se enfrenta a una película: pensar el cine, pero también en cómo éste nos afecta, no solo como individuos, sino como sociedad.

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

2 comentarios en «¿Y quién soy yo para decir que «Parásitos» sí, pero «Joker» no?»
  1. Estupendo artículo con el que coincido en la mayor parte. Me encantó «Fuego en el mar», y encuentro en «Joker» unas cuantas virtudes, pero es bien cierto que trata sus temas políticos con una profundidad y una variedad de matices que brillan por su ausencia.

  2. Mucha retorica en la argumentación, pero bien. No me digas que sabias desde el principio, que ese pobre payaso maltratado por cuatro niñatos de mierda iba a matar al buenafuente de turno?, si señor, eso son signos de videncia. Un aplauso. No he visto la coreana, pero como ya me la has contado, para que?.

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