La segunda entrega de la sección Memoria nos deja una de cal y una de arena, un estremecedor documental y el ocaso de un gran director.
Aquí seguimos, disfrutando del mejor cine que ha pasado por los festivales de todo el mundo durante el último año gracias al #AtlántidaFilmFest. En la sección de esta semana, Memoria, el objetivo es recordarnos pasajes más o menos recientes de la historia de la humanidad con el objetivo de que no se vuelvan a repetir atrocidades como la guerra de Yugoslavia o las batallas entre las tribus beduinas en oriente próximo. De estos dos temas tratan las películas de esta entrega. Aproximaciones muy diferentes de la barbarie humana con resultados dispares.
“Depth two” docu-thriller sobrecogedor
Directo desde la última Berlinale nos llega el segundo largometraje documental del director serbio Ongjen Glavonić, el primer cineasta serbio que se atreve a hablar sin tapujos sobre los crímenes de guerra todavía silenciados de su país en este magnífico y escalofriante documental “Depth two” (2016). A modo de thriller, Glavonić nos relata mediante un minucioso montaje los testimonios de víctimas y verdugos del último genocidio en territorio europeo y como el ejercito serbio escondía las atrocidades acometidas enterrando los cadáveres de sus víctimas en fosas comunes secretas. Mas concretamente, el docu-thriller cuenta como un camión frigorífico cargado con una cincuentena de cadáveres que se dirigía a esconderlos tiene un accidente y acaba en el fondo del Danubio en 1999. Con el fin de evitar que se descubra el origen del cargamento, las autoridades se apresuran a deshacerse de los cuerpos. Para poner rostro, aunque sea de forma metafórica, al origen de estos asesinatos y que no quede en una cifra más, el realizador serbio cuenta con los testimonios de una víctima que logró evitar acabar en el camión al hacerse la muerta y lo contrasta paralelamente con uno de los verdugos arrepentido de dicha masacre.
La originalidad y maestría de “Depth two” es que en ningún momento vemos el rostro, ni tan siquiera la silueta, de los testigos, tan solo su voz en off. Tampoco vemos cruentas reconstrucciones donde poder recrearse en las atrocidades que nos cuentan los testigos. Mediante un hipnótico montaje de planos preciosistas de paisajes y localizaciones hoy vacías donde hace casi 20 años ocurrió todo junto a la narración de los hechos, Glavonić nos da las piezas mínimas necesarias para que nuestra imaginación haga el resto. De este modo, “Depth two” se posiciona a medio camino entre la literatura y el cine dejando que cada uno pueda extraer mayor o menor crudeza dependiendo de la creatividad de cada espectador aunque ninguno seamos capaces de llegar al punto de realidad que tuvieron que sufrir las víctimas.
A pesar de los 80 minutos de metraje de imagen estática, sin ningún tipo de acción visual y montaje monótono, el impacto de los testimonios genera un ritmo implacable que no nos permite liberar la tensión ni un solo segundo dejando el tiempo justo para digerir semejante barbarie antes de darnos la siguiente dosis. Con este documental brillantemente realizado, Glavonić reivindica con un nervio perfectamente templado y un impacto visual sin precedentes la injusticia que todavía existe respecto a estas fosas secretas que siguen escondiendo centenares de historias de barbarie humana.
“Queen of the desert” un Herzog menor
En una entrevista a Playboy durante la promoción de “Django Desencadenado” (2012), el cineasta Quentin Tarantino dijo: “No quiero convertirme en un director de cine viejo. Quiero parar en cierto momento. Los directores no mejoran al envejecer. Normalmente, las peores películas de su filmografía son las cuatro últimas. Y yo estoy muy preocupado por eso, porque una película mala jode tres buenas… […] No es bonito cuando un director se queda pasado de moda.” A pesar de que pensar que no podremos disfrutar del cine del maestro hasta el fin de sus días sienta como un jarro de agua fría, no le falta razón. Por desgracia, la historia del cine esta llena de grandes autores que no se fueron por la puerta grande al no retirarse a tiempo, y si el realizador alemán Werner Herzog sigue haciendo películas como “Queen of the desert” (2015), no le depara un mejor sino. Lejos empiezan a quedar sus grandes obras junto a Klaus Kinski: “Aguirre, la cólera de Dios” (1972), el remake de “Nosferatu” (1979) o “Fitzcarraldo” (1982).
La premisa era admirable. Con los tiempos que corren, parecía impensable que solo conociésemos la historia de la rebelión árabe contra el imperio otomano y la implicación de Gran Bretaña a través de la historia de Lawrence de Arabia en la película homónima de David Lean de 1962, y que se haya obviado el papel tan importante de la británica Gertrude Bell en la defensa de los pueblos beduinos y la determinación de las fronteras en tiempos de posguerra tan solo por ser una mujer. Por esta parte, Herzog acierta al contarnos la historia de tan admirable personaje histórico. Sin embargo, el resultado es bastante irregular. El director opta por vestir la historia de melodrama romántico comercial con una narración clásica, monótona y aburrida centrado más en los desencuentros amorosos de la protagonista y sus rebotes de niña rica consentida que en sus hazañas, contadas al final a corre prisas. Salvando mucho las distancias, el comportamiento del personaje bien recuerda a la Bess (Emily Watson) de “Rompiendo las olas” (Lars von Trier, 1996), pero las carencias de la cinta hace que nuestra respuesta frente a dicha actitud sea diametralmente opuesta y perdamos el interés por la protagonista cuando, de forma tardía, llega la parte interesante de la película.
Cuando leí las malas críticas a su paso por la Berlinale pensé que, con los grandes nombres que aparecen en la cinta, se debería tratar de una exageración. Pero en “Queen of the desert” todo se desaprovecha. El elenco de actores está encabezados por una plana y sobreactuada Nicole Kidman, un bochornosamente pasteloso James Franco y un más hierático de lo normal Robert Pattinson dando vida a Lawrence de Arabia, muy lejos del interpretado por Peter O’Toole. Solo Damian Lewis, Jay Abdo y David Calder realizan unas actuaciones muy correctas que dan algo de tridimensionalidad a una cinta tan plana. Las localizaciones que tan maravillosamente habían sido retratadas por David Lean que daban tal grandiosidad al “Lawrence de Arabia” de 1962 también son desperdiciadas al elegir un punto más intimista de la historia.
Todo junto hace de “Queen of the desert” una película a medio camino entre el telefilm y “Palmeras en la nieve” (Fernando González Molina, 2015) pero con menos gusto estético. Si los nombres detrás del proyecto fueran otros se trataría de una cinta salvable, pero siendo Herzog el que toma las riendas, el sentimiento es de desilusión.