Desde Polonia y Filipinas llegan “Traffic Department” y “Ruined Heart”, dos propuestas totalmente diferentes con la violencia como gran punto en común.
Estaba tumbado en mi cama, maravillado y escandalizado a partes iguales mientras veía “Ruined Heart”, cuando de repente el fotograma se congeló. La estampa era bonita: un plano general donde el protagonista masculino persigue al femenino, disfrazado con unas alas. Al principio pensé que se trataba de un experimento formal del director, pero que se cortase a medias el maravilloso canon de Pachelbel me hizo sospechar. Actualicé el navegador pero me daba error: la conexión se había ido. Y el módem tampoco funcionaba. Un error de conexión (otro más) de mi maravillosa ADSL. Cuando reinicié el módem, apagué el Imagenio, y volví a reiniciar el módem por segunda y tercera vez, y vi que seguía sin haber solución, pensé: algo malo tenía que tener un festival de cine on-line. Pero no quise darme por vencido. Como ya había visto “Traffic Department” y la llevaba 45 minutos de “Ruined Heart”, me sentía con ganas de “saltarme la ley”, como hacen todos los personajes de estas dos películas. No estaba dispuesto a dejar de ver la película por un error de mi operadora, así que me dije: “¿Y si me conecto con el Wi-Fi del vecino?” Tras unos largos minutos de torpe hackeo y de visionados de tutoriales de youtube, por fin lo conseguí; y mis ansias de delinquir y de seguir disfrutando del festival se vieron colmadas.
“Ruined Heart”: precioso videoclip
Filipinas. Un delincuente. Una prostituta. Una historia de amor. Sin diálogos. Solo música. Y Christopher Doyle fotografiando cada instante. Estas etiquetas sirven para definir en pocas palabras la propuesta de Kahvn de la Cruz en “Ruined Heart”, tan fascinante a nivel visual como vacía a nivel de historia. Quizá, solo quizá, hace falta algo más que a Chris Doyle como director de fotografía para acercarse al maestro Wong Kar-wai. Puede que una lógica narrativa y una pizca de sensibilidad, aunque sea mínima, ayude a acercarse un poco al director chino. Hay momentos en los cuales se puede atisbar levemente un mínimo y sutil conflicto en la historia, aunque no sé si fueron esas las intenciones del director, quien desde el primer instante deja claras sus preferencias. Todo comienza con una introducción a modo de interrogatorio policial, donde los personajes principales, dispuestos en fila y contra la pared, van dando un paso al frente. Un simple texto se ocupa de presentarnos al personaje en cuestión. La cámara lenta, presente en esta primera secuencia, es otro rasgo característico de “Ruined Heart” que pone en evidencia la comparación-/imitación con el maestro de “2046”. Otro elemento característico es la música, siempre presente, ya sea diegética o extra-diegética. No aportan otra dimensión a las imágenes más allá de lo evidente. Es más una seña de identidad que un mecanismo para crear significados. Un simple placer esteta, como el resto de la película. Bellos pero largos planos secuencia, tomas con GoPro, bailes absurdos e interpretaciones magnéticas y forzadas. Todo vale. Lo mejor es dejarse llevar por la sugestión de las imágenes, dejar el cerebro en el congelador y poner el modo “me resbala todo”. Tratar de encontrar dobles significados es absurdo, porque “Ruined Heart” es una explosión para todos los sentidos, pero no tanto como a Kahvn de la Cruz le gustaría, ya que su afán por ser radicalmente diferente a cualquier precio termina saturando y otorgando un grado alarmante de artificiosidad al conjunto.
“Traffic Department”: perros contra leones
Un nuevo viaje a la corrupción, tan intrínseca en nosotros como el cuplé, la tortilla de patatas o el vino con gaseosa. Pero cobrar en negro y abusar del poder no es exclusivo de España; en Polonia también la conocen bien. Incluso mejor que nosotros, a juzgar por la panda de mamarrachos que pueblan “Traffic Department”, de Wojtek Smarzowski. El protagonista de la cinta es el sargento Krol, un policía de tráfico que, junto al resto de sus compañeros, viven su día a día aceptando sobornos de las personas a las que van a multar, bebiendo alcohol y esnifando todo tipo de sustancias químicas, además de aprovecharse de su poder como agentes del estado. Unas joyas, vamos. El retrato de este colectivo es tan exageradamente violento que al principio parece cómico, una versión polaca de “Loca academia de policía”. Pero las intenciones del director no van por ahí. “Traffic Department” es un thriller con un ritmo endiablado, donde los planos aguantan un solo segundo y las escenas se suceden a una velocidad vertiginosa. El tratamiento de la violencia, el sexo y la corrupción es muy visceral, donde nadie se salva de estar podrido. Ni siquiera el personaje principal, a quien peces gordos de las instituciones acusan de un asesinato para tapar un turbio asunto urbanístico. Es complicado seguir el desarrollo sin perderse, pero extrañamente “Traffic Department” contiene un magnetismo al margen de razones. Smarzowski exprime al máximo el montaje de su película, donde además del ritmo, las elipsis son fundamentales. Su visión de Polonia y la sociedad es tan descorazonadora como en la rusa “The Fool”. Pero aquí no hay “imbéciles”. Todos son unos cabrones que velan por sus propios intereses. Pero hay diferentes niveles de hijoputismo. Porque puede que el cuerpo policial de tráfico sea una jauría de perros rabiosos, pero por encima de ellos hay unos leones más rápidos y feroces que no dudan en matar a los perros si ven peligrar sus privilegios. La corrupción es algo innato al ser humano. En un sistema cuyos cimientos ya han sido erosionados por una plaga de intereses individuales, es normal que en los siguientes pisos la casa esté torcida y a punto de despeñarse. “Traffic Department” es un thriller nihilista, esquizofrénico, complejo y demoledor.