Mar. Mar 19th, 2024
Vista en la primera edición del BCN FILM FEST // I Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi

Contadas son las ocasiones que un crítico tiene la oportunidad de ver nacer un certamen y más, de ser miembro del jurado en esa solemne momento.

Una de las mayores herramientas que tienen los productores a la hora de vender sus películas son los festivales, auténticos mercados de compra-venta de películas en los que directores, productores y distribuidores hacen negocios en pro del cine. No en vano, muchos certámenes dedican parte de su presupuesto a ayudar a potenciar la industria (ahí está el Marché du Films de Cannes), y los premios otorgados por sus diferentes jurados pueden también colaborar a que un film logre con más facilidad un distribuidor (todos recordamos los premios que lucen en sus carteles muchas películas durante su campaña publicitaria).

¿Qué ocurre, pues, cuando la programación de un festival está formada por películas que ya cuentan con distribución? Ese ha sido uno de los debates despertados por el BCN Film Festival – Sant Jordi, del que se ha cuestionado la idoneidad de llamarle “muestra de cine” en vez de festival. Sea como fuere, el BCN Film Fest tiene una programación cinematográfica, una sección oficial y otras paralelas, cuenta con encuentros y presentaciones de directores, y dos jurados que otorgan sendos premios… ¿Pero cuenta con una línea editorial en lo que a programación se refiere?

Dos clases de familias

La mejor manera de responder a todas estas dudas es sumergiéndonos en la experiencia de la primera edición del BCN Film Fest. En nuestra primera jornada nos dimos de bruces con una de las más sonadas situaciones que vivimos en todo festival: el nerviosismo, las aglomeraciones y las esperas que generan contar con alguna estrella famosa. Para la ocasión hablamos de Richard Gere, que estuvo en el certamen presentando «Norman, el hombre que lo conseguía todo».

Vista en la primera edición del BCN FILM FEST // I Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi

Sin embargo, nosotros optamos por adentrarnos en la programación antes que en los eventos de marketing. Así, mientras los transeúntes del barrio de Gràcia se veían forzados a tomar rutas alternativas ante la aglomeración de curiosos que esperaban ver a Richard Gere, nosotros hicimos lo que de nosotros se espera: entrar en las salas para ver películas. Nuestra primera parada fue «Asuntos de familia (Omor Shakhsiya)», lo que podría ser la versión israelí de la comedia japonesa «Maravillosa familia de Tokio». Como en el film de Yôji Yamada, nos encontramos ante el retrato de un matrimonio mayor en crisis y las reacciones (y vidas amorosas) de sus tres hijos. Shakhsiya se sirve de la dirección artística para trabajar las relaciones de sus personajes en un ejemplo de conciencia de la puesta en escena, y será a través del vestuario, los objetos y las posiciones en el plano como subrayará la distancia entre el matrimonio protagonista. La alienación (dominada por las pantallas de TV, ordenador o móvil), los barrotes metafóricos que privan a los seres humanos de la libertad, los roles genéricos dentro de las relaciones… Todos estos temas surgen, a través de unos personajes carismáticos y tiernos, en «Asuntos de familia», una comedia comedida (disculpad la gracieta) que no pierde la oportunidad de hacer algún apunte político, por ligero que pueda parecer.

Vista en la primera edición del BCN FILM FEST // I Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi

Sociológica más que política se nos antoja «Tanna», una película dirigida a cuatro manos entre Martin Butler y Bentley Dean. A pesar de lo tópico de su trama (una joven pareja cuyo amor no se ve apoyado por la comunidad en la que vive; ¿alguien piensa en Romeo y Julieta?, ¿o en Titanic?), «Tanna» plantea su historia desde el espíritu de Robert J. Flaherty, la del observador sociológico que desea captar las tradiciones cotidianas de sociedades que le son diferentes. En efecto, en este largometraje no hay actores profesionales, sino habitantes del pueblo homónimo que reprodujeron para la película sus ritos, costumbres y rutinas. La naturalidad de los intérpretes (lograda en parte gracias a la larga convivencia de uno de los directores con el poblado) nutre la película de cierta verdad documental, de la frescura y cotidianidad de la vida en plena naturaleza, con sus sonidos y sus luces y colores, casi diríamos que incluso con sus olores. En «Tanna» somos testigos de imágenes bellísimas de sus paisajes, de sus personas y de la suma de estos dos; a algunos incluso les recordará al cine de Malick, quizás más por «El Nuevo Mundo» (y aquellos cantos melanesios que vuelven a aparecer aquí) que por su más reciente etapa. Sin embargo, cuando Tanna abandona la contemplación para centrarse en la narración, pierde cierto sentido de libertad y se torna convencional. A pesar de todo, también en ese guion narrativo se ocultan algunas joyas, reflexiones hechas desde la mirada occidental con el fin de liberar de los prejuicios condescendientes a la gente de Yakel, esta tribu que tras la llegada del Capitán Cook a su territorio se vio obligada a cerrar filas alrededor de su cultura para permanecer igual de conectados con la Naturaleza y sus costumbres.

Tres mujeres

En la segunda jornada la sección oficial nos regaló tres historias femeninas, las de «Marie Curie», «Su mejor historia» y» La casa de la esperanza». Destacaremos la primera por su voluntad de trabajar la parte formal del cine, por su intento por aunar el qué con el cómo, y es que el biopic sobre la científica ganadora de dos Nobel busca voluntariamente diferenciar el lado personal de su personaje con aquel más profesional. Mientras que este último está rodado con el convencionalismo del cine más habitual (lo que conocemos como el modo de representación institucional), los fragmentos que lidian con la vida personal de Curie se muestran desenfocados, a menudo filmados con luz natural sobreexpuesta, con lo que las figuras de los actores (en un caso y en otro) se tornan fantasmales, inasibles, cuasi irreales. Marie-Noëlle Sehr expone así el encontronazo entre el “basado en hechos reales” (todo aquello que, por documentado, concierne a la vida, méritos y logros de Marie Curie), y lo que podríamos considerar “puramente especulativo” (las situaciones más personales y privadas, los encuentros amorosos o las discusiones familiares…). Sehr, además, aprovecha el azul del radio (elemento químico que descubrió la científica polaca) para bañar de ese color escenas clave, a veces como elemento puramente decorativo (en los créditos iniciales y finales, ambos preciosos) pero en otras ocasiones como componente dramático (nótese que este color domina en la decoración del apartamento que será su nido de amor).

Vista en la primera edición del BCN FILM FEST // I Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi

En «Su mejor historia» encontramos también a una mujer pionera (Gemma Arterton), esta vez en la industria cinematográfica, y la voluntad feminista de reclamar atención sobre la independencia y las capacidades de las mujeres como líderes. Ambientada en Londres a inicios de los 40, la película es un drama romántico que gira alrededor de una incipiente guionista de cine que encuentra en este trabajo la oportunidad de reclamar(se) como una persona autónoma, independiente y más que válida a todos los niveles. Desgraciadamente, ese proceso ocupa mucho tiempo en la película y hace que la llegada de los giros dramáticos se acumulen en su media hora final. Cuando esta llega, es tanto el mareo emocional y narrativo que el conjunto queda desequilibrado, casi manchado por la voluntad de lograr la lágrima.

Vista en la primera edición del BCN FILM FEST // I Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi

En «La casa de la esperanza» volvemos a contar con una protagonista femenina (Jessica Chastain), aunque en esta ocasión no exista de manera tan directa un discurso de género. Jan y Antonina son los dueños del zoo de Varsovia, pero con la invasión de las tropas alemanas durante la II Guerra Mundial verán cómo su modo de vida cambia radicalmente: de cuidar a animales enjaulados, a mantener vivos a judíos en sus instalaciones. Basada en hechos reales, la historia recuerda a «La lista de Schindler», pero no hay en esta atisbo formal del talento de Spielberg. En «La casa de la esperanza» todo está al servicio de la historia, del guion narrativo que en ocasiones subraya las metáforas que antes ha mostrado visualmente. Una lástima que, con la calidad interpretativa de su plantel y una historia tan conmovedora, se haya optado por una aproximación tan plana. Aunque algunos dirán que, ante historias de este calibre, mejor desaparecer en la dirección invisible como signo de humildad. Pensaremos en ello…

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