En Berlín no se respira cine. A Berlín le da igual quién haya venido desde qué recóndita parte del mundo a luchar por el reconocimiento internacional de su obra en su festival de cine internacional. Berlín está acostumbrada a que el arte, el postarte, el antiarte y todo lo que se ponga por delante fluya por sus calles de forma natural, por un lado dando sentido y forma a la ciudad y por otro sin alterar demasiado su ir y venir habitual.
A seis grados bajo cero, con restos de nieve todavía en las calles, la primera pregunta que me han hecho sobre mi estancia en la ciudad ha sido que si el motivo de la misma era la feria de verduras. No he buscado en Google de qué feria se trata pero tanto él, noruego, como su acompañante se dedican a ese sector (¿verdulero?) y eso era, para ellos, lo único importante que hay ahora en marcha en Berlín. Un poco más tarde, en la recepción del sitio donde me alojo, el recepcionista no tenía claro de qué se trataba el festival; tal vez está más al tanto de fiestas Erasmus y conciertos varios. La Berlinale es solo una de las piedras que conforman el mosaico cultural de la capital alemana. Pero ¡qué piedra tan brillante!
Qué duda cabe, a pesar de que no todo el mundo la conozca, de que este certamen cinematográfico es una de las citas imperdibles tanto para profesionales como para aficionados al séptimo arte. Este año está marcado por la presencia de Meryl Streep y su «Dama de Hierro«, homenajeadas en el festival, pero a parte de caras conocidas ofrece una interesantísima selección de cine alternativo de atractivo increíble. Desde la española Dictado, de Antonio Chavarrías, hasta la pasadísima de vueltas «Iron Sky» y sus nazis espaciales, esta edición del festival promete el más alto nivel cinematográfico, y aquí en Videodromo daremos buena cuenta de todo lo que pase por delante de nuestros ojos. Todos atentos.
Estos cabezas cuadradas son la monda, cuando dices español te preguntan por la sangria y la paella jajajaja eso es de lo que saben mucha cerveza si señor