Cuando entrevistamos a Kate Beckinsale durante la promoción de Underworld: el Despertar le preguntamos por qué las heroínas de acción no proliferan en el cine. Según lo ve ella el problema radica en las exigencias, diferentes para personajes de masculinos y femeninos. Sin embargo Steven Soderbergh firma Haywire (Indomable en España), la prueba empírica de que la tesis de Beckinsale no tiene por qué ser acertada.
Para dejar claro que todos somos iguales y que un personaje plano basado únicamente en el físico del actor o actriz puede funcionar a la perfección en una cinta de acción independientemente de su sexo tenemos a Gina Carano, antigua profesional de las artes marciales; con una presencia demoledora que mezcla su cuerpo con sus dotes reales para repartir candela Carano es perfecta para el personaje de Marllory, una agente de no se sabe muy bien qué empresa dedicada a menesteres de esos en los que se necesitan armas, pasaportes falsos y tener nociones de Muay Thay.
Que no se me entienda mal: el personaje es perfecto tal y como es. Que sea plano es una exigencia lógica de un guion basado en la acción desenfrenada. El no detenerse a averiguar que llevó a nuestra protagonista con licencia para matar a involucrarse en peligrosísimas misiones supone un tiempo ahorrado que puede invertirse en más escenas de persecuciones por tejados, combates cuerpo a cuerpo y demás situaciones donde Carano pueda lucirse a todos los niveles que pueda.
Antonio Banderas tiene un papelín en el que está como se supone que debe estar y que, sobre todo en la escena final, ha arrancado las carcajadas y aplausos del público asistente. Además, Soderbergh no es un cualquiera. La escena de Barcelona, donde la tensión se crea en base a la eliminación del sonido ambiente en favor de la banda sonora (una banda sonora con regusto a décadas de películas de espías) o la conversación a tres bandas con saltos de eje continuos para crear desasosiego dan muestra de cómo una película de agentes secretos desenmascarando conspiraciones puede ofrecer un poquito más de lo que se le presupone. Estupenda.
Por la tarde hemos cambiado de tercio radicalmente y hemos visto Was bleibt (traducida al inglés como «Home for a weekend»). Una familia alemana se reúne en la casa de los padres (ya abuelos) para pasar un fin de semana supuestamente tranquilo. Sin embargo una serie de revelaciones (problemas maritales, económicos y de salud) ponen todo patas arriba.
Hans-Christian Schmid construye un drama costumbrista con la ayuda de una casa y cuatro personajes principales que, desgraciadamente, gira entorno a los mismos temas que estamos acostumbrados a ver en este tipo de historias sin que haya un aliciente claro para apostar por la cinta. Al final hay una pequeña aventura casi onírica pero apenas sí se sale la película de lo que ya conocemos.
Victor Martín Pozuelo.-
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