Lo más destacado es el retorno del maestro alemán Volker Schlöndorff, además hemos visto «I’m not your negro» que aspira a ganar el Oscar al mejor documental.
A tres días de que se acabe esta fiesta del cine, por fin el sol de verdad ha salido y ha calentado las frías calles berlinesas para que el trayecto entre cine y cine se haga menos doloroso. A esta alegría de día se le ha sumado poder ver tres propuestas muy interesantes, aunque ninguna de ellas llegue a ser de lo mejor que hayamos visto en lo que llevamos de certamen. Parece que el pescado ya está vendido y poco queda como para que nos sorprendan, pero aún no perdemos la esperanza.
“I am not your negro”: instigando al sentido común
El filósofo inglés Thomas Hobbes decía que “el hombre es un lobo para el hombre” mientras que Rousseau discrepaba de esta afirmación asegurando que “el ser humano es bueno por naturaleza y es la sociedad la que lo corrompe”. Sea como fuese, lo que si queda claro es que el ser humano no es precisamente inocente y ahí está la historia para recordárnoslo. Cada país tiene más de un periodo oscuro del cual avergonzarse. No creo que la Inquisición y la Guerra Civil, por poner sólo dos ejemplos, sean etapas de las que estar precisamente orgulloso. Pero en un mundo donde la globalización viene capitaneada por Estados Unidos, parece que todo aquello que le preocupe al gigante nos acaba afectando como si fuese a nosotros mismos. Y de esas vergüenzas americanas, la más recalcable que siempre le ha acompañado desde los inicios de la existencia del país hasta el día de hoy es el racismo y el trato del hombre negro. Por eso mismo, nunca son suficientes las ficciones y documentales que se han hecho al respeto. A grandes obras que juzgan este deleznable comportamiento humano como “Matar a un ruiseñor” (Robert Mulligan, 1962), “Arde Mississippi” (Alan Parker, 1988), “El color púrpura” (Steven Spielberg, 1985), “Malcom X” (Spike Lee, 1992), “12 años de esclavitud” (Steve McQueen, 2013) o “Selma” (Ava DuVernay, 2014) debemos añadir el fantástico documental “I am not your negro” del realizador haitiano Raoul Peck presentado en la sección Panorama Documental.
Investigando sobre la vida del escritor y activista por el derecho civiles de los afroamericanos James Baldwin, acabó en sus manos las 30 páginas que escribió sobre lo que podría haber sido el libro definitivo sobre la historia del activismo afroamericano en el siglo XX a través de la vida y asesinato de sus amigos Malcom X, Medgar Evers y Martin Luther King. Empleando este texto narrado por Samuel L. Jackson como hilo conductor, Peck hace una reconstrucción sentida, rabiosa, sincera y tremendamente descorazonadora sobre este periodo de historia oscura estadounidense y acaba trasladándola a la actualidad a través de un montaje subjetivo de atracciones que encoje el corazón del espectador. Peck combina entrevistas a Baldwin en medios de comunicación con fragmentos de películas hollywoodienses, en su mayoría de los años 20 y 30 que ejemplifican a la perfección la historia, cientos de imágenes de archivo y alguna escena transitoria rodada en falso blanco y negro, un contraste que mantiene también en el estilo tipográfico y que enfatiza el mensaje de la cinta. Un montaje dinámico acompañado de música de origen afroamericano que acaba con un potente tema de hip-hop hace que la potencia de la palabra de Baldwin no caiga y que se lleva el mayor aplauso del festival instigado sobre todo por la rabia que despierta el racismo.
“Return to Montauk”: no todo se puede reparar
Hablar del realizador germano Volker Schlöndorff es hablar de la historia del cine contemporáneo alemán. Se formó con los mejores trabajando como asistente de dirección de genios como Louis Malle, Jean-Pierre Melville y Alain Resnais. Los principios de la Nouvelle Vague aprendidos de Melville y Resnais le sirvió para trasladarlo a su país natal con “El joven Törless” (1966), el primer éxito internacional del Nuevo Cine Alemán. Su obra culmen es “El tambor de hojalata” (1979) con el que ganó la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a mejor película de habla no inglesa. Este año presenta en la sección Competición su nueva propuesta “Return to Montauk”, un drama romántico que profundiza en las relaciones maduras y en las consecuencias de los errores que se comenten en la vida y que se intentan enmendar en la adultez. Protagonizada por Stellan Skargård, el danés interpreta a Max, un escritor afincado en Berlín que está de gira por su última novela en Nueva York, donde vive su pareja Clara (Susanne Wolff). Sin embargo Max está obsesionado por Rebecca (Nina Hoss), su novia que abandonó hace 16 años, hecho del que se arrepiente y quiere enmendar a toda costa.
La cinta empieza con un monólogo de Max a la cámara, como en “Annie Hall” (Woody Allen, 1977), en el que introduce el tema principal de la película para dejar a Schlöndorff desarrollar una historia de amor cruda y sincera que lo ejemplifique. El resto de la película tiene 3 estructuras: la narrativa al dividirlo marcadamente en los 7 días de la semana en la que transcurre la historia, la cinematográfica al dividirlo entre Nueva York y Montauk, que juega un papel muy importante en la narración visual de lo que acontece y la objetiva dando protagonismo a cada uno de los tres personajes, a pesar de que el hilo conductor lo lleve el personaje de Max. Esta división a varias capas junto a un estilo puro y fluido hace que “Return to Montauk” se contemple como un todo, como un puzzle donde las piezas encajan perfectamente y donde la guinda la ponen unos personajes muy bien construidos y mejor interpretados. Una cinta cargada de detalles y matices, pero llevados de manera tan ágil y sencilla que a primera vista no resulta llamativo y, a pesar de que sea injusto, puede jugar en su contra a la hora de atraer tanto al jurado en su votación como al público, que no ha respondido con la ovación que se merecía.
“Joaquim”: el origen de la revolución
Joaquim José de Silva Xavier, más conocido como Tirandetes, fue un odontólogo, minero, religioso y militar portugués afincado en la colonia americana que hoy conocemos como Brasil. Es considerado como un héroe nacional por asumir la responsabilidad de la Conspiración Minera, como primer intento serio de independizar Brasil del reino de Portugal. Sentenciado a muerte, fue ejecutado y descuartizado. La cabeza se clavó en un poste y los restos se esparcieron por la colonia. Y con la cruda imagen de la cabeza inerte insertada empieza “Joaquim”, el último largometraje de Marcelo Gomes. Buscando humanizar al hito, Gomes narra los motivos que llevaron al mártir (Julio Machado) a emprender la revolución que no son tan idealistas como podría parecer.
Las dudosas motivaciones de Joaquim lo visten como una persona de dudosa moral capaz de cometer actos poco justificables y Gomes viste a la película con un estilo tan duro, sucio y violento como el personaje que retrata. Ya desde la desagradable escena inicial que potencia con una lluvia torrencial que moja hasta el objetivo de la cámara, el realizador brasileño muestra sus intenciones. Cámara en mano con un traqueteo excesivo, un montaje de planos contrapuestos, planos a contra luz, primerísimos planos, una fotografía árida de tonos demasiado cálidos hace de “Joaquim” un filme difícil de ver. Todo un acierto cinematográfico que acompaña a la historia que nos cuenta. Una cinta abrupta que parece casi pseudo-profesional, que levanta más asperezas que consenso pueda establecer. Me gustaría saber como se toman los brasileños esta personal visión de un héroe nacional del calibre de Tirandentes, más cuando el filme cierra en el punto en el que el hombre termina para convertirse en el redentor que movilizara a la colonia para levantarse contra el reino portugués opresor. Al menos, por lo que he visto en la sala de cine, al público le ha gustado esta particular visión de Gomes que, a estas alturas del certamen y tras ver varias cintas con estilos visuales tan parecidos, esta frescura se agradece.
Mañana podremos ver el esperado capítulo final del spin-off de X-Men centrado en el personaje de Lobezno, «Logan», en el que supone la última encarnación del personaje por parte de Hugh Jackman.
Pablo Luján
«El pacto de Adriana»: un ejercicio de memoria histórica
«Todas las familias esconden un secreto«. La directora de este documental, Lisette Orozco, creció en Chile tomando a su tía Chany como un referente. Pero el día que toda la familia va a recoger a su tía, que vive en Australia, al aeropuerto, Chany es detenida. Entonces, la propia Lisette se enfrenta a algo que su familia le escondió. En realidad, Chany, o más conocida como Adriana Rivera, no había trabajado exactamente en las Fuerzas Armadas, sino como agente secreto en la DINA, la policía secreta de Augusto Pinochet. Su tía se convierte de repente en una completa desconocida, que niega haber presenciado las torturas cometidas en los cuarteles donde ella estuvo. Para defender la inocencia de Chany, Lisette se enfrenta al desafío de buscar la verdad. Entrevistas, llamadas, skype con su propia tía que desde Australia le da pistas y a la vez le reitera su inocencia, o fotografías de lo que su tía fue: la secretaria de Manuel Cronteras, jefe de la DINA y mano derecha de Pinochet.
Lo que en un principio era su material de investigación, se ha convertido en la película documental. «El pacto de Adriana» es un ejercicio sublime de memoria histórica en el que la propia documentalista se ha visto confrontada al doloroso proceso de tener el peso de la dictadura en su propia familia, que como muchas en Chile, guardan aún pactos de silencio. «Yo trabajo para que no olvidemos nuestra Historia pero sé que en Chile caerá como una bomba,» nos advierte Lisette con su documental recién estrenado entre aplausos de la sección Panorama de la Berlinale.