«Eden» de Mia Hansen-Løve es un gran fresco generacional, dotado de una gran naturalidad, que sólo posee un gran problema el excesivo metraje.
«Eden»: un gran fresco generacional
«Eden» la nueva película de la directora francesa Mia Hanse-Love tuvo grandes críticas en San Sebastián, así que era una de mis hay que ver sí o sí, aquí en Londres. Durante la proyección, la palabra que se me ocurría para describir mi sentimiento era «decepción». Quizá le había puesto demasiadas expectativas, puede que estuviese esperando otro tipo de película. Pero según pasó el tiempo, me di cuenta de que «decepción» no describía para nada la sensación. No es que no me estuviese gustando, no es que no me resultara interesante… me gustaba, pero a la vez, internamente, había cosas que no. Tenía una gran batalla interior. Y entonces, decidí plantearme: ¿por qué?
La película cuenta la historia de un DJ, Paul (Félix de Givry) que junto a su amigo Stan (Hugo Conzelmann) deciden crear el dúo de garage band Cheers, a principio de los años 90, en un momento en el que la música electrónica parisina comenzaba a hacerse popular. La historia sigue a Paul durante un espacio de 20 años.
Hoy en día es muy fácil encontrar películas que se terminan denominando «película generacional» y pocas veces lo son. Pero creo que, el gran debate en mi interior que ha movido «Eden» se debe a que ésta sí que lo es al cien por cien.
La música garage es muy importante en este largometraje y a primera vista podría parecer que sólo gente que sabe de ella o le gusta podría gustarle el film, pero nada más lejos de la realidad. Porque en ningún momento versa sobre eso. A mi, especialmente no me gusta ese tipo de música, de hecho no entiendo apenas su sentido ni cuál es buena ni mala, la verdad. Sin embargo, da igual porque esta cinta es sobre personajes, sobre el momento actual, la juventud y el hacer lo que quieres hacer en tu vida y cuándo rendirte a formar parte del mundo «adulto» con responsabilidades.
Paul es, en una gran parte, yo mismo. A la vez es, en otra gran parte, cosas que nunca haré. Pero puedo reconocer a la mayoría de las personas que conozco de primera mano retratadas en el citado personaje. Amigos incluso. Habla de la juventud, verdaderamente, de qué significa ser joven y hasta cuándo debes perseguir tu sueño… incluso haciéndote plantearte si tu sueño te dará la felicidad o… ¿es realmente tu sueño?
Hay un momento del metraje que remarca mucho esto. La novia de Paul y un amigo, cargan con él todo borracho, tratando de subirle a su casa. Ha sido la fiesta de Fin de año y el pobre hombre lo ha pasado un poco mal, pillándose la borrachera del siglo. A todo esto, se cruzan con una vecina que baja las escaleras. Mayor, unos 80 años. Ellos le dicen: «buenas noches». Ella responde: «buenos días». Los tres siguen subiendo y la mujer se da la vuelta y suelta un comentario rollo: «esta juventud…» Paul, aún siendo arrastrado a su casa, le responde con un jovial: «Tengo 34 años».
Y ahí está la clave de la película. Los grandes saltos narrativos y temporales que se dan a veces me resultaban extraños, no comprendía por qué ocurrían, qué les ataba. Qué buscaban. Están impecablemente hechos, de eso no hay duda. La narrativa y tratamiento de elipsis de la película es espectacular. Cuando llegué al final del filme me di cuenta del motivo que subyace en estos saltos. Hansen-Love nos muestra la transición del personaje durante los 20 años… casi nula. Cómo todo cambia a su alrededor, la gente comienza a «sentar la cabeza», algunos desaparecen de su vida, otros vuelven de forma fugaz por momentos. La naturalidad con la que todo esto sucede es increíble y muy lograda.
Nosotros somos Paul
Y en el centro se encuentra Paul, que en su sueño de ser DJ se encarga de mantenerse fijo, de pelearse con la nada a veces. De ser joven. Pero, ¿qué es ser joven?
El mismo hecho de que durante los veinte años el aspecto de Paul apenas cambie representa esto también. Es curioso como el aspecto físico de los personajes cambia dependiendo del estado de su alma (por decirlo de alguna forma) durante sus arcos de transformación (cuando los ahí).
Es un largometraje muy sutil, pausado, sin grandes aspavientos ni similares. Pero es el tono que necesita. Y esto lo hace tanto en ritmo cinematográfico, el tono, así como en la historia. Me gustó mucho, por poner un ejemplo, el tratamiento que se le da a las drogas. No se las pone de buenas o malas, ni a los personajes que las toman. Sino que se encuentran dentro de sus vidas, siendo una parte más, muy natural de ellas. Y es que, en la gente que las toma, así es como funciona.
El único problema de «Eden» es que su metraje resulta excesivo, le sobran unos cuantos minutos. Pero, sin este detalle sería una película redonda la de Mia Hansen-Love. Por lo menos desde mi punto de vista. Primordialmente porque representa a la generación «joven» de hoy en día. A este grupo de 40 – 20 años que nos enfrentamos al mundo ahora y queremos cumplir nuestros sueños. Que nos da miedo el futuro, nos da miedo la sociedad y queremos ser libres.
«Eden» nos muestra su parte buena y su parte mala. Y sobre todo nos dice una cosa: haz lo que creas que debas hacer con tu vida. No dejes que nadie te diga lo contrario.