Nos depedimos del BFI London Film Festival con «Secretos de Estado», un filme que destaca por la actuación de Keira Knighley.
Terminamos ésta edición del festival con «Secretos de Estado» película protagonizada por Keira Knightley y que nos cuenta la historia de Katharine Gun, quien en 2003, trabajando para el centro de inteligencia británico, filtró a la prensa un email en el que el se veía cómo los EEUU pedía al Reino Unido investigar a representantes de la ONU con la intención de forzarles a votar a favor de una intervención militar en Iraq.
La película tiene lugar durante el año entre el momento en el que Katharine Gun (Knightley) decide filtrar el email y el juicio en el que se le acusa de haber roto la ley de Secreto de Estado. De esta forma nos muestra todo el proceso que hubo durante el conflicto. Vemos a los periodistas que confirmaron la historia y la publicaron, encabezados por Martin Bright (Matt Smith) y Peter Beaumont (Matthew Goode). A los abogados que llevaron el caso, entre ellos Ben Emmerson (Ralph Fiennes). Incluso los problemas que derivados de esto tuvo su marido, Yasar Gun (Adam Bakri).
El filme salta de lugar en lugar manteniendo una cronología clara y efectiva sobre lo que tuvo lugar. De hecho, en muchas ocasiones evita incluso la dramatización excesiva de muchos de los momentos de la historia, saltando días o incluso meses entre los acontecimientos que nos cuenta.
Gavin Hood, quien dirigió anteriormente películas como «Espías desde el cielo« o «El juego de Ender» hace un gran trabajo de contextualización de la historia. Aunque asume que mucho de los espectadores sabrán lo mínimo sobre la Guerra de Iraq y, sobre todo, sobre las supuestas armas de destrucción masivas que se usaron como excusa para su invasión, el director hace un buen trabajo, mediante el uso de imágenes de archivo, al explicar muy claramente cuál era el contexto político y social bajo el que se encontraba el país anglosajón durante esa época. Esto, junto al solvente guion de Gregory y Sara Bernstein, hace que una historia que fácilmente podía parecer bastante enrevesada, sea muy fácil de seguir.
Sin embargo, si funciona es mayoritariamente por Keira Knightley. La actriz británica pone sobre sus hombros el peso de la película y la sabe llevar con seguridad y eficacia. Nos consigue convencer totalmente de las creencias de Gun y lo importante que es su insistencia en declararse inocente. Además, se apoya en un gran elenco de actores británicos: Smith, Goode y Fiennes se encuentran acompañados de otros como Katherine Kelly, Rhys Ifans, MyAnna Buring y Tamsin Greig. Todos ellos cuentan con pequeñas participaciones que aunque a nivel individual saben a poco, consiguen elevar todo como conjunto realizando un gran trabajo a través de la duración total del metraje.
No se puede, sin embargo, dejar de lado el hecho de que la película en ocasiones cae un poco en el sentimentalismo en un intento de dejar bien claro al espectador cómo debe sentirse en varios escenas. También mediante el gran número de ocasiones en las que Katharine Gun debe de explicar (de nuevo, una vez más, ¿cuántas van ya?) por qué hizo lo que hizo, cómo ve la guerra como un acto illegal, cómo ella no trabaja por el gobierno si no para el pueblo británico, etc.
La realidad es que «Secretos de Estado» cuenta una historia que quizá no tiene mucha relevancia fuera del Reino Unido a nivel particular, pero que creo sí que la tiene a nivel más general. En el tiempo en el que vivimos donde los casos de informantes como Edward Snowden o Chelsea Manning se han convertido en casos de gran interés mediático, donde nos vemos dominados de fake news dispersándose como pólvora por la red. De realidades alternativas, de gran número de secretos de estado, de corporaciones y gobiernos que nos espían, en éste mundo actual, es bueno contar este tipo de historias. Historias de personas con firmes ideales que deciden poner si vida en la línea para asegurarse de que el público está informado de lo que hace su gobierno, de cómo toman las decisiones que nos afectan día a día. Y que puede, literalmente, afectar de vida o muerte a mucho individuos.
«Secretos de Estado» no es una obra maestra ni mucho menos, no pasa de ser una película entretenida, pero cuenta una historia muy necesaria para el tiempo actual. Y a veces eso es más que suficiente.