«Le Mans 66» es un buen entretenimiento y, aunque algo simple, una de las mejores películas de carreras de coches
«Le Mans ’66» es la nueva película de James Mangold, director de «Walk the line» y «Logan«. A la cabeza de un muy buen reparto están Christian Bale y Matt Damon quien llevan sobre sus hombros esta interesante historia sobre cómo Ford consiguió batir al gigante Ferrari en las 24h de Le Mans.
La película nos cuenta la historia de cómo Carroll Shelby (Damon) ex-ganador de la famosa carrera de las 24h de Le Mans es contratado por la Ford Motor Company para crear un coche de carreras capaz de batir al legendario Ferrari. Mientras que Shelby cuenta con el carisma e imagen que Ford quiere asociadas a su marca, Ken Miles (Ben) el temperamental y rebelde piloto británico que Shelby quiere al volante no es exactamente lo que la compañía americana tiene en mente.
La representación de deportes en la pantalla de cine es una cosa curiosa. Hay algunos que son muy visuales y funcionan a las mil maravillas (boxeo por ejemplo) y otros que no sin importar cómo se hagan, nunca quedan del todo bien. El tenis, fútbol, baseball… son deportes que por mucho que se trate de reflejar con verosimilitud y detalle, en muy pocas ocasiones consiguen del todo funcionar. La competición de coches es uno de estos deportes. Es complicado recrear con gran verosimilitud la sensación de las carreras, en cierta medida, de una u otra forma, hay algo artificial en ellas. Es difícil capturar a la perfección la sensación de velocidad a la que los pilotos y sus vehículos se enfrentan. Alguna película como «Rush« de Ron Howard lo ha logrado. «Le Mans ’66» es otra de las afortunadas.
Esto se debe principalmente a que Mangold toma una decisión muy astuta a la hora de dirigir las escenas de competición: lleva las cámaras a la pista. La película no cuenta con planos espectaculares de helicóptero, ni planos imposibles moviéndose de coche a coche. Cada carrera la pasamos en tensión, centrados en el piloto a los mandos y los coches a su alrededor. La cámara siempre a ras de suelo tratando de acercarnos a la sensación que Ken Miles tiene durante la carera, sin planos que recuerden a imágenes que podamos ver cuando vemos en televisión uno de estos eventos
«Le Mans ’66» es casi una buddy movie que recuerda mucho a un Hollywood clásico del que poco vemos ya. Ese tipo de película con un presupuesto elevado que intenta llamar la atención del gran público con una historia muy americana que no involucra superhéroes, ciudades cayendo del cielo o explosiones a mansalva.
La película entretiene contándonos la historia, pero sin embargo no profundiza mucho en sus personajes. Conocemos la vida familiar de Miles, pero casi nada de Shelby. En lo que más peca, sobre todo, es en no explicar por qué hacen lo que hacen. En un momento de la película Shelby tiene un discurso en el que habla de cómo ciertas personas tienen la suerte de disfrutar de lo que hacen y no pueden vivir sin hacerlo, no tienen otra opción. Esto es lo que implica la película, que Ken Miles y Carroll Shelby han nacido como pilotos y no tienen otra opción más en la vida. Pero esto se siente un poco vacío, un poco superficial. Se hubiese agradecido un poco más de profundización en los personajes, en cierta medida como el documental «Senna» hizo.
La cinta es muy masculina. Se centra en el duo protagonista de Shelby y Miles, a los que les rodea un gran número de hombres con distintos uniformes, todos centrados y hablando constantemente coches, fábricas y orgullo. La única mujer de la película es Mollie Miles, mujer del piloto, interpretada por Caitriona Balfe a la que, a pesar de estar genial en el papel, no le dan mucho que hacer. Su papel en la película se centra en dar soporte emocional a Miles en los momentos en los que necesita a alguien que le de un empujoncito y poco más. El que está también muy bien (y aquí no hay sorpresa) es Christian Bale. Mucho se habla de su capacidad de metamorfosis para cada película, pero es que la habilidad que tiene de fundirse con el papel que interpreta y conseguir que el espectador sea capaz sólo de ver al personaje es increíble. Normalmente, esto es reflejado en los grandes cambios de peso que realiza para cada personaje (en esta ocasión pasó de ganar más de 20 kg para interpretar a Dick Chaney en «El vicio del poder» a bajar por debajo de su peso habitual para ésta película), pero cabe también destacar la capacidad de transformación vocal que tiene, aquí usando un acento inglés mucho más cercano a su voz nativa.
«Le Mans ’66» no va a ganar premios, es una película que cuenta una historia interesante pero se queda en la superficie. No profundiza en sus personajes y trama lo suficiente como parece que sea más que una entretenida película palomitera. Además peca de ser muy simplista en una historia en que todo lo americano es bueno, todo lo italiano es arrogante y los tres personajes ingleses están un poco a lo suyo pero cuentan como parte del bando aliado.
Pero es divertida, sobre todo teniendo en cuenta que la película llega a las 2h30 de metraje. Quizá no sea para todo el mundo, pero sin duda mucha gente disfrutará de un buen rato viéndola y hará delicias a todos los amantes de las carreras.