Se comienza a terminar la semana (y con ella el festival) en Cannes. Desde ayer llegan rumores desde la sección oficial, hablan de La vie d’Adèle como de una de las sorpresas del festival para competir fuertemente contra Sorrentino por la Palma de Oro.
Pero, nosotros no podremos verla hasta mañana, cuando os explicaremos qué hace que esta película esté dando tanto que hablar dentro de las entrañas del centro de prensa del festival. Mientras tanto, tenemos muchas cosas de las que hablar, tanto de la Sección Oficial como de otras secciones como Un certain regard. Así que no pienso entreteneos más.
Nebraska: En un lugar de Montana de cuyo nombre no quiero acordarme
No puede haber nada mejor para ver a las 08:30h de la mañana que una película sincera, entretenida y que sabe lo que quiere contar y cómo lo quiere contar. Es decir, no hay nada mejor que ver una película de Alexander Payne. El director estadounidense presenta en la Sección Oficial de Cannes su última obra: Nebraska, la historia de un hombre y su padre que viajan desde Montana hasta Lincoln (Nebraska) por la obsesión del padre por recolectar un supuesto premio que ha ganado de un millón de dólares, y que su hijo desde un principio sabe que es un intento de timo, pero no consigue hacer entrar en razón a su padre.
Así, Alexander Payne nos cuenta una historia quijotistica de un personaje obsesionado con hacer el viaje hacía su preciado dinero a cualquier costa. Un antihéroe en su fin de decadencia, con inicios de demencia, alcohólico desde la niñez y que en el fondo trata de reparar los «errores» que pudo haber cometido. Ese es Woody, interpretado a las mil maravillas por Bruce Dern y que, desde ya, huele a Oscar a la mejor interpretación. Lo mismo podemos decir de quienes les acompañan Will Forte en el papel de su hijo y una increíblemente maravillosa June Squibb que da vida a una matriarca de la familia malhablada y extremadamente divertida.
De esta forma, Payne vuelve a mostrarnos una vez más, con un drama muy agradable, otra parte mala de la sociedad americana. Esta gente abandonada de sí mismos, que se deja engañar en busca del sueño americano y quienes tratan de aprovecharse de aquellos que han logrado este sueño. Rebozada con una magnífica banda sonora, esta Road Movie familiar acaba por mostrar y hablar sobre la memoria. El pasado y el presente. Woody no hace más que contestar constantemente «I don’t know» (No lo sé) cuando se le preguntan cosas. Pero, en realidad no recuerda (o no quiere hacerlo). En su parada en el pueblo de la infancia, no podemos sino ver esto, cómo a medida que la gente cree junto a él que va a ganar el premio, todo el mundo parece recordar algo y alguien que se encontraba en el olvido.
Payne hace que nos sumerjamos en un mundo en blanco y negro que no habla de los recuerdos del pasado y nos muestra un Lincoln como ciudad utópica en la que se podrá encontrar la solución y remedio a todos los errores del pasado.
Magic Magic: Temple nos aburre a base de gritos
Magic Magic viene con ciertas buenas críticas desde Sundance 2013. Aquí se nos presenta en La quincena de realizadores esa sección que lo mismo puede traer películas brillantes que bodrios de categoría mundial. Y que también trae largometrajes de esos que dividen a la crítica, que hace que las opiniones se extremen y debatan. Y me temo que este es el caso que tenemos.
Sebastián Silva inicia su camino en la industria estadounidense con una cinta de terror psicológico que trata de emular (salvando las lógicas distancias) a una Semilla del diablo, pero que se aleja demasiado en el camino. Con Juno Temple a los mandos sabemos ya qué tipo de personaje protagonista podemos encontrarnos y con ello sus acompañantes en la historia. Así si la protagonista es una niña malcriada que acaba de salir por primera vez de los Estados Unidos y se comporta como si estuviese en la zona más recóndita de África, sus compañeros de aventura se comportan tan estúpidamente que es imposible empatizar con ninguno. Quizá con Sarah, la prima de Alicia (Temple), pero acaba por tomar unas decisiones tan ilógicas y que violan tanto su presentación como personaje que acabas más enfadado aún con ella que con cualquier otro de los protagonistas.
La cinta trata de incomodar desde el inicio, tratando de crear una sensación de extrañeza y mal rollo desde el primer minuto. Pero, acaba haciéndolo de forma tan exagerada, tan poco sutil que consigue todo el efecto contrario: sacarte de la película. Esto unido a una realización que alarga hasta la extenuación ciertas escenas haciendo que se pierda totalmente su efecto y el hecho de que sus intentos de metáforas visuales es demasiado obvio como para que funcionen correctamente, acaba por hacer un largometraje nada divertido que lo único interesante que tiene es poder ver a Michael Cera hablando español (y no de tan mala forma como podría parecer en un inicio).
Tore Tanzt: Los cristianos molamos porque ponemos la otra mejilla
Cine alemán. Esa cosa. El cine alemán. De vez en cuando te encuentras con cintas como esta película (No puede ocurrir nada malo en la adaptación de su título al castellano) una película que habla de Tore un muchacho que pertenece a los Jesus Freaks unos seguidores punks que adoran la palabra de Jesús y la siguen a pie puntilla, siendo fervientes discípulos del cristianismo.
Así como que promete, ¿no? Por lo menos da la sensación de que algo interesante nos van a contar. Y lo hace. La película es un buen drama de corte muy alemán con planos que recuerdan a Elephant de Gus Van Sant. Claro, que esto es más o menos hasta el minuto treinta. Después a la directora y guionista se les va la cabeza completamente.
Durante el restante metraje nuestro joven Tore (al que ha acogido muy amablemente una familia para que viva en una tienda de campaña en su jardín y con los que él es muy feliz), un chico inocente, muy naïf y manipulable, una persona que sigue los preceptos de su señor y se deja llevar como si de un corderito o niño pequeño se tratase; comenzará a pasarlas canutas porque el patriarca de la familia es el diablo en persona. De hecho porque menos la hija de quince años todos en ese círculo de amistad parecen bastante sádicos y dispuesto a torturar al joven. Algo que él, sabiendo que es una prueba del señor, asume y sufre casi en silencio.
Tore Tanzt es una vergüenza de película que según avanza aumenta de forma exponencial su apología de la religión cristiana. La tesis que sostiene el largometraje es que siempre hay que colocar la otra mejilla, si tu hermano te golpea no le respondas, deja que te golpeé otra vez, al fin y al cabo el señor está de tu lado. De hecho, menos el personaje de la chica mencionada (a quien Tore tomará como objetivo salvar y ser una especie de mártir por esa causa) todo protagonista no cristiano en esta cinta es malo. Por esencia. Todos y cada uno de ellos hacen algo moralmente malo o delitos en sí mismos.
Por supuesto, al público de la sala no le ha gustado este intento de impregnación de dogma católica y ha abucheado enérgicamente al final de su exhibición, algo que un grupo (imagino que partidarios de la causa) han tratado pronto de disimular con un enérgico aplauso. Principalmente porque más de doce personas del equipo de la película se encontraban en la sala en ese mismo momento. También se encontraba Thomas Vinterberg, presidente de Un certain regard, sección en la cuál ha participado; y quien puedo augurar que se estaría tirando de los pelos según el metraje avanzaba en su desbarajuste sin control.
Michael Kohlhaas: Mads Mikkelsen no es William Walace
Los rumores y teorías de la prensa en Cannes decían que esta película había sido seleccionada al festival con la única finalidad de que Mads Midkkelsen volviese a pasearse por la alfombra roja este año. No es un pensamiento tan loco. El actor danés interpreta (en un magnífico francés) a Michael Kohlhaas quien movilizará a sus compañeros para que se celebre un juicio justo por el agravio recibido.
Sin embargo, este drama que parece se va a volver épico en cualquier momento no lo es, principalmente porque no tiene una base tan interesante, tantos personajes tan bien construidos o una rítmica y guión que lo favorezcan. Michael Kohlhaas es simplemente un largometraje de aventuras mínimas y aburrimiento excesivo. Midkkelsen además está muy desaprovechado como actor en un papel que no le exige nada y al que él no puede otorgarle más. La trama la hemos visto mil veces y no tiene nada que sorprenda, ni cuenta con un estilo visual novedoso, interesante o siquiera extremadamente agradable. Es un vacío en el que nuestro héroe se mueve cual William Wallace de decimocuarta categoría.
Sarah préfère la course: Correr o morir
Chloé Robichaud, nos trae en Un certain regard su ópera prima (dirigida con sólo 25 años) un drama muy sincero, bien digerible y no por ello poco interesante que hará las delicias de todo aquel que quiera pasar un buen rato sin que le revienten el estómago o aquel que le guste el mal llamado “cine independiente” actual yankee.
Así, el largometraje retrata a las mil maravillas la historia de una chica que centrará toda su vida alrededor del atletismo, su pasión y que hará todo lo que esté en su mano para conseguir su objetivo. Una película que no sólo habla sobre la juventud, la adolescencia y las responsabilidades. La nueva vida fuera de los lazos familiares, pero atados a los lazos de una misión personal a lograr.
Así, Chloé Robichaud muestra una firme mano a la hora de la dirección. Tiene muy claro qué y cómo lo quiere contar y gracias a ello nos muestra la vida de Sarah (una preciosa Hélène Florent) maravillosamente. Natural, sin melodramas, sin florituras musicales o artísticas, ni arco de transformación en los personajes (no lo necesitan). Sólo una historia tal y como podría suceder día a día.
Sarah préfère la course es un muy agradable drama que nos muestra cómo tratamos siempre de mantener con nosotros aquellas cosas que podemos mantener bajo nuestro control por nosotros mismos, pues en esta vida pocas cosas se pueden.