Mar. Mar 19th, 2024
Abdellatif Kechiche puede ganar la Palma de Oro en Cannes 2013

Esto comienza ya a oler a despedida. Nos queda sólo un día en el festival, sin contar el domingo, día que los pocos que quedemos por aquí podremos usar para recuperar alguna película de la sección oficial.

Comienza a notarse la ausencia de gente, no sólo en el certamen en sí mismo sino sobre todo en la Maché du cinema, la zona donde productores y distribuidores se juntan para tratar de sacar sus productos al mercado. Algo que, sin embargo, no ha evitado que queden por la zona carteles tan increíbles (por esperpénticos) como los siguientes:

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Aún así, aunque no hemos podido entrar en un par de pases al rellenarse las salas, hoy ha sido un día muy interesante en lo que a cine se refiere, con el visionado de dos películas participantes en sección oficial. Una de ellas, desde mi punto de vista, LA película del festival.

The immigrant: James Gray flojea demasiado

James Gray es uno de los grandes nombres del panorama audiovisual estadounidense actual, sobre todo tras la magnífica Two lovers, y vuelve a meter su película en Sección Oficial de Cannes. La cuarta vez consecutiva ya.

En esta ocasión vuelve a contar con Joaquin Pheonix a la cabeza de un cartel al que se suman Marion Cotillard y Jeremy Renner, para contarnos una descafeinada historia sobre la inmigración en la época pre-crack del 29 salpicado con un pequeño triángulo amoroso nada interesante.

James Gray en Cannes 2013

De esta forma The immigrant se convierte en mucha medida en una hermana de El truco final de Christopher Nolan tanto en su puesta en escena como en su aspecto visual. Sin embargo, en lo que Nolan creaba un thriller bastante intenso, Gray prefiere construir un drama que falla. Su trabajo como director no se ve tan destacado en esta ocasión como la ha hecho en muchos otros, ni en el caso de la realización ni en la dirección de actores en la que tenemos a un Joaquin Phoenix que no alcanza su punto más poderoso (a pesar de que tampoco es ni mucho menos la peor actuación del estadounidense) y a una Marion Cotillard que abusa demasiado de lloreras y lágrimas.

Cotillard repite en Cannes 2013 con James Gray

Así, James Gray nos presenta un drama demasiado contenido y remarcado con una música que guía en exceso el camino que debe tomar el espectador. El guión no es para nada excelente, tiene varios fallos y además nos cuenta una historia que ya se nos ha mostrado en varias ocasiones y que por ello hace que carezca de bastante interés en pasajes. Gray trata con esta película de hablar sobre la inmigración y sus problemas poniéndola en el contexto del Nueva York del año 1921 aún cuando está contando una historia y unos sucesos que podrían perfectamente (y de hecho se ha hecho ya) contarse en una historia situada en la actualidad. Pero, la realidad es que acaba por hacerse demasiado pausada sin mucho que contar.

Decepciona en esta ocasión uno de los directores de más trayectoria ascendente que me había topado en los últimos años.

La vie d’Adéle: La pasión en el color azul

Hay películas que apasionan nada más verlas. Que desde el primer minuto sabes que te va a aportar algo, que tiene algo que ofrecer al mundo y a ti personalmente. La vie d’Adéle es una película incluso superior. Creo que puedo decir sin lugar a dudas que es el largometraje que más me ha, no gustado, sino apasionado de un certamen con grandes películas.

Se trata de una cinta fascinante que nos cuenta el camino de la joven Adéle hacía la madurez emocional. Comparar la sexualidad y madurez presentada en Jeune et Jolie con la de la película de Abdellatif Kechiche es un problema para François Ozon, pues se queda en un juego de niños después de ver la pasión, intensidad y sobre todo realismo que nos muestra La vie d’Adéle.

Abdellatif Kechiche en el Festival de Cannes 2013

Una gran película, muy valiente y atrevida, que cuenta con un magnífico ritmo y presenta delante de la cámara una intensidad total, un realismo increíble, totalmente natural. Con una realización que decide no utilizar apenas recursos narrativos (sobre todo los musicales que se reducen siempre a música diegética sin una banda sonora que nos conduzca por la película) acaba por ser un largometraje extremadamente sincero. No trata de engañar en ningún momento al espectador, ni le oculta nada. Como si se tratase de la vida real (mucho más aún, como si se tratase de un documental) la cámara sigue la vida de Adéle en una sucesión de acontecimientos de su vida: conversaciones banales o trascendentes, momentos de alegría o de tristeza, cuando se divierte o aburre. La cámara nunca es protagonista y lo único que hace es mostrar a una muchacha interpretada por Adèle Exarchopoulos que rompe barreras inimaginables en lo que a la actuación se refiere dando una de las mejores interpretaciones que puede ver en una pantalla de cine.

Así, con total naturalidad, nos vemos inmersos en una historia que parece tan real y orgánica que me provoca pavor volver a ver una de las películas de Before… de Linlkater por miedo a que mi nuevo listón puesto sobre lo entendido como naturalidad y fluidez en la pantalla haya variado y ya no vea la famosa trilogía de las conversaciones como en otro tiempo hacía.

Abdellatif Kechiche puede ganar la Palma de Oro en Cannes 2013

Cabe mencionar el uso que el director decide hacer del color azul, presente constantemente en todo el metraje tanto en el pelo de la co-protagonista Emma (Léa Seydoux) durante parte de la historia, como en la ropa o la escenografía. Cuál Kieslowski en su famoso Azul, aquí el color representa también la libertad, a la par que en esta cinta representa también la pasión. La pasión de Adéle por Emma desde el primer instante que la ve y también la libertad que en ella provoca este hecho y que trata de mantener durante toda la película.

La vie d’Adéle es muy valiente en toda su realización. No sólo por cómo decide contar una historia en la que el director sabe muy bien qué quiere contar; sino también por varias de las audaces decisiones que toma Kechiche a la hora de determinar la puesta en escena. Una de ellas es la inclusión de varias escenas de sexo que creo son las mejores y más realistas que he visto en el cine. Por una lado tiene una buena escena de sexo heterosexual perfectamente lograda (y con pene erecto presente, algo no muy normal). Pero sin duda hay que destacar la escena de sexo lésbico más de cinco minutos en las que se ve a Adéle y Emma de forma totalmente explícita. Y no es el morbo lo que me hace destacar la escena, sino un punto de vista totalmente estético y crítico. La escena es increíble, tiene una fuerza brutal, una intensidad como la que nunca había visto antes en una escena de este tipo. No usa música ni recursos estéticos. Es verdadera, totalmente realista y pone los pelos de punta. Extremadamente hermosa. Dan ganas de levantarse de la butaca para aplaudir por su realización y la audacia que hay que tener para rodarla como está hecha (al igual que el resto del filme).

Este fenomenal trabajo está relatado en dos partes (cuya distinción es bastante sencilla), pero a la vez conforman un todo, que curiosamente no deja de ser solamente un pequeño fragmento de una vida que interesa tanto, que lamentas no poder ver en más ocasiones, pues querrías poder mantenerte observando a Adéle durante toda tu vida.

Si la justicia realmente existiese La vie d’Adéle sería la ganadora inmediata de La Palma de Oro. Pero, sabemos cómo son estas cosas de los festivales y hay muchas cuestiones que influyen en las decisiones. Y aquí me temo que posiblemente ocurra. El hecho de que Adèle Exarchopoulos se merezca tan claramente el premio a mejor actriz puede crear problemas a la película, pues la ganadora de la palma no puede acceder a otro premio. Esto hará que el jurado tenga una decisión difícil por delante. Las previsiones en este momento dicen que la competición debería estar reñida entre La grande bellezzaLike father, like sonLa vie d’Adéle. Pero desde Videodromo podemos decir que esta última se debería merecer la vencedora de un festival de grandísimo nivel.

Por Arturo M. Antolin

Me dedico a hacer cine. A veces también escribo al respecto. Vivo exiliado en Reino Unido. España aún no sabe si ha ganado o perdido con ello.

Un comentario en «Cannes 2013. Día 10: El color azul»
  1. […] “El sueño de Ellis”, su última película hasta la fecha, es un paso más que realiza Gray para establecerse como uno de los directores más originales de la actualidad, puesto que casi siempre va a contracorriente de todo lo que se hace y adquiere en sus filmes una práctica manera de entender el arte audiovisual; lo que prima es la historia y la puesta en escena se amolda a ella (no se puede decir lo mismo de muchos cineastas que actualmente pueblan las pantallas de nuestro cine y que obsesionados con imprimir al relato una absurda firma autora que molesta y distrae de las verdaderas intenciones dramáticas o temáticas del asunto, estropean sus películas con una prepotencia autoral absurda y provinciana). […]

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