Mar. Mar 19th, 2024

Vistas «Sils Maria» de Olivier Assayas y «Mommy» de Xavier Dolan se nos termina el Festival. Mañana, la gala de clausura de la Sección Oficial, el broche y el descanso.

«Sils Maria»: el cine más allá del marketing

Juliette Binoche y Kristen Stewart. También, sin saber cómo, una Chloë Grace Moretz que aunque era gancho de casting para los que nos hemos acercado a la obra, a la hora de la verdad en la película ni está ni se la espera. Así que nos quedan una europea y una americana. Cine de autor y cine de multisalas. «Tres colores: Azul» y «Crepúsculo». Y mientras tanto, un director francés de la escuela de Cahiers haciendo una relectura de un clásico de Hollywood de Joseph L. Mankiewicz sobre la corrupción moral y la inquina femenina. Metacine y metalinguismo en tiempos de reboot, de intelectualización del blockbuster y de constante tributo a los viejos ídolos, con su nostalgia y su anquilosamiento temático para una obra que nos ha parecido desequilibrada, obvia e interesante. La ficción se escurre de entre nuestros dedos entre rodajes y prácticas de interpretación de guiones sintomáticos, y el desdoblamiento de roles y papeles, de las distancias entre los dos personajes principales, acaban por abrumar nuestra mente mientras, hay que decirlo, una mediocre dirección y un nefasto montaje nos sacan de un juego que no levanta el vuelo a pesar de tener un guion a su favor. Eso sí, habrás de tolerar todo el tiempo esa cháchara pijotera sobre la cuestión actoral que intenta explicar la quintaesencia del gesto concreto y la implicación del personaje en la intelectualidad de lo que encarna cual mito.

«Sils Maria» de Olivier Assayas no nos ha emocionado, pero, como mínimo, nos quedamos con esa subtrama de Kristen Stewart explicando por qué los nuevos tiempos del cine tienen, para bien o para mal, la trascendencia artística basada en la superación de las barreras que fermenta el marketing dentro de las obras del cine geek. Y también, con esa parodia de la misma Stewart (¿o tal vez de Jennifer Lawrence?) que el guion obliga a interpretar a la guapísima Moretz que, con un traje de mutante espacial de neopreno más tacones, con una escena simplemente ridícula hace, se supone, la mejor interpretación de todas las actrices de su tiempo.

«Mommy»: Nueva muestra de la intensidad de Xavier Dolan

No lo ves, pero solo lo intuyes: El espacio que ha pasado a filmar Xavier Dolan tras esa apertura del encuadre 1:1 que ocurre en mitad del music video incrustado en el ecuador del filme con el «Wonderwall» de Oasis y sus tres personajes gritándose, riéndose y burlándose de quienes les reprochan su comportamiento salvajemente feliz (y felizmente salvaje) se nos transmuta de un encuadre opresor a la filmación de todo el espacio del mundo (el límite que crees ver, en realidad, es el que le pone tu pantalla. Lo que recoge la cámara de Dolan ahí es la realidad esférica de nuestra tierra al completo). El director elimina cualquier tipo de marco para mostrarnos el oxígeno que entra en el breve momento de paz en la vida de este trio de iconos de la histeria que es la madre «Eric Brockovich» (madre coraje de horterismos entrañables), el Macaulay Culkin bestia acuciado por su alarmantemente violento TDAH y vecina tartamuda y de palpitante vena en la frente que bien podría formar parte del cine de Almodóvar. La lucha por la libre construcción identitaria, aquí concepto que mutará a lo largo de la evolución de la trama y del crecimiento personal de todos sus personajes, cambiando tanto con su formato como con los encuadres que se zarandean a 20 centímetros de la piel de los personales que chillan locos en mitad de sus estados alterados, es la firma constante de un director que si sirve de relevo generacional no seré yo quien lo lamente.

Los problemas que los alérgicos a la cursilería emocional viven con Dolan seguirán encontrándose con esa faceta en «Mommy», el reverso tierno tras la expiación que vivió en la también cuasi biográfica «I killed my Mother«, creando así el primer díptico de su prometedora carrera, en este caso sobre las relaciones maternales psicóticas y freudianas. Sin embargo, en esta ocasión el resultado es tan espectacular, cautivador y manifiestamente valiente (no todo el mundo puede exponerse a crear una banda sonora de hits emocionales tan obvia y chabacana de una manera tan evidente sin terminar cayendo en la autocensura) que es imposible no ponerse de su parte. Una obra redonda. Que vivan los intensismos.

Por Esther Miguel Trula

Periodismo Complutense. He visto y he leído. Si hay que elegir, soy más de Edgar Wright que de Robert Bresson. Por suerte no hay que elegir. Mientras vivo en el norte, en mí cabaña en el bosque, mantengo el blog que actualizo asiduamente gracias al poder omnisciente de Internet. La dirección es http://flamencastone.com/ My home, sweet, home

5 comentarios en «Cannes 2014. Día 10: Del Assayas tibio al Dolan brillante»

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