Se abre por tercer año consecutivo la selección del mejor cine asiático en Barcelona
Y ya van tres
Como viene siendo habitual los últimos años, Casa Asia y Cinemes Girona piensan traer a la ciudad de Barcelona más de 50 títulos procedentes de 20 países asiáticos distintos con el propósito de acercar al público de la ciudad condal un cine olvidado por las distribuidoras españolas. Así pues, del miércoles 11 al domingo 15 de Noviembre disfrutaremos de obras procedentes de China, Tailandia, Irán, Japón o Corea entre otros, con potentes reclamos como lo son «Hill of Freedom» de Hong Sang-soo o «The World of Kanako« de Tetsuya Nakashima. Para abrir boca, el festival se abre con su filme inaugural, la cinta china filmada por Ann Hui «The Golden Era».
Inquietudes literarias por encima de la política»The Golden Era»
En casi tres horas que no se hacen en ningún momento pesadas por su continuo devenir de acontecimientos, la directora oriental Ann Hui nos ofrece un biopic de la escritora china Xiao Hong (1911-1942). Iniciándose en su etapa creativa, nos describe mediante una filmación de corte clásico, el destierro voluntario de su tierra natal donde no se le permite ejercer su oficio por parte de presiones familiares hasta su muerte por enfermedad en plena ocupación japonesa de la ciudad de Hong Kong. En el periplo que abarca los convulsos años 30, vivimos junto a ella una relación amorosa malsana con su colega Xiao Jun así como su trato con demás personajes ilustres del mundo de las letras chinas del momento. A ello ayuda un enfoque moderno a la hora de utilizar a todas esas personas que han envuelto su vida con el recurso de confesar sus experiencias mirando directamente a cámara, un estilo cercano que rompe la cuarta pared al estilo de la serie televisiva «Modern Family».
Hui se vale de una fotografía cuyo colorido cabalga con gran elegancia estética entre los gélidos azules y los cálidos amarillos. Los primeros apelan a la arquitectura maltrecha y el ambiente hostil y empobrecido en el que se mueve, los segundos a la voluntad y aptitudes literarias a las que se siente apegada. En un viaje por la geografía China y que llega a abarcar incluso Japón y Hong Kong, Xiao Hong se ve empujada por incesantes movimientos políticos. Y sin embargo, al contrario que sus compañeros, sus letras no serán un arma que defiendan a los activistas del Partido Comunista en pos de las redadas y persecuciones del Guomindang del nacionalista Chiang Kai-shek. Tampoco para condenar la violenta ocupación japonesa. Xiao Hong escribirá sobre la pobreza vivida independientemente de los factores políticos que la causen, se entregará de lleno a relatar con pasión las cavilaciones emocionales que le ha tocado vivir a lo largo de su corta vida y luchará contra las adversidades con tal de conseguir la paz necesaria para desarrollar el oficio que tanto ama.
«The Rainbow Island»: el triunfo del color
La sección especial se ha iniciado con uno de los cinco títulos iraníes del festival. «The Rainbow Island» de Khorsrow Sinai se abre con una música que invita al despertar de la curiosidad, y más aun cuando comprendemos en sus primeras escenas que tratamos un filme que abarca el poder del color. El colorido que irradia sus constantes planos buscan continuamente el contraste cromático fruto de la arena de las particulares propiedades de las montañas de sus localizaciones, y a su vez, con las calles adornadas con pintura y con el diseño de vestuario, incidiendo en el femenino y en la liberación de la mujer mediante lo exóticos y vitales que resultan a los sentidos sus opresivos vestidos. En medio de este entorno rural, se mueve un profesor de Teherán que se ha desplazado a un lugar recóndito y ha enseñado a sus mujeres y niños a comprender la valía de sus materias primas y como materializarlas de manera artística. Para ello contará con un museo y la publicidad que ofrece internet. Su labor conseguirá abrir nuevos horizontes a los turistas, pero también levantar recelos entre los hombres más obcecados y cortos de entendimiento.
Mediante escenas líricas subrayando la belleza de la fuerza de la naturaleza con la música extradiegética y la observación minuciosa de las celebraciones culturales del pueblo, el profesor, con ayuda de un hombre sabio capaz de escuchar, consolidará el valor del arte como herramienta transformadora de la sociedad. Dejando entrever los males de la represión femenina, la imposibilidad laboral y los matrimonios prematuros, «The Rainbow Island» se postula como un canto a la cordura, al triunfo de la razón, el entendimiento, la búsqueda la realización de uno y como esto ayuda en los demás y, por último, la apuesta por una economía sostenible que se mantiene por el respeto de quienes se benefician de ella sin abusar egoístamente de los recursos naturales.
«Sonata»: el Spielberg filipino
La segunda obra que hemos podido visionar en la sección especial es la filipina «Sonata». El filme se confecciona en un espacio rural donde una famosa cantante de ópera reposa por motivos de salud psicológica y comparte espacio con el hijo pequeño de su recien llegada secretaria, a quien conocía de tiempo atrás. A partir de aquí juega a impregnar al relato de naturalismo en la integración infantil del jovencito Jonjon con un amigo que hace jugando en el campo, rememorando con cierta lejanía a «Un verano en casa del abuelo» (Hou Hsiao Hsien, Taiwán, 1984). Entre ambas tejen la relación que establecerán con la entristecida dueña de la mansión, despertando su ternura, dejándose contagiar la inocencia de quien no ha sufrido. Todo ello es acompañado de escenas artificiosamente poéticas, buscando los planos más bellos de las puestas de sol o de la noche más oscura para introducir la Sonata del claro de Luna de Beethoven. También los ralentís funcionarán a la hora de evidenciarse a si misma como una feelgoodmovie gustándose en secuencias donde se hace gala del bagaje teatral y operístico de su director y sin embargo con alguna que otra secuencia más propia de un telefilme.
Lamentablemente, la película opta por un final que se antoja absurdo, abrupto y forzado con la intención de apelar rastreramente en los buenos sentimientos irradiados hacia el espectador durante el resto del metraje. Una manipulación emocional burda y que oscurece la buena labor de una película con más momentos disfrutables que reprochables.
Un crítico en apuros
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